Es una institución autónoma, no gubernamental y sin afán de lucro que ha estimulado la creación y la reflexión en diversas manifestaciones del arte. Con énfasis en la experimentación de lenguajes y el abordaje de procesos socioculturales sumamente complejos que se reflejan en gustos, preferencias, actitudes y escalas de valores estéticos y éticos.
Peter Ludwig, uno de los más importantes coleccionistas de arte europeo de la segunda mitad del siglo pasado, tuvo noticias de los aires renovadores del arte cubano a raíz de la histórica exposición colectiva desplegada en Dusseldorf en 1990; un año después aceptó la invitación para participar en la Bienal de La Habana, y apenas cuatro años después auspició la instalación de la Fundación Ludwig de Cuba.
En esa decisión pesó la admiración que sintió por la vitalidad de la cultura cubana a pesar de las difíciles circunstancias de aquellos años, la convicción de que el bloqueo impuesto a Cuba por Estados Unidos era injusto e inhumano, y el respeto hacia el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro, a quien pudo conocer.
La fundación alemana sostiene vínculos con sus similares en Cuba y Austria, ambas autónomas, y con una veintena de museos públicos radicados en Europa y Asia.
Creada para proteger e impulsar a los artistas y cultura cubanos contemporáneos, realizar trabajos de investigación y fomentar el uso de las nuevas tecnologías en el campo artístico. También persigue promover el diálogo con las comunidades culturales cubanas e internacionales. Actúa como un centro cultural que propicia la creación de puentes de entendimiento dentro y fuera de Cuba y ha establecido programas duraderos con instituciones punteras a escala mundial. Dichos programas incluyen actuaciones, festivales, exposiciones, intercambios, conferencias, seminarios, cursos académicos, talleres, congresos, becas de estudios y ayudas económicas.
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