Entre la arquitectura y la memoria: Oscar M Caballero y las materialidades del exilio
Por Alejandro Múnera (Entrevista)

Izq. Alejandro Múnera, Der. Oscar M Caballero, usando máscaras de “Fantomima”, fotografía cortesía Alejandro Múnera.
Desde las calles de Masaya hasta las salas de arte en Nueva York, el arquitecto y artista nicaragüense Oscar M Caballero ha construido una práctica que transita entre el espacio, la memoria y la vulnerabilidad. En esta conversación con “Sin Borde”, Caballero comparte su proceso artístico, que une arquitectura, poesía, documental y arte instalativo, en un cuerpo de obra que se pregunta por el despojo, la violencia estatal y las formas comunitarias de resistencia.
Con formación en arquitectura en la Universidad UAM de Nicaragua y una maestría en la Universidad de Columbia en Nueva York, Caballero aborda la producción artística como un ejercicio de traducción y desplazamiento. Su trabajo reciente explora las huellas de la crisis política en Nicaragua, las arquitecturas efímeras del poder y las memorias que resisten a la desaparición.

Registro de espacio de residencia NYLAAT obra “Fantomima”, cortesía Oscar M Caballero.
Entre la arquitectura y el arte
Sin Borde (SB): Óscar, ¿cómo surgió el interés por el arte desde tu formación como arquitecto?
Oscar M Caballero (OMC): En Nicaragua las carreras artísticas no son tan accesibles, siempre existe la presión de elegir algo que te garantice sustento económico. Por eso elegí arquitectura, porque sentí que englobaba muchos lenguajes y medios. Sin embargo, muy pronto los proyectos que realizaba empezaron a tener un carácter más artístico que arquitectónico.
Fue cuando vine a Nueva York que empecé a ver mi trabajo con otros ojos. Al aplicar a becas y concursos de arte con proyectos que combinaban arte y arquitectura, me di cuenta de que ese cruce tenía una potencia que no había explorado del todo en Nicaragua.

Registro proceso de residencia NYLAAT, cortesía de Oscar M Caballero.

Registro del proceso de residencia NYLAAT, cortesía de Oscar M Caballero.
De Masaya a Nueva York: prácticas poéticas del espacio
SB: En tus proyectos aparece constantemente la escritura poética. ¿Cómo se traduce la poesía en tu obra plástica?
OMC: Mi práctica mezcla imagen, texto y sonido. Muchas veces empiezo a dibujar, pero en el proceso surgen palabras o versos. La poesía ha sido un canal muy importante, especialmente porque mi historia personal está atravesada por muchas capas de pérdida y desplazamiento.
También me interesa cómo suena la palabra en la voz de otros. Hay algo muy poderoso en escuchar tus propios textos recitados por alguien más, como un eco que se vuelve colectivo. Así han nacido algunas piezas que cruzan lo visual y lo sonoro.

Registro del proceso de residencia NYLAAT, cortesía de Oscar M Caballero.
El collage como método y urgencia
SB Tu obra tiene algo de palimpsesto, de superposición de tiempos y materiales. ¿Cómo describes tu proceso creativo?
OMC Mi proceso es muy intuitivo. Suelo trabajar con lo que tengo a mano. Vengo de una formación como arquitecto que me entrenó en herramientas rápidas, como el collage, que me permite responder a la velocidad de las imágenes que aparecen en mi cabeza.
Después viene un tiempo de balance, de añadir capas, de dejar que las piezas respiren. Pero trato de no planear demasiado al inicio. Prefiero que las cosas se revelen en el hacer.

Registro del proceso de residencia NYLAAT, cortesía de Oscar M Caballero.

Registro del proceso de residencia NYLAAT, cortesía de Oscar M Caballero.
Monumento Fantasma: arqueología de la desaparición
SB: Tu proyecto “Monumento Fantasma” propone una lectura crítica sobre los monumentos oficiales y su borrado sistemático en Nicaragua. ¿Cómo surgió esta investigación?
OMC: Nació al observar cómo diferentes gobiernos en Nicaragua han borrado los monumentos de sus predecesores, generando una especie de amnesia urbana. Decidí enfocarme en varios monumentos demolidos en fechas similares como la “Concha Acústica” y el “Faro de La Paz” y empecé a rastrear qué estaba pasando detrás de esas desapariciones.
Igualmente me interesé en los artefactos de propaganda política instalados en la capital. Uno de los casos más emblemáticos son los “Chayo Palos”, enormes árboles metálicos instalados por el régimen actual como artefactos propagandísticos. Durante las protestas de 2018, la gente comenzó a talarlos como acto de resistencia. Esa imagen me impactó profundamente y me llevó a desarrollar una serie de obras en las que archivo y fragmento esos momentos capturados en videos y redes sociales.

Registro del proceso de residencia NYLAAT, cortesía de Oscar M Caballero.
La memoria en disputa: entre Colombia y Nicaragua
SB: Mencionabas que esos árboles podrían ser reactivados desde otros sentidos. ¿Cómo imaginas esos futuros posibles?
OMC: Me interesa pensar cómo podríamos desarmar esos monumentos y convertirlos en otra cosa: tal vez en jardines, estaciones verdes o espacios comunitarios. Hay algo en la materialidad misma que puede ser resignificado.
El caso de “Fragmentos en Colombia” me parece inspirador. Fundir las armas de la guerra para crear un espacio de arte y memoria es un acto político potente. En Nicaragua ya tuvimos un intento similar con el “Faro de la Paz”, construido en 1990. Pero como muchos otros proyectos, cayó en el abandono. Me interesa pensar cómo podemos reactivar esas memorias, no desde la nostalgia, sino desde procesos vivos y colectivos.

Registro del proceso de residencia NYLAAT, cortesía de Oscar M Caballero.

Registro del proceso de residencia NYLAAT, cortesía de Oscar M Caballero.
La responsabilidad política del arte
SB: ¿Crees que el arte tiene una responsabilidad política?
OMC: Creo que no es una obligación, pero sí una necesidad para muchos de nosotros. En Nicaragua, el arte ha sido una herramienta crucial para documentar lo que los medios oficiales callan. No me considero un artista político en el sentido clásico, pero mi vida y mi obra están atravesadas por la violencia que viví en mi país.
Después de haber pasado por eso, no puedo mirar mi práctica sin reconocer esa marca. El arte, para mí, es una forma de procesar, de sanar, de resistir.
Fantomima: cuerpos, historias y presencias
SB: En la residencia de NYLAAT en Governors Island presentaste “Fantomima”. ¿De qué se trataba esa instalación?
OMC: “Fantomima” fue un espacio en proceso. Lo concebí como un taller abierto donde conecté piezas antiguas con obras nuevas. Jugué con materiales como pan de oro, piedras y textiles, y traté de construir un espacio que habitara entre lo arquitectónico y lo performático.
El nombre combina “fantasma” y “pantomima”, dos palabras que reflejan la tensión entre lo que está y lo que no se ve, entre lo dicho y lo callado. Fue una forma de dar cuerpo a esas memorias que, aunque parezcan lejanas o enterradas, siguen presentes.

“Fantomima”, registro del proceso de residencia NYLAAT, cortesía de Oscar M Caballero.
Árbol de Sangre y el cuerpo como territorio
SB: Háblanos de “Árbol de Sangre”, otra de las piezas que presentaste en la residencia.
OMC: “Árbol de Sangre” surgió al encontrar una pared agrietada en la residencia. Enseguida vi un árbol brotando de esas grietas. Esa imagen se convirtió en una metáfora de mi historia personal, de mi familia, de las raíces que se quiebran, pero insisten en crecer.
Sobre esa pared escribí fragmentos de mi caso de asilo, usando documentos reales que había enviado al gobierno. Fue un acto de exponer mi propia vulnerabilidad, pero también de celebrar las cicatrices que me han traído hasta aquí.

Registro del proceso de residencia NYLAAT, cortesía de Oscar M Caballero.
La clausura: la poesía como acto colectivo
SB: El cierre de la residencia fue un recital de poesía. ¿Cómo viviste esa experiencia?
OMC: Fue muy especial porque invité a otros migrantes a leer mis poemas. Quería que esas palabras circularan en otras voces, que se volvieran colectivas. Participaron hombres de diferentes generaciones que han vivido procesos migratorios en Estados Unidos.
Uno de los momentos más conmovedores fue cuando René, quien estuvo conmigo en las protestas en Nicaragua, leyó el poema sobre mi escape en moto. Fue un espejo, una reverberación de nuestras historias compartidas.
Lo que viene
SB: Para cerrar, cuéntanos qué se viene para ti en el futuro.
OMC: Quiero seguir desarrollando mi práctica curatorial, creando espacios donde otras voces puedan resonar. También continuar con el documental que empecé en 2023 y seguir trabajando en proyectos de investigación arquitectónica.
Siento que estoy en un momento de consolidación, de conectar las distintas piezas que he venido trabajando. Quiero seguir creando desde ese lugar de cruce entre la arquitectura, la poesía, el arte y la memoria.
