Por Jorge Peré
Esta edición de Puzzle, felizmente, no se ha hecho esperar demasiado tiempo. Apenas superábamos la memoria de su antecedente, y ya estábamos lanzando una nueva convocatoria, algo inédito en la breve historia del evento. Si lograr una edición cada año se torna una empresa harto compleja para nosotros; realizar dos en un mismo curso (una en cada semestre) nos deja al borde de la alucinación, agradeciendo infinitamente a quienes colaboran con este sueño, y sobre todo, a los jóvenes artistas que continúan depositando su confianza en un proyecto, el cual aprovechan como laboratorio estético para ensayar nuevos caminos dentro de su impronta visual.
Puzzle se ha convertido en [otro] reflejo y termómetro del pensamiento artístico emergente dentro de Cuba. Y es alentador referir que no somos un páramo. Por suerte, el circuito se ha movido favorablemente en beneficio de los creadores más jóvenes, quienes en cierta época no muy distante contaban con escasas oportunidades para exhibir su trabajo y darse a conocer en el siempre polémico y sectario contexto del arte cubano. La puerta que abrimos a una generación ha servido para el enfoque de alternativas similares, que ahora activan territorios simbólicos y espacios de legitimación que favorecen el proceso -históricamente cíclico- de resistencia, renacimiento y canonización, desde el cual pueden leerse las sucesivas generaciones que conforman el relato del arte hecho en Cuba.
Si algún mérito existe en lo que Puzzle ha logrado hasta este momento, estriba en la forma en la que ha perfilado una comunidad de artistas, cuyo accionar ha trascendido el ámbito del evento para arraigarse definitivamente en un contexto artístico-cultural bastante disminuido en sus signos vitales. Cada edición se ha proyectado sobre los nuevos imaginarios y agendas que definen los intereses de una generación que se ha curtido muy tempranamente en un medio de puro estrés; de escasez imperante, hostilidad política, segregación social, apagones, nihilismo consumado… Esta, la quinta entrega, prosigue el camino fundado como un acto de confirmación. Y, por tanto, nos complace advertir al mirar atrás -ya podemos hacer esto- que la intuición no nos ha traicionado, que aquellos desconocidos años atrás hoy son llamados con nombre y apellidos dentro del gremio artístico, dentro y fuera de la Isla.