
Por David Mateo
Artcrónica intercambió en la Ciudad de México con el artista cubano y profesor Duvier Del Dago, quien viajó en el mes de septiembre de 2025 para inaugurar una exposición en la Galería Nina Menocal, con el título de “Telequinesis”. A continuación, reproducimos la segunda parte de esa conversación que había quedado pendiente…
David Mateo: Estamos al tanto de tu intensa actividad pedagógica actual en el ISA… ¿Esa prioridad ha mermado en algo tu dinámica de participación pública como artista?
Duvier Del Dago: Como tú bien dices, ahora mismo estoy inmerso en las actividades pedagógicas en el ISA, y por supuesto eso cambia en poco la situación de convocatoria hacia mi persona como artista. Ahora eres profesor, ya no eres tanto ese creador al que invitaban constantemente a participar en proyectos expositivos. También las generaciones de estudiantes que vienen son muy incrédulos, tienen la facilidad de acceder a las imágenes y comprobar la veracidad de lo que tú les estás diciendo, todo lo que tú les expones como profesor está en dudas. Debes dedicar tiempo para prepararte bien y tener una trayectoria muy fuerte para sobrevivir en ese ambiente; y hasta ahora lo he logrado, pero es difícil.
David Mateo: ¿Y cómo haces para continuar tu producción visual en una situación tan crítica económicamente como la de Cuba?
Duvier Del Dago: Con el apoyo incondicional de Johann Burkhard, director y creador del proyecto ArteMorfosis, en Zúrich. Es un admirador de mi trabajo y siempre me ha apoyado desde el punto de vista económico para hacer proyectos grandes, como el de la Bienal de La Habana, por ejemplo. En esta última edición estuve en cinco proyectos: en el homenaje que le hicieron a la Bienal por los 40 años, en el proyecto del ISA, en la curaduría de la Galería Servando frente al Malecón, que resaltaba la relación diseño-artes visuales; estuve también en el proyecto de La Lavandería que permaneció abierto varios meses; y me vinculé a la propuesta del Centro de Desarrollo de las Artes Visuales con Yanet Oviedo. Ese evento del Centro de Desarrollo y el que se hizo por el 40 Aniversario de la Bienal fueron los más fuertes desde el punto de vista institucional. Ahí desarrollé otra serie nueva de 11 pañales más, o sea 11 telas antisépticas; parte de esas telas están ahora aquí en la exhibición de Nina Menocal en la Ciudad de México. También hice unas piezas con vitrales, fue una odisea porque era una nueva manera de enfrentar los materiales en mi trabajo, un site-specific que hice muy grande en galería La Nave; los vitrales tenían 5 metros de largo por 4 metros de ancho, los más grandes, y trabajé con la luz ultravioleta natural. Pude hacer una intervención en el espacio que no pasó desapercibida para los espectadores y especialistas.

David Mateo: ¿Cómo sientes hoy día el ambiente artístico cubano, sobre todo en cuanto a las expectativas de evolución y legitimación?
Duvier Del Dago: A mí me enseñaron en la escuela a estar activo en cualquier circunstancia, y el trabajo es lo único que te lleva a estar en tantos proyectos a la vez. En una mesa de dibujo, aislado, tú no vas a llegar a concretar cosas, tienes que llegar a la praxis de las ideas. Incluso, cuando doy clases en el ISA no me gusta hacerlo de forma tradicional, prefiero tener mi taller aparte. El Taller de emplazamiento es un programa de conferencias, de invitados, una iniciativa para crear puentes entre los estudiantes y las personalidades del circuito del arte, de la cultura. Eso fue lo que me enseñó a mi René Francisco cuando era mi profesor. Ese tipo de cosas son las que me interesan; y también me interesa aún participar en eventos importantes como la Bienal. Ese fue un evento en el que comencé a participar tempranamente, casi siendo todavía un estudiante, en la 9na edición, y ese hecho me abrió puertas y me dio a conocer internacionalmente. Y si ellos me convocan yo respondo, porque tengo cierto agradecimiento hacia sus coordinadores. Esa Bienal me llevó a otras, como la Bienal de Venecia, de Portugal, y a otros sitios de interés, de visibilidad para mi obra. A mi juicio, la Bienal de La Habana continúa legitimando, aunque mucha gente ya no crea en ella. Es verdad que no tienen recursos, los recursos con los que pude participar me los dio como ya te dije Johann Burkhard, fundador de una galería privada. Pero la Bienal tiene también un recorrido importante, una historia; tú no puedes anular la actividad de los años 80 de súbito, por ejemplo, por mucho que quieras. Los curadores del evento han continuado acercando el evento a la ciudad, a los circuitos citadinos. Cuando yo trabajé durante un tiempo con Juanito Delgado en el proyecto “Detrás del muro” me interesó mucho el arte público, las intervenciones, la cercanía con el espectador de a pie. No me interesa tanto ese espectador que va al cubo blanco, o el espectador que me ve habitualmente y que me sigue. Me interesan los criterios frescos, de la gente en la calle, enterarme de cosas, que ellos no sepan que yo soy artista, que estén cerca de mi pieza sin saber quién soy. Ese tipo de experiencia a mí me interesa mucho, y me pasó ahora en la Bienal de La Habana por estar en tantos proyectos, que tenían que ver con un público que no va normalmente a las galerías.
David Mateo: O sea, a juzgar por tus comentarios, debo suponer que las expectativas de producción y legitimación siguen vigentes en tu persona y en algunos de los artistas de tu generación que radican en Cuba…
Duvier Del Dago: Yo creo que donde estén todas las necesidades satisfechas para un artista, donde no existan los inconvenientes y obstáculos -sea el país que sea- de alguna manera habrá más dificultades para imaginar o crear algo trascendente. Lo que pasa es que muchos de esos obstáculos, esas difíciles disyuntivas, han llegado ya a niveles extremos en el país. Si en la isla tuviéramos la autonomía para poder producir la obra que quisiéramos sería todo distinto. Lo que yo generaba antes con mi trabajo era un fondo para poder producir otras piezas; pero ahora generalmente ese dinero no puedo emplearlo en mi obra, por las condiciones económicas y sociopolíticas que existen ahora mismo en Cuba. Eso es lo que más está golpeando la producción artística. Por ejemplo, el Taller de emplazamiento, que es una cosa a nivel teórico, prácticamente el ISA no lo puede respaldar desde el punto de vista económico; lo he tenido que producir yo mismo. Los medios en el ISA son hoy muy limitados y he tenido que buscar otras alternativas y lugares para desarrollar las actividades. También he hecho algunos encuentros en mi propio taller porque no hay una locación para hacer una conferencia a la altura del invitado. Trato de que los invitados que participan en el Taller de emplazamiento se sientan a gusto, los ayudo con la transportación, con alguna merienda, algunos detallitos de logística, y que se sientan parte de un coloquio, de una exposición; en fin, intento cambiar un poco la imagen del ISA, ese lugar que queda lejos, con condiciones actuales no muy favorables.

David Mateo: ¿Y cómo va ese trabajo de diseño y construcción de carrozas que vienes realizando paralelamente desde hace años para las Parrandas de Zulueta, tu pueblo natal?
Duvier Del Dago: Cada día me sumerjo más en eso. ¿Por qué?, pues porque la parranda de Zulueta busca una alternativa de producción muy interesante, que involucra a las personas que están en el éxodo y que patrocinan el evento. Tienen unas directivas paralelas que están en Estados Unidos, que colectan dinero, aportan materiales y están en vínculo directo con la otra directiva que está en Cuba, y están haciendo un magnífico trabajo. Ahora mismo las parrandas, después de la COVID, está en un buen momento, generando proyectos grandes, con mucho despliegue tecnológico y te sientes cobijado. O sea, si tú presentas un proyecto lo más probable es que se pueda realizar. Es algo que yo siento, con lo que estoy comprometido, porque nací allí. También hay una retroalimentación, la parranda me alimenta a mí y yo aporto cosas a la parranda. Aunque todavía no he logrado hacer un proyecto concebido exclusivamente por mí, es un sueño, algo que todavía me mantienen en la búsqueda. En mi pueblo natal hay dos barrios, yo estoy con el barrio rojo que es el barrio de Los chivos, y desde que era niño trabajaba con ese barrio. He ido presentando pequeños proyectos, ideas, que se han ido ejecutando; pero el sueño mío es llegar a hacer una carroza. Una carroza no es más que, al menos para mí, una gran escultura, un móvil gigante que tiene muchas manifestaciones; es como una gran ópera en la calle, con una puesta en escena, con muchos detalles escultóricos, luminotécnicos, teatrales, de sonido, audiovisual. Los fuegos artificiales es un factor importante en la puesta en escena. Es algo que me atrae muchísimo. Las parrandas son como una película, cada uno se especializa en un área: los pintores, los escultores, los luminotécnicos, los que tienen que ver con los movimientos mecánicos, los estibadores, etc.
David Mateo: ¿Me gustaría ahondar un poco más en tu valoración sobre las nuevas generaciones de artistas que hoy se están formando en el ISA?
Duvier Del Dago: Yo tuve dos momentos en la pedagogía, uno que fue desde el año 2001 que me gradué hasta el 2011, que participé en la Bienal de Venecia. Después estuve 6 años sin dar clases. En este segundo momento del 2017 para acá la transformación ha sido notable, se ha perdido mucho; la institución ha perdido credibilidad de alguna forma, y precisamente porque el ISA es una escuela muy crítica. Yo pienso que los muchachos de ahora son muy poco receptivos a esa crítica; o sea, tú les estás dando atajos, soluciones, recomendaciones por tu experiencia, por tu recorrido; sin embargo, eso para ellos no significa mucho. Significa más para ellos el seguir a alguien, un Youtuber en las redes, o a alguna persona en Instagram, que a los propios profesores. Nosotros tenemos una batalla campal contra eso y contra Google. Tú das un dato, aportas un nombre y ellos inmediatamente lo buscan en la clase. Como te decía antes, todo el tiempo estás en tela de juicio frente a esos nuevos estudiantes. Es muy difícil dar clases ahora mismo en el ISA, y creo que quizás también en cualquier otra escuela del país… Se han cometido muchos errores, por ejemplo, hay muy poca conexión entre el nivel medio y el superior, y toda esa deficiencia se está viendo ahora. Ahora estamos sufriendo el que se haya quitado también el nivel elemental. Se tienen que dar clases de dibujo en el ISA cuando jamás tuvimos que hacer énfasis en ese aspecto, porque llegan los alumnos con muchas lagunas técnicas. Se preocupan más por entrar al ISA desde el punto de vista conceptual que desde el punto de vista técnico, que es lo que tienen que dominar para arribar a ese nivel. El curso para trabajadores, por ejemplo, ha tenido mejores resultados. Hemos hecho convocatorias para gente que no pudieron entrar en el ISA en un momento determinado y han logrado entrar con una buena formación, y esos grupos han sido excelentes; tienes que enfocarte con ellos en las cuestiones conceptuales, sobre todo. Pero, paradójicamente, el que viene de una escuela de nivel medio ya conoce los conceptos de Thomas McEvilley, ya saben por dónde viene la estrategia del ISA, que se está trabajando en las últimas tendencias, y vienen muy predispuestos para las clases. Yo tengo mi oasis en el Taller de emplazamiento, pero a veces las clases son batallas campales porque los estudiantes son muy poco receptivos. Y también pasa que las nuevas instituciones o espacios que han surgido de manera independiente, y que promueven y legitiman, por ejemplo, como la Galería-Taller Gorría o Habana espacios creativos, lugares que de alguna manera mueven ejes comerciales también, muchas veces convocan a los estudiantes y les hacen creer que están a otros niveles, y eso hace que disminuya la autoridad, el respeto frente a los profesores, a los que ven muchas veces como iguales, protagonistas de una misma “lucha” por trascender.

David Mateo: Y ante todas esas dificultades, ¿qué mantiene viva tu voluntad de permanecer en el terreno de la pedagogía?
Duvier Del Dago: Mi trayectoria… A mí me respalda el trabajo, el reconocimiento del contexto, el poder estar en la colección del Museo Nacional de Bellas Artes, el nombre artístico que he ido defendiendo, y mi disposición a mantenerme activo, sin descuidar la obra y su reputación, y más en este país donde se forman tantos artistas. A mí la pedagogía, además, me sirve de mucho, el intercambio que ella genera. Yo me acuerdo que, cuando comencé a dar clases, no tenía ningún tipo de proyección en el aula, no podría canalizar muchas cosas frente a los alumnos, pero este mismo Taller de emplazamiento, ser el moderador de las entrevistas, el tener que prepararme, hacer este trabajo de campo con las personas, ir a sus espacios de labor, me ha ido perfeccionando. Eso lo agradecen también mis estudiantes, y muchos de ellos han visto y reconocido que yo les he preparado el camino. Yo tengo estudiantes que repiten, incluso, su participación en los Talleres de emplazamiento que yo imparto. Yo nunca tomo asistencia, eso para mí no es importante sino la capacidad de convocatoria; paso tremendo trabajo para dar las notas después cuando la secretaría del ISA me las exige… Realmente, desde el punto de vista conceptual, de la relación e intercambio profesionales, me interesa mantenerme activo en la pedagogía, y por eso hago todos estos esfuerzos de producción y estímulo.
México, 10 de diciembre de 2025.
