David Mateo
¿Qué estrategias han guiado tu experiencia pedagógica en la Academia San Alejandro?
Entré en San Alejandro impartiendo clases de Pintura, Dibujo, o sea especialidades diferentes. El programa se convirtió de pronto en algo muy conceptual, y muchos alumnos de tercer año, o de cuarto,se me acercaban y me decían: “profe, me voy a graduar y no he pintado nunca en esta escuela”.Me horrorizaban aquellos comentarios, me parecía algo increíble. Pintaban en el primer año y en el segundo, pero del natural y un poco forzado. Si a mí me hubieran impuesto ese régimen de estudios tampoco me hubiese sentido estimulada a trabajar. Entonces se me ocurrió hacer un programa que les diera ganas de pintar con libertad, y pudieran evaluar bien el proceso, un poco se trataba también de experimentar como artista. Hablé con la dirección de la escuela en 2007; les dije que yo quería impartir un taller opcional libre, que no tuviera nada que ver con los programas establecidos. Me pidieron que redactara el programa. Hice uno en el cual lo puramente pictórico estaba en la base, no desde el punto de vista de lo que llaman “la metratranca” (la teoría), más bien todo era muy técnico. Yo quería que aprendieran las técnicas de pintar, pero son muy amplias y decidí entonces concentrarme en el fauvismo, que fue para mí un gran aprendizaje.
Creo que un pintor que no se atreva a pintar con muchos colores no es pintor, porque pintar en blanco, negro y grises me parece muy fácil. Lograr armonía con muchos colores es como armar una gran orquesta y dirigirla. Pensé que sería interesante asumir el concepto de resolver armonías a lo fauvista, que trabaja con colores intensos, donde debes armonizar los primarios y sus complementarios y eso es bastante complejo. Sola fui buscando ejercicios que, de alguna manera, enseñara a los alumnos a trabajar las gamas, las cálidas y las frías en sus combinaciones pueden ser infinitas, por ejemplo: Las cálidas pueden tener un predominio hacia los amarillos y ocres, pero ahí hay muchos tonos, matices, es como enseñar la gran escala de colores y valores a partir de una práctica agradable. No debe ser algo mecánico eso de hacer una escala de valores… Les di libertad total a los alumnos, con la condición de que trabajaran con colores fuertes, puros, y estudiar el fauvismo, el expresionismo de principio de siglo, toda aquella época de furor. Algunos querían hacer cubismo pero los colores del cubismo no entran en esto. Aprendían elementos de las teorías de las vanguardias y, a la vez, aprendían técnicas de la pintura del impresionismo hasta nuestros días.
Quise ampliar el conocimiento de la base del color como matiz, no como valor solamente. Hablaba a mis alumnos de mi experiencia en el Hermitage, cuando veía los originales fauvistas o expresionistas, la cantidad de color que podía tener un pequeño cuadro. Fue muy agradable también dar una clase de esa índole, porque yo estaba aburrida ya de todas las parafernalias de las tesis, de todas aquellas teorías que en el fondo se pueden agradecer,pero cuando uno es pintor uno disfruta la pintura más que otras personas. Mi programa tuvo mucho éxito porque había muchos muchachos jóvenes de los cursos nocturnos y diurnos. Llegué a tener casi 30 estudiantes, y a veces no podía lidiar con todos. Eso empezó en el 2007 como ya te dije. Después estuve llevando ese taller al que ellos llamaron un poco en broma Los nuevos fieras, pero no era tan rígido como para que no pudieran hacer algo fuera de ese entorno. Si alguien quería un tono más convencional, porque quería aprender a la manera de Velázquez o de cualquier otro artista emblemático, yo se lo admitía hasta cierto punto, pero también le explicaba que aprovechara el aprender los colores a la manera en que yo se lo estaba impartiendo, porque sabía que en ningún otro lugar se lo iban a explicar o enseñar de esa manera.
Durante unos dos años fue muy exitoso, pero yo misma me aburrí del programa y lo he variado. Continúo el taller, ya no solo sobre el fauvismo, ahora hay bases de todo tipo. Por supuesto, siempre les aconsejo que trabajen con más color, y les aconsejo que estén al tanto de la pintura actual, les ofrezco información sobre la obra de artistas internacionales importantes del momento. Últimamente he creado un ejercicio en el que tienen que elegir el artista que les interesa, para estudiarlo, y entonces hacerme un cuadro que llamo “el falso original”, que cuando tú lo veas digas: “contra, ese es fulano”, pero por supuesto no es una copia porque no va a reproducir el cuadro del artista sino que va a tener el espíritu y los lenguajes que usa ese pintor. Los Francis Bacon llueven, los Basquiat también, se meten en camisas de once varas al tratar de trabajar con obras de artistas chinos reconocidos. En estos momentos amplié el diapasón, mis alumnos pueden tener una experiencia fauvista si la quieren y si no, la realizan en otros perfiles. Hay quien prefiere hacer una obra basada en colores más académicos. Yo los oriento según lo que ellos eligen. Si tú escogiste un artista con una base muy dibujística pero con colores más académicos para tus estudios, te ayudo igual en el proceso. Le llamo color académico al que se parece a la realidad, lo demás es un color mental o inventado, que fue lo que hicieron los fauvistas. Si el estudiante elige otro camino yo lo acompaño, porque, gracias a la Academia Rusia, poseo una formación sólida como para hacerlo.
¿Cuáles han sido los beneficios e insatisfacciones de esa experiencia pedagógica?
Realmente estoy contenta hasta cierto punto. Soy consciente de que pude llegar más lejos, a mí me gusta ser creativa hasta con los programas, para no aburrirme. Me ha gustado, por ejemplo, que desde esa época la pintura haya cogido un poco de fuerza entre los jóvenes. Porque me acuerdo que en los años ochenta y pico, noventa, la gente casi no pintaba y si lo hacía era en blanco y negro. Considero que ha habido una especie de revolución de la pintura en Cuba, y creo que tengo parte de contribución en ello…
Si en el ISA tú te presentas como pintor, prácticamente no te dejan entrar, tienes que hacer otro tipo de obras, luego cuando entras se ponen a pintar porque es lo que quieren hacer. Yo no entiendo eso, pero bueno, cada uno a su espacio y cada escuela con su criterio. Esas son de las cosas que me han frustrado un poco, el que muchos que quieran pintar no han podido entrar al ISA, no pueden entrar con ese deseo o esa inquietud porque “los planchan”. Les he recomendado que hagan otro tipo de obra, video, instalación, obras de carácter más conceptual para que puedan acceder al instituto. Y te hago este comentario con toda la base del mundo, porque he conocido a muchos que no han podido entrar por ese tema. Te puedo mencionar nombres de artistas jóvenes que pasaron por esa situación y que ya están saliendo a la luz pública por el valor de su pintura.
La satisfacción es que he formado a jóvenes que sí han logrado tomar el camino de la pintura, o se están haciendo un camino, al final nunca se termina de hacer el camino. Hay mucha gente pintando, en el mundo entero se pinta, aunque aquí en Cuba digan que no, que ya la pintura se agotó o que pasó a otro estado. Eso es algo absurdo. Cada vez que viajo, lo que más veo es pintura. Me doy cuenta de que el mundo va para delante, que hay nuevas técnicas y otro tipo de visualidad en los jóvenes, porque está la computadora, el video. Me percato de que muchos muchachos están influenciados por sus juegos, por sus cosas en video, y quieren pintar pero están llenos de ese mundo. Me doy cuenta de que tengo que dejar que ese mundo influya en su pintura. Y sí, ahora he estado logrando cosas con ellos, pero antes me parecía que era imposible. Esto es una insatisfacción hasta cierto punto, porque no soy de esta época de la supertecnología. En realidad pienso que la pintura va a seguir independientemente de todos los adelantos técnicos o científicos.
En la Academia San Alejandro hay una carencia grande de materiales. Para pintar no se necesita mucho, es bastante sencillo: lienzo, óleo, pero ni esos recursos existen. Los artistas que viajan pueden traerlos, pero los jóvenes que están graduados no tienen dinero, ni existe el lugar abastecido para adquirirlos cuando tenganla oportunidad. La tienda del Fondo de Bienes Culturales, que tuvo en una época una gestión de venta relativa, ni siquiera existe ya. Esa situación te quita autoridad ante el alumno, porque tú le pides que te haga cuatro o cinco cuadros y él nada más que te puede hacer uno o dos porque no tiene materiales. El aprendizaje se frena,en ese momento, porque todo es un proceso y si no hay proceso no hay aprendizaje. Es algo que me hace sentir insatisfecha… Pero bueno, siempre hay artistas jóvenes que recurren a mí, me vienen a ver porque quieren encontrar su camino en la pintura, ya eso es asunto de sus vidas y de sus estrellas. Por lo menos les ofrezco, con absoluto desinterés,las técnicas y determinados consejos que tienen que ver con los caminos en los lenguajes pictóricos.
El reconocimiento de tu obra pictórica está en un buen momento, en Cuba y en el extranjero. Cuando un artista arriba a ese nivel de reconocimiento en su carrera, tiende a abandonar la labor pedagógica. ¿A ti no te ha pasado esa decisión por la cabeza?
No. En San Alejandro han sido inteligentes con los profesores y no nos han atiborrado con horas de clases obligatorias, ni de reuniones. Han sido flexibles conmigo para poder dedicarme a mi obra, me rebajaban frecuencias. Por ejemplo, nunca he ido tres veces a la escuela, y ya esa época pasó. Voy ahora dos veces a la semana, y a veces una. No asisto a reuniones ni nada, mis contactos son directos con los alumnos, también me quité las tesis de grado que para mí eran un verdadero terror. Me abrumaba esa cantidad de teoría, esas escrituras excesivas y continuas. De eso pueden encargarse los críticos o teóricos del arte. Hasta el momento me reconforta mucho ir hasta San Alejandro a dar clases, me hace salir de estas cuatro paredes, intercambiar con los jóvenes estudiantes. Pensar en las inquietudes o problemas que me plantean,me ayuda a perfeccionarme, me cambia cosas. Los muchachos jóvenes tienen una frescura, un ingenio que te impacta y moviliza. Me han hecho incluso propuestas de hacer exposiciones con ellos y yo las he asumido con mucho entusiasmo. Hay quienes me han criticado por hacerlo, diciendo que eso conspira contra el balance de las obras y el reconocimiento de mi estatus, y yo le digo: “estás en un error, nadie es mejor que nadie”. Como decía Leonardo da Vinci: “el mejor maestro es aquel que siente que sus alumnos lo superan”.