El Centro Cultural Dulce María Loynaz devino la sede para la ceremonia anual de entrega del Premio de Diseño del Libro Raúl Martínez que convoca el Instituto Cubano del Libro desde 1998. En esta ocasión, el Premio contó con la participación de más de 60 títulos en las categorías de Diseño Integral, Diseño Interior, Diseño de Cubierta, Ilustración y Colección.
Del olvido a la memoria (Ediciones Cubanas ARTEX) del autor y diseñador Rafael Lago Sarichev mereció el Premio de Diseño Integral. El libro resulta un homenaje al Cementerio de Reina –Monumento Nacional–, y en general a Cienfuegos, ciudad de un gran realce cultural y cuna natural o por adopción de ilustres hijos. La Mención se otorgó a Marla Albo Quintana, por El hombre que podía casi todo (Editorial Gente Nueva).
En Diseño Interior, fue premiado Reinier Huertemendía Feijoo por Doctores Honoris Causa de la Universidad de la Habana (Editorial UH) y la mención recayó en Claudio Sotolongo y Norberto Molina Martínez, por el diseño conjunto de Para amanecer mañana, hay que dormir esta noche. Universos religiosos cubanos de antecedente africano: procesos, situaciones problémicas, expresiones artísticas (Editorial UH). El volumen, cuya autoría corresponde a la profesora Lázara Menéndez, estudia la influencia de África en la cultura cubana en medio de procesos de crisis, globalización y cambio.
Ernesto Alejandro Cárdenas Montero obtuvo primer premio por el diseño de cubierta de De rosa a negro (Editorial Capiro); y Lisvette Monnar Bolaños la mención por Drácula (Editorial Arte y Literatura). En la categoría Ilustración coincidió el premio con la mención, ambos para Yancarlos Perugorría, por los libros Los cuentos tienen familia (Editorial Gente Nueva) y Más allá del papel (Casa Editora Abril). Por su parte, el premio en Colección fue para Ricardo Rafael Villares por Colección Premio Casa de las Américas (Editorial Casa de las Américas).
Según el artista y crítico de arte Manuel López Oliva, quien además fue Presidente del Jurado “El diseño del libro es intemporal, es permanente, y eso hace necesario que sea siempre un diseño con un atractivo visual que permita acercarse al posible lector, al visitante de las librerías. Requiere una cultura del libro”.