Entre los meses de julio y agosto la artista cubana Ivonne Ferrer presentó una exposición personal en el Marco Island Center for the Art (Florida), titulada Compendium. Podemos decir que esta ha sido una etapa de intensa actividad expositiva de la creadora, la cual no solo nos ha dado la posibilidad de apreciar sus obras recientes, los conceptos y modos expresivos que las condicionan, sino la oportunidad de constatar también que es una de las artistas mujeres más activas y sugerentes dentro de esa gran comunidad artística cubana que radica hoy en los Estados Unidos.
La muestra de Ivonne Ferrer resulta heterogénea en cuanto a la utilización de soportes y recursos técnicos; exhibe dentro de su museografía un muestrario bastante orgánico de aquellos procedimientos que ha venido desarrollando con eficiencia en su quehacer artístico, como la pintura, el collage, la escultura cerámica, el ensamblaje instalativo; y en los que se reconoce una suerte de empuje, de tensión de significados y prominencias, entre las indagaciones estéticas y las narrativas conceptuales.
Sobre los fundamentos e intereses que sostienen la producción de obras destinadas al proyecto Compendium, la artista ha declarado al equipo Artcrónica:
El tener que emigrar de mi país, y todas las experiencias vividas, dieron forma a esa aptitud de no temer a los cambios, a las combinaciones, y a la pasión e interés por ahondar en la metafísica que estudia el ser en general y sus características. Hoy más que antes tenemos que ser dúctiles en nuestra práctica y explorar. Los plazos se han acelerado y tanto yo como mi obra somos parte de esa inmediatez, somos reflejo de la urgencia, la instantaneidad con la que se vive, todo es parte del atrevimiento que debemos asumir.
Lo mismo en mi obra bidimensional que tridimensional, hago ejercicios de ensamblajes, de montajes imposibles. Las formas geométricas se conjugan con el cuerpo humano, se convierten en formas antropomórficas, dando como resultado una fusión de lo abstracto y lo figurativo, trato de capturar la esencia del ser humano y su relación con el entorno, es una manera de invitar al espectador a reflexionar sobre la naturaleza íntima de la forma y la estructura de las cosas, y cómo se manifiestan dentro de nuestro propio ser. Generar una renovada apreciación de la importancia y la belleza en cada cosa a nuestro alrededor, reconociendo su presencia.
De ahí la indagación y el juego con las matemáticas que subyacen en las relaciones estructurales dentro del mundo orgánico, empleando una geometrización simbólica, la relación armoniosa entre lo orgánico y lo geométrico, creando un diálogo entre la precisión de las matemáticas y la fluidez de la forma humana, es una especie de exploración visual de la interconexión de estos elementos. No es más que un desafío a las nociones convencionales, quiero provocar una sensación de asombro, catalizadora para la introspección, incitándonos a reconocer los profundos fundamentos matemáticos en nuestro mundo y su íntima conexión con la experiencia humana. Quiero que la obra proponga preguntas, que sea capaz de generar significado, y a la vez sea un proceso del que el espectador se sienta parte. Como en el pensamiento mágico, dar poder a lo que deseamos hasta convertirse en realidad.