A casi dos semanas de su inauguración, el sábado 7 de septiembre en Galleria Continua, la muestra Umbrales no podía pasar desapercibida. Continua volvió a su nómina de patio –a una selección específica que incluso extiende los nombres oficiales– para desentrañar los límites físicos y espirituales de la ciudad como espacio. Un tema bastante recurrente luego de una Bienal que lo trató hasta al cansancio y un “por La Habana lo más grande”. No obstante, la propuesta de Juan Carlos Alom, René Francisco, Carlos Garaicoa, Alejandro González, Osvaldo González, Orestes Hernández y Eduardo Ponjuán –curada, además, por Lorenzo Fiaschi y Niurma Pérez– tiene algo de diferente; más bien algo de monumental y mucho de impresionante.
Lo cierto es que Umbrales prefiere lo instalativo en una vocación que contagia casi todas las piezas presentes y logra una escenografía exquisita; aunque se subleve una que otra fotografía, el video de Juan Carlos Alom o la pieza sonora de Ponjuán. Pero, independiente al soporte seleccionado, la exposición transita hacia el autorreconocimiento del espacio citadino desde una mirada cruzada sujeto-entorno: comienza en la experiencia personal para luego descubrir o soñar con la utopía, escuchar o mirar descaradamente la resistencia, develar el tejido de las maquinaciones o internarse en el flujo irreverente -humano, histórico, de calles, agua y suciedad- que araña y construye los muros de la ciudad.
Al final, Umbrales parece permutar el París bohemio del Walter Benjamin, ese de inicios del siglo XX y el Libro de los pasajes, por La Habana de ahora, la “Ciudad Maravilla”, esa que agoniza y apenada esconde su enfermedad: cruzar el umbral, ese es el inicio y el final de todo.
Abram Bravo Guerra
Galleria Continua
Rayo 108 entre Zanja y Dragones,
Centro Habana, La Habana