En el contexto de las celebraciones por los 500 años de la capital cubana, el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam ha abierto sus puertas para exhibir Edén Habana (14 de noviembre de 2019-11 de enero de 2020), muestra personal de Reynerio Tamayo. Una vez más recurre el artista a un particular sentido del humor para captar en varios lienzos sus impresiones y criterios sobre La Habana.
En una primera sala: retratos. Habaneros ilustres, como el mismo autor los nombrara, regalan a los espectadores rostros de personalidades –de muy diversa procedencia– que han sabido poner en alto, con su accionar, el nombre de la ciudad. Entre ellos encontramos a José Martí, Emilio Roig de Leuchsenring, Eusebio Leal, Carlos Acosta, etc. Hay otras dos salas donde se articulan concepciones sui generis sobre La Habana como ciudad, como urbanismo y como arquitectura; y circunstancias que en ella se desarrollan.
No podía faltar, por supuesto, el matiz religioso. Una suspendida Virgen de la Caridad custodia en el cielo al bote que los tres Juanes llevan sobre sus hombros y, sobre el cual, un grupo de turistas observa fascinado “lo real maravilloso”. Es esta una composición que reafirma el tono irónico entre tanta algarabía. Para concluir, un regreso a la semilla: la última sala pretende ser un homenaje a las influencias ideoestéticas de Tamayo. En esa vuelta al origen, la imagen de las escuelas de arte –esas que son míticas en un orden cultural– sirve de inspiración para otros contextos y formas. Quizás como pretexto se esgrime la necesidad –a veces inconsciente– de volver siempre al lugar donde se fue feliz.
Con matices nostálgicos, cínicos o apologéticos, el humor –ese aliciente del espíritu– recorre todos y cada uno de los lienzos que conforman Edén Habana. Una propuesta otra, ¿idílica?, para entender a esta ciudad que ya cuenta medio milenio.
Nayr López García