El coleccionismo estatal y las estrategias de adquisición de obras en instituciones emblemáticas de las artes plásticas cubanas han sido temas de interés reiterados en nuestra plataforma editorial Artcrónica. Para conocer las acciones recientes que, en esa área específica de trabajo, ha llevado a cabo el Museo Nacional de Bellas Artes, enviamos a uno de los integrantes de nuestro equipo de redacción (el historiador de arte y crítico Abram Bravo) a conversar con Oscar Antuña Benítez, subdirector técnico del Museo.
Cada museo se define por la colección que posee. (Juicios de Oscar Antuña sobre adquisición)
Abram Bravo
Abram Bravo: ¿Bajo qué criterios de adquisición de obras se rige el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA)?
Oscar Antuña Benítez (Curador y subdirector técnico del MNBA): Desde el punto de vista técnico, la adquisición de obras es una actividad frecuente en la vida de las instituciones museales. Los grandes objetivos y las misiones de los museos abordan la necesidad de conservar, preservar, estudiar, promover, divulgar y ampliar sus colecciones. Por tanto, la adquisición de obras, en el caso de los museos de arte, es la manera de mejorar, profundizar o hacer crecer las colecciones que poseen. O incluso, de iniciar alguna nueva.
Existen diferentes vías de adquisición: la compra, la donación y la transferencia de propiedad entre instituciones. Los procesos son siempre colectivos y multidisciplinarios. En ese sentido, y de acuerdo con la legislación vigente, la Comisión de valoración, selección y adquisición es el órgano encargado de ejecutarlas. En nuestro caso, la misma está constituida y existe un reglamento que precisa los procedimientos.
El estudio sistemático de las diferentes colecciones del Museo, previamente existentes, propicia la definición de un perfil de colección en el que se determinan fortalezas y debilidades, con respecto a su representatividad del período histórico artístico que encarna. Esto se establece de manera general y, también, de modo particular, en atención a los artistas, las etapas de su producción, los géneros, etc.
Cada museo se define por la colección que posee. La exposición permanente debe mostrar su perfil, lo más abarcadoramente posible. Ello siempre plantea grandes tensiones, no solo de cara al público, sino incluso a lo interno, entre el espacio de exhibición, el criterio de selección y lo que se exhibe,
Nuestra colección abarca un espacio histórico cultural muy amplio. Con más de 50 mil obras, temporalmente cubre un período desde Mesopotamia hasta la actualidad. Las dos grandes secciones de la colección –arte universal y arte cubano– exigen atención en todos los sentidos, incluida la necesidad de adquisiciones. Desde ese punto se generan los criterios de coleccionismo que rigen el proceso.
Por supuesto, el arte cubano tiene un peso preponderante, pero no excluyente. De manera que las adquisiciones responden, en primera instancia, a las necesidades de todas las colecciones presentes en el Museo Nacional. Luego, un factor muy influyente es la disponibilidad de obras para su adquisición. Un principio es que el Museo colecciona obras. Ellas son las relevantes, por tanto, los análisis son casuísticos y centrados en los valores propios de cada una de ellas.
Otro aspecto determinante es el presupuesto de adquisiciones, que el Museo recibe íntegramente por asignación del Ministerio de Cultura. Los montos dependen, por supuesto, de la situación económica del país. En general, siempre se asigna –el interés institucional de fomentar esta actividad existe– a pesar de las dificultades. En los últimos años hemos contado con cifras que continúan siendo limitadas, pero han sido sustancialmente mayores que en etapas anteriores.
Las adquisiciones para la sección de arte universal suelen ser minoritarias. No existen muchas obras relevantes disponibles en el país. Etapas más alejadas de la contemporaneidad del arte cubano, como el período colonial o incluso el arte moderno, resultan difíciles de actualizar, también por la carencia de piezas adquiribles. El arte contemporáneo es, por otra parte, un fenómeno vivo, prolífico, que tensa de modo constante los límites temporales del coleccionismo del Museo e, incluso, los límites espaciales de exhibición y conservación. De modo que genera cíclicas crisis en esa dirección, debido a la carencia de un museo especializado en el panorama institucional cubano.
Como estrategia, el Museo Nacional de Bellas Artes siempre ha buscado dar seguimiento a la producción artística más contemporánea. Es una vocación presente desde hace mucho, desde su propia fundación. El contexto particular de cada momento ha influido en el mejor logro o no de tal objetivo.
Debido a la labor de adquisiciones de arte contemporáneo, que el Museo llevó a cabo a fines de los 80 y en los 90, fue posible la prolongación cronológica de la exhibición permanente de arte cubano con la reapertura de 2001, a través de la ampliación y el completamiento de la década de los 70 y la incorporación del arte producido en los años 80 e inicios de los 90. Algunas obras de destacados artistas de los 60 también fueron adquiridas en esa época. Una importante exposición bajo el título Nuevas Adquisiciones Contemporáneas, en 1991, presentó esos resultados por primera vez.
Las circunstancias han cambiado desde entonces, pero el MNBA ha dado continuidad a ese proceso, atemperando todos los factores que influyen en ello. La muestra El Museo Crece. Últimas Adquisiciones dio cuenta, en 2002, de la continuidad del trabajo en tal dirección. Otros proyectos expositivos posteriores incluyeron obras adquiridas o sirvieron de puente para la adquisición de importantes piezas de autores cubanos contemporáneos.
En los últimos años hemos trabajado en la incorporación de artistas jóvenes que ya cuentan con una obra reconocida, tanto nacional como internacionalmente. También hemos atendido la actualización en la colección de la obra de destacados artistas de etapas anteriores, tratando de contar con piezas que representen diversos momentos de su trayectoria.
En diciembre de 2020 inauguramos la exposición Museo Nacional de Bellas Artes. Adquisiciones 2019-2020. Ahora mismo cerrada al público por la pandemia, pero con una versión virtual en la plataforma BEHART.NET.
¿Qué obras y artistas integran este nuevo lote de piezas adquiridas? ¿A qué intereses y visiones específicas respecto al contexto artístico cubano responden las nuevas adquisiciones?
De manera general ya mencioné la estrategia del Museo de dar seguimiento no solo al arte histórico, sino también a la existencia de una vocación de contemporaneidad: desde el mismo momento de su fundación y que fue más marcado, y factible, a partir de su instalación en 1955 en la que viene a ser la primera sede propia del entonces Museo Nacional. La realización de esa estrategia ha sido más o menos complicada en dependencia de los varios factores contextuales que la determinan.
Las más recientes, las adquisiciones de 2019 y 2020 abarcan 75 obras de 46 autores. Un total de 55 fueron compradas, 19 donadas directamente por los artistas y por un coleccionista, y una, transferida por una institución.
Solo cinco ingresan a la sección de arte internacional. De ellas, destaca la pieza donada por el muy relevante artista norteamericano David Hammons, en ocasión de la realización con el Museo –en 2018– de su intervención pública en los alrededores del Parque Trillo, ubicado en el municipio Centro Habana.
El resto de las piezas son cubanas y responden a diversos autores y etapas. La mayoría pertenecen a artistas contemporáneos. Entre ellos destacan el Premio Nacional del Humor, Arístides Hernández (Ares), con importantes obras recientes. Además, están presentes cuatro Premios Nacionales de las Artes Plásticas: René Francisco Rodríguez, del que se adquirió su instalación Taller de reparaciones (1996 y 2019); Eduardo Ponjuán, con Pararrayos (2007); Lázaro Saavedra, con Carlos Marx, de la serie Solidificando lo que se desvanece en el aire (2013); José Ángel Toirac, con Apple, de la serie Waiting for the Right Time (2019). De esa misma generación de artistas están María Magdalena Campos, Marta María Pérez y los escultores Tomás Lara y Rafel Consuegra: todos con piezas recientes.
De generaciones posteriores están presentes Raúl Cordero, Wilfredo Prieto, Alexis Esquivel y Michel Pérez Pollo, con creaciones que actualizan su presencia en la colección. Otros como Jorge Luis Marrero, Julio Ruslán Torres Leyva, Antonio Gómez Margolles, Duniesky Martín, Ariamna Contino, Alex Hernández, Duvier del Dago y José Eduardo Yaque se incorporan por primera vez.
Durante los años 90 una decisión externa a la institución determinó la transferencia de una importante colección de fotografía hacia la entonces recién fundada Fototeca de Cuba. Una estrategia, relativamente reciente, de recuperar el coleccionismo de esa disciplina nos ha llevado a adquirir obras de varios fotógrafos. En esta oportunidad están presentes Raúl Cañibano, Alejandro González y Adrián Fernández Milanés.
Atendiendo a las necesidades de completamiento de obras de algunos artistas de colecciones correspondientes a períodos anteriores a la década de los 80, fueron adquiridas dos obras de Jesús González de Armas (Jesús de Armas): una pintura de su etapa temprana y, la segunda, una de sus caricaturas. Ambas vienen a suplir significativas ausencias. De Santiago Armada (Chago) se incluye una pieza bien peculiar. De los artistas abstractos de los años 50 encontramos una obra de Antonio Vidal, con fecha 1965-66, época de su trabajo poco representada en la colección y, de Viredo Espinosa, una pieza representativa de su trayecto artístico y que puede permitir incorporarlo a la exhibición permanente.
De la etapa colonial y el período del “Cambio de Siglo” adquirimos un grupo de dibujos, entre cuyos autores destacan Guillermo Collazo, José Joaquín Tejada, Manuel Vega, Leopoldo Romañach y Antonio Rodríguez Morey. Ese conjunto mejora considerablemente la presencia de exponentes de esta disciplina, con obras del género paisajístico en diversas especialidades, como el paisaje topográfico y el paisaje urbano, entre otras.
¿Ha sido determinante el ubicarse en una edad o un momento de la carrera específicos a la hora de seleccionar las piezas a adquirir? ¿Hablamos de una línea más enfocada a la proyección futura de algunos creadores?
La edad no ha sido un factor determinante, aunque en cierto modo indirecto, sí. En realidad, lo relevante ha sido el momento de su carrera, el camino recorrido, el aval de su obra, registrado a través del entramado de galerías e instituciones, tanto nacionales como internacionales. No es posible olvidar que se trata del Museo Nacional de Bellas Artes y que los artistas y su obra deben recorrer un camino previo de legitimación.
Es importante prever, observar, detectar a tiempo el talento. En ese sentido, Cuba es pródiga. Nuestra escena artística es pujante, cuantitativa y cualitativamente hablando. Es una tarea compleja y difícil. Por otro lado, el sistema de instituciones y relaciones del arte, el llamado mundo del arte, va más allá del Museo Nacional de Bellas Artes, donde este es solo un eslabón. Existe una gran carencia en ese engranaje nacional –un museo de arte contemporáneo– cuya función desborda, hace ya algún tiempo, los límites del nuestro. El mismo tendría como misión esencial acompañar, potenciar, promover y coleccionar ese amplio, diverso y fuerte segmento específico del arte cubano.
Sin embargo, creo que sí, en última instancia, hay una apuesta también por la proyección futura de la obra de estos creadores contemporáneos. No solo por los más jóvenes, sino incluso por los más reconocidos. Esperamos de ellos, con certeza, mucha obra que aún nos sorprenda, nos rete y comprometa a todos en el futuro inmediato y a más largo plazo.
¿Existen proyectos encaminados a incrementar la visibilidad de la colección del Museo Nacional de Bellas Artes? ¿Qué ideas se manejan para aumentar la representatividad de la institución respecto a los procesos artísticos más actuales?
La visibilidad de la colección es una tarea permanente. Para ello se trabaja con sistematicidad. El lenguaje fundamental de los museos son las exposiciones. A través de ellas se comunican con su público. Aunque no son el único medio, ese es esencial. En las exposiciones temporales se complementa la visibilización de la colección en su exhibición permanente y se cualifica mostrando nuevas aristas o profundizando otras.
La compleja situación de la actual pandemia, por supuesto, está condicionándolo todo. Ya mencioné la exposición sobre las adquisiciones. En lo adelante, nos quedan algunos proyectos como la exposición homenaje a Antonia Eiriz con motivo de su pasado 90 aniversario, con un conjunto mayoritariamente de la institución. Dos proyectos de las colecciones de Arte colonial latinoamericano y la de la Antigüedad ahondarán sobre aspectos particulares de cada una.
Hoy los escenarios digitales también ofrecen medios para visibilizar las colecciones. En ellos también trabajamos. De manera sistemática y creciente nuestras actividades pasadas y presentes están teniendo un reflejo en las Redes Sociales del MNBA y su página web. Se publica un boletín semanal con trabajos sobre autores u obras de la colección. Además, se ha establecido una sección en la que se publican obras que no se exhiben de manera permanente, con breves comentarios para su promoción. Se divulga por esta vía, también, la exposición permanente, enfocados en las obras de las diferentes salas. Se ha creado una sección sobre los trabajos de restauración que son realizados en la institución y, desde el área educativa del Museo, se divulgan aspectos de las colecciones, los artistas y las obras, a través de su perspectiva específica.
La realización de exposiciones virtuales es un campo que estamos abordando. Hace unos meses hicimos un intento, en homenaje a Carlos Enríquez, pero determinadas limitaciones en la infraestructura informática impidieron el resultado deseado. Pero, pensamos relanzarla. Hemos realizado una versión digital de la muestra Museo Nacional de Bellas Artes. Adquisiciones 2019-2020, de manera que se ha podido visitar de modo digital-virtual. Completamente virtual sí ha sido Paletas pintadas. Pintura española del museo de La Habana. 1909-1916 (18 de mayo-18 de julio de 2021) sobre una colección de paletas de autores españoles en homenaje al día internacional de los museos (18 de mayo).
En relación con los procesos artísticos más actuales el Museo está atento a su evolución y le da seguimiento a las propuestas que se realizan. También se plantea la adquisición de obras de artistas del período que permitan ofrecer una panorámica de los mismos, siguiendo las estrategias y pautas que antes se mencionaron como premisas de las adquisiciones en la institución.
Se continuarán potenciando proyectos colectivos. Bajo ejes temáticos que permiten la inclusión de obras de artistas de diferentes generaciones, tal como ha ocurrido en los últimos años, con especial énfasis en las varias exposiciones que se realizaron en la pasada XIII Bienal de La Habana (2019) en nuestro Museo Nacional.