Desbordar los límites de la existencia
(Sobre la muestra personal “Espacio Liminal” de la artista Lianet Martínez).
Por Lisbet Enamorado Pérez.
Acercarse a la obra de Lianet Martínez es convidar la percepción a un estado de liturgia interminable donde se desconfigura el sentido de lo meramente apreciativo. Siempre hay una fuerza en sus obras que busca transgredir o al menos invitar a adentrase a un universo paradójico y sensible. Su más reciente exposición personal “Espacio Liminal”, inaugurada el pasado 11 de octubre en la Galería Zapata en Miami, Estados Unidos, explora, desde lo matérico y lo objetual, estados de tránsito donde converge lo individual y lo colectivo.

Foto de la artista Lianet Martínez
El propio título de la muestra es fundamental para entender el sentido profundo de las obras que la componen. Los espacios liminales son esos lugares de paso o transición entre un estado y otro, entre una manera de ser y una transformación inminente o en desarrollo. De este modo, las 42 piezas presentadas en esta exhibición conforman un relato visual sobre procesos creativos profundamente vinculados a las experiencias íntimas y espirituales de la artista, poniendo en primer plano una reflexión sobre los espacios de frontera que atraviesan nuestras identidades, emociones y el propio cuerpo.
Al entrar a la galería, el público es recibido por Captive, una obra que, así como invita al descanso sosegado, invita a la reflexión y a la duda. Se trata de una hamaca elaborada a tamaño natural presentada en el medio del recinto y la cual fue confeccionada con esposas de metal ensambladas unas con otras. Este objeto interpela inmediatamente por su materialidad y carga simbólica, al reapropiar un elemento cotidiano destinado al control y la restricción para transformarlo en un soporte que sugiere relajación y reposo. En la trayectoria de Lianet Martínez se reitera el hecho de utilizar objetos comunes para hacer trascender su funcionalidad primaria en busca de un discurso artístico. Para ello anula el uso normativo del objeto, al incorporarle elementos que lo privan de la finalidad para la que fue creado, así concibe una pieza reconocible desde el punto de vista formal, pero con una apertura simbólica abrumadora.

Captive, 2025. Esposas y cables tensores de acero inoxidable sobre estructura de madera. 4 x 1.17 x 1.24 m
Captive es una instalación que parte de este principio creativo y que se inscribe como una instalación deudora de su tiempo y de su contexto, es una expresión excelsa de un sentir colectivo en una sociedad que se siente prisionera en un estado aparente de “libertad”. En este sentido es válido destacar que esta fue una de las piezas concebidas por la artista durante su paso por la Residencia de Creación Unlimited en Nueva York dos meses previos a la exposición y la cual fue otorgada a partir del apoyo del Rockefeller’s Brothers Fund y el Cuban Artists Fund. Lo que resultó interesante en este proceso fue que esta pieza no pudo crearse, ni presentarse como instalación en la mencionada ciudad estadounidense durante el Open Studio, que dio cierre a la residencia, debido a que en el estado de Nueva York está prohibido legalmente el uso civil de esposas metálicas. De esta forma, es esta una pieza que además de abordar los mecanismos de control social, es igualmente un objeto de censura y prohibición, por lo que desde este hecho cuestiona los términos en que se maneja la libertad artística y hasta qué punto el arte es un territorio sacro dentro de un sistema social. Esta obra nos expone como blanco de manipulación y control al estar insertos en sociedades que, a pesar de ser muy distintas, todas defienden como máxima la autonomía del sujeto, pero desde el espacio mediático, político y comercial amparan estándares y patrones globalizantes y/o totalizadores que coaccionan no solo el comportamiento del individuo, sino incluso sus principios de verdad y justicia.

(De izquierda a Derecha) Transmutación, Contención, Puntal, Ecdisis, Asentamiento, Doble naturaleza, Matria, 2024. De la serie Coraza. Quemado en acetato transparente entre acrílicos. Ganchos y marcos de madera. Dimensiones variables
Por otro lado, destaca en esta sala Ecdisis, Contención, Transmutación, Puntal, Matria, Doble Naturaleza y Asentamiento, siete escudos pertenecientes a la serie Coraza, la cual es una serie que se apropia de la simbología y forma del escudo cubano como un símbolo de defensa en territorios de conflicto emocional, profesional y social. Dentro de cada escudo hay un acetato quemado que dibuja, a modo de huella, diferentes estratos psicológicos que la artista extrapola desde su experiencia como mujer y como artista. Apropiándose de esta condición protectora del elemento en cuestión, este conjunto de obras aborda la resiliencia y la protección. Cada elemento aludido conforma lo que para la artista representa su refugio interno, el cual ella significa como su propio cuerpo pues lo entiende como el único lugar verdaderamente propio y en el cual habita en plena libertad. Cada escudo es como capas de una misma esencia, son roles que configuran un todo y desde los cuales emerge una fuerza arrolladora como de quien enfrenta la vida para sentirla de placer o para sufrirla y deshacerse en ella.
Continuando la muestra, destaca la serie Cartografía de un cuerpo, un conjunto de piezas que recorren el relieve externo del cuerpo y se adentran en las cavidades de lo emocional. Sobre marcos antiguos de bronce se disponen siete moldes en resinas hechos sobre el propio cuerpo de la artista y seis fotografías en portaobjetos de cristal. En el caso de las resinas es importante destacar que las mismas se fundamentan desde el propio proceso creativo, donde primeramente el yeso es vertido sobre el cuerpo inerte de la artista para copiarlo y luego sacar el molde en resina. Desde este ejercicio casi lúdico, Lianet Martínez reflexiona sobre cómo la manera en que ella misma entiende su corporeidad ha sido moldeada desde el control, desde los roles asumidos o adjudicados social e históricamente. Por ello entiende esta corporeidad desde lo fragmentario y lo vivencial. A partir de esos instantes en que el cuerpo es obligado a accionar propone cada expresión que va a ser eternizada en la resina, es casi una manera de perpetuar el recuerdo convertido en piel, de ahí que surgen nombres como Vislumbre, Susurro, Repliegue, Mirilla, Contención, Develación y Rastro.

Vislumbre, Repliegue, Susurro, Mirilla, Contención, Develación y Rastro, 2025. De la serie Cartografía de un cuerpo. Moldes del cuerpo de la artista fundidos en resina de poliéster y fibra de vidrio sobre marco antiguo de bronce. Punctum, Ofrenda, Suturas, Volcán, Bajo la superficie y Origen 2025. De la serie Cartografía de un cuerpo. Papel fotográfico laminado y sangre de la artista sobre portaobjetos de cristal y marco antiguo de bronce
En el caso de las fotografías se ha utilizado el portaobjeto de cristal como un soporte que simboliza la búsqueda de lo interior, eso sumado al hecho de que cada fotografía ha sido intervenida con la sangre de la artista, abordando, de esta forma, la relación con el dolor, el sufrimiento y lo que implica el sacrificio. En conjunto, las resinas y las fotografías son una mapificación territorial y emocional de la vida de la artista desde lo externo y lo interno. Con esta obra Lianet Martínez se presenta a sí misma como una gran vitrina, que se expone a la admiración fría y quizás distante del espectador, pero cuyo interior está dotado de partes de sí misma.
Otro conjunto de obras, que sin dudas es un aspecto para destacar en la exposición, es la pintura matérica, en la que se utiliza la técnica del fósforo pegado y quemado sobre el lienzo, así como también el carbón sobre lienzo. En estas piezas, dispuestas mayormente en la tercera sala del recinto, se profundiza en el significado simbólico del abrazo como un gesto que trasciende las relaciones humanas, y se asume como un espacio de reconciliación, intercambio y negociación. La artista se inspira en los propios procesos de migración donde el abrazo es punto anhelado de encuentro, pero también de escisión familiar y confrontaciones circunstanciales donde la distancia desafía cualquier posibilidad de contacto. Al mismo tiempo, este concepto conecta con la construcción de la memoria y la identidad a través de la utilización de componentes como el fósforo, el carbón y el fuego. Y es que, para la artista, la combustión de estos elementos y la huella apreciable del paso del fuego es un proceso desde el cual se profundiza en la transitoriedad y la inevitable transformación del recuerdo a lo largo del tiempo. Así como se van superponiendo los fósforos y el fuego va quemando uno a continuación del otro en cada cuadro, la identidad de los sujetos se va conformando en esta acumulación de vivencias que va mutando y cuyo resultado es un producto totalmente genuino. De esta forma, memoria e identidad son el resultado de un proceso dinámico de destrucción y renovación constante en el que la experiencia deja una huella visible que moldea y reconstruye el ser.

(De izquierda a derecha) Escisión, 2025. Conjunto de 8 piezas. Fósforo pegados y quemados sobre lienzo. 160 x 160 cm (80 x 40 cm c/u) /We grow apart, 2025. Carbón y óleo sobre lienzo. Díptico 180 x 120 cm c/u. /Suspensión, 2025. Óleo y fósforos pegados y quemados sobre lienzo. 300 x 195 cm. /Encuentro, 2025. Óleo y fósforos pegados y quemados sobre lienzo. 300 x 200 cm
Conectando mucho más con lo personal, Lianet Martínez completa esta sala con un conjunto de siete esculturas en resina que igualmente fueron hechas a partir de moldes tomados al natural sobre siete personas que han tenido una significación en su vida. A cada una la artista le pidió que recreara la manera en que mejor la abrazan. De ahí que su esposo dispone sus brazos abiertos, pues para él la mejor manera de abrazarla es en libertad; su papá extiende sus manos como para suspender su cuerpo sobre el agua, pues fue él quien la enseñó a flotar, no solo en el mar, sino sobre los problemas de la vida; su mamá cierra sus brazos como de quien resguarda algo preciado, su hermana se abraza en ella misma, pues su carne es una extensión de la de la artista y Rojas, personaje protector en la vida de Lianet Martínez, levanta sus manos como las tantas veces en que le tomó el rostro a la artista para inspirarle fuerza y confianza. Desde estas esculturas el abrazo emerge como un gesto íntimo y cargado emocionalmente. Estas esculturas son un ejercicio de materialización del afecto convertido en arte, son obras de una gran envergadura emocional que conecta con el universo afectivo de la artista.

(De izquierda a derecha) Desprendimiento, Te abrazo en mí, Manos de Fe, Cobijo y Flotación, 2025. Moldes al natural. Fundición en resina de
“Espacio Liminal” resulta una exposición para ser sentida más que entendida, a detalle se teje el sentir de toda una vida a través del arte. Cada obra es una exteriorización de experiencias íntimas trascendidas en una colectividad afín a la artista desde la coexistencia. La muestra invita a la reflexión profunda sobre los procesos de transición humana y cómo la construcción de la memoria, tanto individual como colectiva, devienen un proceso de destrucción y reapropiación que van moldeando la identidad. Asimismo, enfatiza en los sistemas de control que afectan al cuerpo y al ser, determinando la propia historia de vida del individuo. Lianet Martínez presenta en esta exposición el proceso de crecimiento que ha vivenciado desde lo personal y lo profesional, por ello está implícito en la misma una necesidad de diagramar la existencia desde esos intersticios de transformación y renacimiento. Es por ello que, en este umbral creativo y vivencial, la existencia es desbordada para diluir los límites que impiden transformar la vida en un discurso abierto de reformulación artística.
