La existencia y trayectoria de Juan Delgado Calzadilla (1958-2021) puede resumirse brevemente en tres momentos fundamentales: su vida familiar, el recorrido como estudiante y su proyecto profesional.
De la vida familiar nos podríamos referir a su preocupación como Hijo mayor, a la cercanía a su Madre. Al regocijo de situarse como el centro de sus hermanos, llevándolos a un plano de ayuda permanente y, en este proceso, siendo el modelo a seguir.
Muy próximo a sus Mayores, su Mamá y Abuela Materna, a sus tías y Primos, en fin, se hizo audaz, Juanito, en el quehacer. Hecho que incidió en el crecimiento logrado mediante su propio andar.
Como estudiante se formó en la exigencia de la primera generación de la también llamada Escuela Vocacional Lenin. Poco a poco, creciendo ante los obstáculos, alcanzó el mérito de ser seleccionado para formar parte de la Unión de Jóvenes Comunistas. Una vez egresado de la “Lenin” se incorpora a la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana. En dicha Facultad se puso de manifiesto su personalidad de manera multifacética. Fue combinando sus estudios con la práctica danzaria, al formar parte de la comparsa de la Federación Estudiantil Universitaria, que dirigió durante muchos años, Johannes García. (En el presente es el Director de la Compañía de Danzas Tradicionales JJ y Premio Nacional de Danza 2020).
Lo hermoso de aquella etapa radicaba en que Juanito fue considerando ese quehacer, de forma tal que pudo elevarse muy por encima de los obstáculos. También de las contradicciones en medio de la vida cotidiana.
Cuando se gradúa en la Facultad de Economía ya había cosechado un cúmulo de amigos. Incluso, de compañeros de estudios y personalidades que siguieron su recorrido profesional.
En el año 1982 se incorporó a una institución del Ministerio de Cultura, la cual fue dirigida por la Dra. Nisia Agüero Benítez: nos referimos al Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC), en la sede de Muralla 107 entre San Ignacio e Inquisidor, en el perímetro de la Plaza Vieja.
Fue en el Fondo Cubano de Bienes Culturales donde coincidimos durante más de una década, trabajamos ambos en la Galería Plaza Vieja. Muy pronto, además de su función como economista, Juanito Delgado estuvo al frente del Sindicato de Trabajadores de la Cultura y como militante de la Unión de Jóvenes Comunistas. Desde los primeros momentos fue escogido para presidir la representación del FCBC durante las Jornadas Culturales en los Países Socialistas; así como convivir, con la naciente institución Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA).
En los años 80 fue cuando el FCBC brilló como institución del Ministerio de Cultura, debido a la multiplicidad de acciones y eventos que se desarrollaban. En ellos Juanito Delgado fue uno de los mejores representantes, en su especialidad, así como en las actividades de la vida cultural.
Vale decir que, desdichadamente, muchos de aquellos trabajadores y artistas han fallecido, pero deberíamos recordar que fue aquel un momento importante. En esa década, Juanito Delgado ya se había incorporado a trabajar como representante del Maestro Manuel Mendive.
Sin desviarnos del tema que nos ocupa, hay que reconocer que Nisia Agüero Benítez, mediante las más diversas actividades, permitió que se gestara un movimiento cultural,[1] válido tanto a nivel nacional como internacional. En ese se encontraban muchos artistas y artesanos vinculados en aquel instante a dicha institución de La Habana Vieja.
En el año 1984 tuvo lugar la Primera Bienal de La Habana, organizada por el entonces Centro Wifredo Lam. Un evento que hubo de marcar definitivamente las artes plásticas, ya no solo de Cuba. Desde entonces estarían convocados además artistas del llamado Tercer Mundo.
Durante la segunda edición de la Bienal de La Habana se reunió un jurado, integrado por destacados críticos, historiadores de arte y galeristas. Entre ellos se encontraba el crítico e historiador de arte, ya fallecido, Pierre Restany.
Manuel Mendive era conocido en Francia desde los años 70. Vale recordar el premio obtenido en el Concurso de Pintura de Cagnes-sur-Mer, en el mismo 1970. En esos años, Mendive sostuvo un proceso de creación ascendente que le permitió ser uno de los artistas cubanos más reconocidos a nivel internacional. Su proceso de creación lo llevó a explorar en una de las expresiones que lo ha expandido en experiencias formales: nos referimos al Performance Art.
Mendive inauguró Para el Ojo que Mira (1987), la primera exposición personal con un performance en el Museo Nacional de Bellas Artes, La Habana. Dicho performance contó con más de un centenar de bailarines con cuerpos pintados; músicos; un cierto número de animales, también pintados. Queremos resaltar que el trabajo de producción fue significativo, porque el concepto que el Maestro desplegó, requirió de una definida proyección histórica. Esa, siguiendo un recorrido procesional, fue concebida por Manuel Mendive y organizada por Juanito Delgado. Hubo una intensa labor y una previa organización muy activa.
Salieron desde el poblado marino, en las inmediaciones de la Iglesia de Nuestra Señora de Regla. Abordaron las patanas que condujeron a los integrantes del performance, los cuales, en las embarcaciones, se aproximaron al “Malecón”. Ya en ese punto –Avenida del Puerto– bailarines, actores y músicos se unen al público, continuarían la ruta como multitud. Siempre afirmé –y continúo con tal idea– que, con Para el Ojo que Mira, entra en el Museo Nacional el corpus de las deidades africanas. Luego, salieron las Musas Griegas, los Dioses del Olimpo.
Mendive tomó el camino del Museum para que pudieran entrar, ya definitivamente, las deidades africanas en un cortejo de dioses, con música de los Tambores Batá y en un recorrido que desde Regla –el primer lugar donde desembarcaban los esclavos– marcaría, a través del arte, su definitiva libertad. En aquel 1987 realizó Mendive un performance multitudinario, multifacético e integrador en el espacio del arte. Ese año, simbólicamente, los africanos y afrodescendientes, desde el arte, comenzaron a ser Libres.
Tras el éxito de la exposición y el performance Para el Ojo que Mira, en Bellas Artes, el proyecto fue solicitado para exhibirse en el Museo de Bellas Artes de Panamá. En aquel país se desplegó una exitosa actuación. Siendo doblemente requerida la presentación de los bailarines y músicos cubanos que se vincularon a la acción de “Los Congos de Portobello” en Panamá. Los artistas cubanos y panameños hicieron florecer aquella presentación artística.
Evidentemente, Juanito Delgado impulsó el proyecto de Panamá. Fue el enlace del FCBC. El proyecto tomó relevancia gracias al vínculo creado entre el Fondo Cubano de Bienes Culturales y PANARTE.
De los eventos internacionales en los que Mendive se destaca, como uno de los artistas latinoamericanos más reconocidos, estuvo la Bienal de Venecia de 1988. Allá presenta el performance La Comida. Con bailarines de Danza Nacional de Cuba, como Luz María Collazo, Pablo Trujillo, Inés Pérez y percusionistas, entre otros, La Comida hacía referencia a Changó. Toda la acción se desarrollaba en un diálogo entre las comidas pintadas, los platos sostenidos por los bailarines y el movimiento danzario. Estaba Mendive entre ellos. La participación del público asistente expandió el dominio de la acción plástica.
En esos años, el Maestro Mendive tuvo un quehacer incesante. Sus relaciones y su continuidad se acrecentaron definitivamente.
A través de toda la obra y de su recorrido espacial, vivió las transformaciones que se produjeron en Cuba. En verdad después de la Primera Bienal de La Habana todo el movimiento artístico cobró nueva fuerza y se perfiló el discurso de las exposiciones colectivas, así como el de los proyectos de curadurías internacionales.
La presencia de Juanito Delgado hizo posible, en cierta medida, los encuentros de Manuel Mendive con galeristas y críticos de España, como María Llüisa Borrás, Joan Guaita y Antonio Zayas. En momentos en los que la casa de Manuel Mendive era el grato Dulce Nombre, en el Cotorro, allí tuvieron lugar algunos encuentros. Allí se reunieron los directores de galerías, como el de Galería Le Mond de L’Art, Rafael Doueb; Joan Guaita, de Palma de Mallorca; el de la Pan American Gallery, entre otros directores y galeristas.
Todos esos encuentros propiciaron nuevos resultados. Las invitaciones a realizar exposiciones personales en Francia e Italia con importantes performances, en museos e instituciones, tuvieron mucha aceptación y resonancias. Entre tanto, los viajes y los recorridos a diversos países africanos se reanudaron. Baste recordar que, formando parte de algunas delegaciones concertadas, Manuel Mendive viajó desde los años 70 a países africanos.
Con el Conjunto Folklórico Nacional de Cuba se integraban otros artistas, los cuales viajaron a Mozambique y Angola. El Maestro Mendive formó parte de esas delegaciones. Acudió a uno de tales encuentros para conocer y entrevistarse con una de las “Macumbeiras”, mujeres que se encontraban en pequeños centros ceremoniales, donde solamente la sacerdotisa oficiante y Mendive pudieron observar. Y vieron girar incesantemente las “jícaras” que vaticinaron su Futuro…
Durante el inicio del Nuevo Milenio, el Maestro se interesó en retomar los recorridos por el continente africano. En dichos proyectos, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores y del Ministerio de Cultura, los vínculos entre estas instituciones se hicieron posibles. Juanito Delgado era quien debía concertar el alojamiento y la transportación, así como las visitas a personalidades y funcionarios. Todo ello tuvo la aproximación con la realidad social de cada pueblo. Juanito debía establecer los nexos para poder darle continuidad a todo el recorrido.
El primero concertado tuvo lugar en 2001, año en el que Mendive había realizado un conjunto de obras con el título Changó y la Vida para la galería de Joan Guaita, en Palma de Mallorca.
En aquel proyecto, Juanito tuvo que realizar un trabajo muy elaborado. La comitiva que acompañaba al Maestro constaba de ocho personas: Manuel Mendive; el Dr. Vixanio Blanche (ya fallecido); Teófilo Carlos Molina Josefé, Ayudante (F); Luis Alberto Guerrero Torres (F); Pablo Thropman; Alexander González Carbó; Juan Delgado Calzadilla; Guillermina Ramos Cruz, especialista y traductora.
Conociendo las particularidades de cada persona, previa conversación con el Maestro, Juanito realizaba la distribución de las habitaciones, la entrada en los hoteles, los horarios en las comidas, etcétera. Lo más significativo resultaba que, tras situarse cada uno en sus respectivas habitaciones, Juanito seguía laborando, citando a la prensa. Y concertando visitas a los museos y, además, encuentros con determinados funcionarios y artistas.
El viaje a Egipto, en cuyo recorrido se percibió la impresionante entrada a la ciudad de El Cairo, resultó ser verdaderamente deslumbrante.
Hospedados en un hotel muy próximo a las antiguas pirámides Keops, Kefrén y Mikerinos, se percibía el misterio de las tres construcciones: dialogaban con el Desierto.
Allí, desde el corazón del antiguo imperio egipcio, se inició el recorrido a la más antigua cultura que floreció en los márgenes del Río Nilo. Fue en verdad un encuentro con el Principio de la Antigüedad, desde donde se nutrió, sin lugar a dudas, la Cultura Griega.
Juanito Delgado y yo navegamos a través el Río Nilo en modernas embarcaciones. Pudimos acceder al Valle de los Reyes, descender a la Pirámide donde se encontraba el más antiguo Sarcófago de Tutankamón y perder la respiración por el calor en medio del desierto. No era permitido hacer fotografía alguna.
Vivimos momentos irrepetibles. Junto a Mendive caminamos las calles de El Cairo. Visitamos los mercados. Conocimos templos donde convergía la Iglesia Católica Oriental, vale decir la Iglesia Ortodoxa, que está basada en el Cristianismo y que tiene a San Miguel como figura principal.
Se incorporaba en la Cruz a los Siete Elementos del Martirio: El Gallo; La Columna donde se ató a Cristo; la Vara con la Esponja mojada con Vinagre; los Tres Clavos; El Paño donde se reflejó el Rostro de Cristo; el Látigo con el que fue flagelado; la Túnica que se jugaron los criados. Esos siete elementos formaron parte de la simbología consagrada por la Iglesia Oriental, es decir, la Iglesia Bizantina, para la representación cristiana. En aquel momento pudimos observar templos que simbólicamente estaban representados como si fuesen una aproximación a La Meca: con muchas Telas Recubriendo La Gran Piedra Sagrada.
Todo ello lo vimos en el recorrido realizado desde El Cairo hasta Hurgada, atravesando el Desierto y observando las orillas del Mar Rojo.
En distintas regiones de El Cairo se prohibía a las mujeres la entrada a algunos templos del Islam. Asimismo, visitamos la Ciudad de los Muertos (Death City), el cementerio que es frecuentado por muchas personas donde, incluso, se permitía a algunas habitar en el mismo.
Todo ello fue, sin duda alguna, una experiencia cultural. Son vivencias que no podrán sustituirse, porque esas realidades actualmente no se pueden percibir.
Viajamos después a Nigeria, Benín, Togo y Ghana. En cada uno de esos países visitados nos acercamos a las experiencias de las culturas africanas en su praxis de la religiosidad contemporánea y en coexistencia con el Islam.
Sin embargo, debemos activar lo visto en aquel momento. Y discernir, separando lo mutable y lo valedero, para incorporarlo a nuestro conocimiento. Lo verdaderamente cierto es que fuimos a captar y percibir aspectos de la cultura y la religión yoruba, que ya se han ido modificando de modo paulatino.
Conocimos la población de Osogbo, donde se realiza el Festival de Oshún. Allí se practica la religión yoruba y es la población que venera a Oshún; en Abeokuta, a Yemayá y a Oggún; en Oyo, a Changó. Y en Ilé Ifé se venera a Orishanlá a Oduddúa y a Orunla.
Cada una de estas deidades posee su propio Templo. Oficiaba en ese un celebrante por separado, rindiendo homenaje a cada una de tales deidades. Además, en el propio escenario del Festival de Oshún, observamos distintos autobuses, identificados con grandes telas: podía leerse, “Peoples of Odduddua Congress”.
Todo ello se ha mantenido. Y paralelamente se sostiene, a la vista de todos, la práctica del Islam.
En aquellos momentos, en Nigeria y Benín, se practicaban diversos cultos y se había expandido también una especie de Cristianismo: con una práctica centrada en un culto desarrollado en la Orilla del Mar. Además, acompañado con cantos y alabanzas. Durante la noche eran encendidas muchas velas.
Estas expresiones tenían ciertas semejanzas con el Espiritismo que, antiguamente, se practicaba en Cuba.
En Benín, en sus ciudades de Cotonú y Porto Novo, se practicaba un festejo denominado la Festividad de Eggunggun. Se desarrollaba en espacios al aire libre, aunque definidos en un área circular. Los participantes en la Festividad de Eggunggun eran iniciados en el Culto a Eggunggun. En su estructura inicial tenían que adentrarse en una pequeña habitación, lugar donde se cambiaban. En la Festividad de Eggunggun se identificaban a través de una determinada vestimenta: cada Eggunggun lucía los atributos característicos de cada personaje.
En Ilé Ifé conocimos, en aquel entonces, al Oní de Ifé, y en su Palacio lo visitamos y homenajeamos. Estábamos en presencia de todos sus Altos Dignatarios y sus seguidores.
Con posterioridad recorrimos las proximidades del Palacio y del Museo dedicado a los Próceres de la Cultura Yoruba. Conocimos el Túmulo de Oranmilán, así como algún Palacio y diferentes pequeños centros donde se realizaba artesanía textil desde la técnica del Batik.
Debemos recordar que en Osogbo, Nigeria, vivía un artista llamado Sangodare Ajalá, quien en alguna ocasión viajó a Cuba, invitado por el Maestro Mendive. Otro de los artistas africanos que estuvo en La Habana, invitado por Manuel Mendive, para participar en la Bienal de La Habana, fue el artista beninés Romuald Asoumé.
A través de todos los años en que se ha desplegado la Bienal de La Habana, surgiría un espacio-proyecto muy peculiar y activo. Fue creado y organizado por Juanito Delgado Calzadilla: Detrás del Muro.
Para la selección de las creaciones presentadas en la puesta en escena que fuera Detrás del Muro, durante sus ediciones, hubo obras resueltas en pintura o escultura con una peculiaridad: se exhibían en el escenario monumental del Malecón de La Habana.
Ampliando la perspectiva, mostrando las múltiples variables, Juanito encontraría en Detrás del Muro un punto de encuentro.[2]
El artista transitaba por las calles. Se situaba desde la magnificencia del metal o el poder de un volumen, diseñaba un rostro escultórico. Organizaba y distribuía el espacio, auscultaba y ampliaba las miradas desde el centro o la periferia. Líneas fundamentales, tomadas desde el ángulo preferencial del artista, recuperaban la corporeidad.
Allí, en esa franja, las artes plásticas, la música, el teatro… se expresaron con la amplitud que podía asumir cierto ángulo del Malecón. Y desde otra visión.
Fue él, Juanito, quien introdujo en la Bienal de La Habana –desde el 2012– la asociación de muchas miradas, el vuelo del ave y la paciente reconciliación de la plástica, la música, del movimiento danzario, del desplazamiento y la magnitud de su propia mirada que incorporaba el rayo de luz. A pesar de todo, Detrás del Muro está en el ritmo que acompasa las olas. Por eso Juanito Delgado Calzadilla es y seguirá siendo una existencia en movimiento.
Dra. Guillermina Ramos Cruz
- Sin desviarnos también del tema, merece destacarse un libro con señales testimoniales y plurales sobre esos asuntos. Nos ilustra de los desvelos por la promoción artístico-cultural de esa mujer, “una de nuestras más valiosas promotoras de la cultura cubana”: Sencillamente Nisia (Ediciones Extramuros, La Habana, 2009), de Heriberto Feraudy Espino. Y en particular, quizás, sugerir sus epígrafes-capítulos “Fondo [Cubano] de Bienes Culturales” y “Artistas plásticos”. [Nota de los editores]. ↑
- Un punto de encuentro, inclusive, con posibles y reales rizomas de varios tipos: algo que tenemos en el libro Los colores del ánimo (Detrás del Muro Ediciones, 2015), de Elvia Rosa Castro, con el que queda inaugurado un sello editorial que, por demás, fuera apoyo para un par de volúmenes y catálogos relativos a las artes visuales. En ese, al proyecto de Juanito, está dedicado el texto “Los muros son vejaciones trascendentes”. [Nota de los editores]. ↑