Un Monumento a muchas cosas
Por Beatriz Hernández Jiménez
En los tiempos que corren, la escultura cubana, especialmente la monumentaria y ambiental, atraviesa uno de los períodos de mayor dificultad, a diferencia de la escena pictórica, cuya renovación se agradece con cada nueva propuesta -en su mayoría figurativa y anecdótica-. Por un lado, los desafíos para conseguir los materiales y tecnologías necesarias continúan siendo grandes limitantes para el desarrollo de la práctica escultórica en cualquiera de sus formatos. Por otro, el vencimiento de los moldes gremiales acontecido desde décadas pasadas ha fomentado un mayor enfoque hacia lo escultórico desde la instalación y el llamado environment, cuya esencia radica más en la intervención espacial que en la propia tridimensionalidad. Igualmente, el casi nulo acceso a los llamados “materiales nobles” ha acelerado esa riquísima experimentación con productos extra-artísticos y el tan polémico escenario de la objetualidad.
Han sido en su mayoría los artífices de renombre y larga trayectoria quienes dan continuidad a las técnicas y materiales tradicionales como el mármol, el acero, el bronce, la cerámica, incluso la madera, generalmente en formatos de salón -aunque se presenten interesantes proyectos de escultura pública en espacios internacionales-. La propuesta estética y discursiva de las divergentes generaciones de artistas visuales cubanos que se encuentran trabajando en la ínsula es (sigue siendo) amplia y dinámica, por lo que la falta de proyectos escultóricos de gran envergadura y con acertada incidencia en nuestros espacios urbanos se debe en su mayoría a limitantes económicas y al carente apoyo por parte de las instituciones culturales.
Entre los principales exponentes de la manifestación se encuentra la figura de Tomás Núñez, quien desde los años 90 ha desarrollado un grupo de obras ambientales principalmente en La Habana y Granma, así como más de una decena en ciudades de Argentina, México y España. Un hombre que ha explorado a profundidad los mundos de la cerámica, la instalación, el grabado, el collage tridimensional, y por supuesto la escultura de mediano y gran formato.
Mucho se ha hablado de la originalidad en la producción de Johny -como le conocen sus colegas y amigos-, de su marcada afiliación con la tendencia del objet trouvé y el assemblage de objetos desechados. También es conocido que su interés no se limita a la recolección e incorporación de artículos de la cotidianeidad en el arte, fenómeno iniciado por grandes maestros como Antonia Eiriz, sino que hay una preferencia por la transformación de dichos elementos para alcanzar una estética determinada, cargada de un contenido más simbólico que narrativo. Existe un procedimiento que ha ido perfeccionando con los años, véase en sus bocetos previos, composición, pigmentación y tratamiento con óxidos y algunos compuestos líquidos especiales. Hay una evidente búsqueda de la excelencia en la técnica, algo heredado de sus mayores referentes, y un pulso emotivo evidente.
Después de cuatro años de haber realizado una muestra personal en la Galería Villa Manuela de la UNEAC (Vidas, 2020) y cinco de haber expuesto en su propia galería-taller Corral Falso 259 (Jardín, 2019), resulta discrepante, si se quiere atrevido, el más reciente proyecto expositivo de este autor. Monumento es el título de la exposición que estará abierta al público hasta el mes de febrero del venidero calendario en los predios de su recinto en Guanabacoa. Como indica su título, tal parece que nos encontraremos ante una obra de vocación conmemorativa, de cierto aire triunfalista. Por el contrario, se trata de un compendio de piezas tridimensionales de gran escala que, unificadas, intervenidas y ubicadas casi por la fuerza al interior de paredes pétreas dan al traste con el concepto tradicional de monumentaria.
Se yuxtaponen los fragmentos de esculturas pasadas, algunas de ellas pertenecientes a su jardín desde hace más de un lustro, indumentarias férreas, piezas extraídas de antiguas y ruinosas construcciones, incluso algún que otro tótem ceremonial tan distintivos en su producción. Todo se entremezcla. Todo envuelve al visitante, que para apreciar el conjunto debe encaminarse por entre sus extremidades y espacios de silencio. Se trata de una obra que enzarza las nociones de lo tridimensional, instalativo e intervencionista, que en su propia materialidad hace un recuento de múltiples esculturas públicas, de talentos heterogéneos, que se amontonan al interior de un estudio privado como si de una mente creadora y acumulada de intenciones se tratara. Esta vez, el prócer homenajeado viene a ser el objeto encontrado, el hombre común y todo el atavío antropológico de nuestros tiempos. Nos encontramos ante un monumento a muchas cosas, a cada una de las que el espectador sea capaz de leer.
Finalmente, tomo el riesgo de dejar por escrito mi lectura personal. La cultura de la precariedad -tan instalada en la vida del cubano-, lleva necesariamente a la cultura del almacenaje y la reutilización. Esta vez el artista lo lleva a una escala sobredimensionada, en un intento de llamado de atención o de simple autoconvencimiento. Percibo un grito ahogado bajo tanto tareco y una interrogante que no deja de retumbar en mi cabeza: ¿Podríamos quedarnos con todo esto y ser felices? También a ese miedo colectivo, Johny ha hecho un monumento.
La Habana, 1 de diciembre de 2024
Estoy seguro que tú y yo vivimos aquí, al lado de un postigo viejo que no lleva a ningún lado.
Quizás me equivoco. Esa columna sí aguanta, o al menos lo hizo. Deberías agradecerle.
¿Para qué sirve tanto tareco?
Podemos usarlo para construir nuestra futura casa, o un ataúd muy vintage. Las modas también se reutilizan.
Haz tú lo que quieras, yo voy a armar mi fortaleza, una que me represente y me proteja. Tengo todo lo que necesito.
Podría también conformar un camino que conduzca a algún lugar. ¿Y si luego no consigo volver? No, no. Voy a quedarme con todo esto y voy a ser feliz.
Quizás me equivoco.
Beatriz Hernández (curadora)/La Habana, diciembre 2024.
Créditos de Fotos:
Belkis Martín Fotos (1,2,3,4,5,6,7)
Joel Guerra Fotos (8,9,10,11,12,13,14,15)