Entre la idea y la experiencia
Convocada desde el Consejo Nacional de las Artes Plásticas con la presidencia de Rubén del Valle Lantarón y el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam con la dirección de Jorge Fernández. En un nuevo giro de sus estrategias el evento renuncia a la definición de un tema, en función del planteo de un enunciado, a la vez que desecha definitivamente la presentación de una muestra central. Se interesa, de esta manera en los procesos de creación transdisciplinarios y de intermediación que supongan colaboraciones tanto investigativas como de carácter pedagógico. La Bienal busca propiciar, además, “intersecciones” entre expresiones artísticas diversas como la danza, el teatro, la música, el cine y la literatura, a partir de la pluralidad semántica que aporta la “hibridez” en lo que comúnmente se entiende como visualidad.
En su convocatoria, luego de celebrar el 30 aniversario del evento, el equipo de curadores afirma “La Duodécima Bienal (…) aspira a instalarse en aquellos intersticios de la ciudad que faciliten el trabajo sobre los presupuestos antes referidos. Estas ideas ampliaran las disímiles miradas sobre el papel y las funciones de la curaduría en los escenarios actuales, sobre lo pertinente o no de un tema que presida las dinámicas de la obra misma y el entorno en que esta se produce o sobre la intervención que genera cada proceso creativo según el lugar y la situación para que fueron pensados.”
En esta oportunidad, nuevamente el Consejo Nacional de las Artes Plásticas organiza en el Parque Morro-Cabaña una gran exposición de arte cubano bajo el genérico de Zona Franca. Estructurada como una cartografía que registrara una sección amplia, diversa y desprejuiciada de la producción artística cubana de los últimos cuatro años. Participaron 266 artistas, 133 de ellos con exhibiciones personales y el resto en muestras colectivas. Detrás del muro organizó su segunda edición en su habitual locación del litoral habanero, a la par que se organizó, desde el propio programa colateral, un mapeo por exhibiciones y presentaciones de arte cubano por toda la ciudad.
La Duodécima Bienal de La Habana desplegó la mayor campaña comunicativa que ha mostrado el evento a lo largo de su historia. Cientos de artículos en la prensa nacional, una cobertura radial y televisiva excepcionales, catálogos, afiches, gráfica urbana desbordando muros y farolas, la consolidación de un noticiero televisivo, se acompañaron de una amplia repercusión en los medios culturales especializados. Desde lo internacional, tanto en medios generales como especializados, dedicaron amplio espacio a reseñar y analizar las estrategias desplegadas por el evento en su duodécima edición. En sentido general despertó gran interés por su clara vocación de diversidad y su énfasis la socialización del evento. No pocas polémicas se suscitaron que han mantenido sus más álgidas diferencias aún en los días que corren.
Futuras ediciones enrumbarán el evento hacia unas y otras zonas de la creación contemporánea, pero será imposible desestimar el acervo incalculable de capital simbólico y experiencias sociales que ha ido acumulando el evento a lo largo de sus doce ediciones.