Artcrónica recibió en la sede de su redacción en Ciudad de México a la joven historiadora de arte y curadora Beatriz Hernández Jiménez, aprovechando su tránsito de regreso a La Habana luego de haber curado e instalado en Chiapas la muestra colectiva “Orden imaginado”, producida de manera conjunta entre el “National Museum of Mexican Art” de Chicago”, “Portales del Arte en Chiapas” y “Casa de México”, La Habana.
En el proyecto curatorial, concebido con obras de soportes y técnicas mixtas, participan los artistas cubanos Ángel Ramírez, Daniel Collazo, Gabriela Reyna, Javier Barreiro, Joel Guerra, Linet Sánchez, Nerea Vera, Omar Sanz, Rocío García, Rolo Fernández, Tomás Núñez y Víctor Manuel Ojeda. La muestra se estará exhibiendo en el Museo de San Cristóbal de las Casas (MUSAC) hasta el 15 de junio.
Beatriz nos entregó material fotográfico sobre la inauguración y una copia de las palabras que escribió para esta curaduría…
Orden imaginado. Arte cubano en México.
Por Beatriz Hernández Jiménez
(Curadora)
Tras los preceptos de un dios, una nación o una ideología, existe una narrativa, no marcada por órdenes estrictamente biológicos; un mito que traspasa, además de generaciones, los estratos de la creencia y la convicción y que, finalmente, deviene en dogma modulador del comportamiento. No solo creemos en su existencia, sino que supeditamos la nuestra a él.
El concepto de orden imaginado, propuesto por Yuval Noah Harari, enfila la mirada aguda y reflexiva sobre los sistemas de creencias que permean la vida del homo sapiens desde su existencia. La certidumbre en estados normativos rige las relaciones interpersonales, sean de afección o desafecto. Formula y moldea la política, el matrimonio, la religión, la aceptación del cuerpo, la sexualidad, la creación artística y la legitimación del arte. Ha sido este último un escenario donde con mayor lucidez se ha intentado negar ciertos constructos sociales. Sin embargo, su historia explicita la existencia de nuevos y mayores dogmatismos. Todo orden acaba delimitando nuestras acciones, cuestionamientos, nociones de lo que es correcto y lo que no. No se trata de un fenómeno positivo o negativo, simplemente es ineludible. Como seres que pensamos y construimos realidades, construimos también patrones a seguir.
Orden imaginado. Arte cubano en México emite criterios diversos sobre el poder de las narrativas en la mente humana; su discernimiento, apego o maneras de evasión. A través de una pluralidad de soportes, técnicas y discursos expresivos, que en ocasiones se tornan distantes, los creadores caribeños proyectan perspectivas muy personales en torno a un debate de suma actualidad. Y es que el hombre cubano no escapa de sus propios dogmas, encuéntrese este en su procelosa y venerada ínsula, o lejos y anhelante de ella.
Consideraciones sobre los artistas y obras incluidas en la muestra:
Ángel Ramírez
La estética de aire medieval, el empleo de la palabra escrita y el ácido sentido del humor, vuelven a ser vehículos para el artista. La crítica socio-política se entreteje entre la burla y el preciosismo pictórico. Se reconocen ambas escenas en su contexto nacional, para luego desanclarse ante la pluralidad de realidades globales posibles. El personaje de cada obra se incapacita, inconscientemente o bajo su propia e interesada voluntad. La autolimitación del cuerpo y de los ojos comienza por la autodelimitación de la mente.
Daniel Collazo
La serie Resonancias deviene para Collazo en ejercicio minucioso y meditativo. Abandona cierta libertad estética de series anteriores. Esta vez se reduce el plano a pequeños fragmentos de algo sugerentemente mayor. Las estructuras arquitectónicas se sintetizan hasta rozar el abstraccionismo geométrico. Son formas severas, cerradas, esquemáticas, repetitivas, inflexibles. En esa monotonía visual radica la belleza y el mensaje. Los espacios que un día albergaron ideales humanos, transmutan en grafías simbólicas de un propio ideal.
Gabriela Reyna (fundamentación de la artista)
Quiero que trates de develar algo escondido, algo tan nuestro que sea utópico encontrar. Todos estamos llenos de capas y velos por quitar, ese proceso implica la entrega de nociones que solo tú tienes derecho a soltar. La búsqueda de la identidad es algo tan preciado que cuando logras descubrirte plenamente quieres permanecer para siempre. De repente me vi vestida de novia, con cientos de velos en mi rostro; yo no quiero que me mires, quiero que te veas a ti mismo, que busques en cada velo, en el gesto de retirar una capa más, en el deseo de revelar un rostro, en la impaciencia del final, eso desconocido por encontrar, quizás es tu propia mirada la que lleva un velo.
Javier Barreiro
La obra es narradora de una escena socialmente común: el ejercicio de la pedagogía. Sin embargo, su lectura se bifurca en los significados varios que implica todo dictado. El tratamiento pictórico, marcado por el tenebrismo y la violencia de empastes, sombras y colores terrosos; ligado a las condicionantes socio-políticas en las que creció y vive el artista, refuerzan todo tipo de eiségesis. El autor invita a una mirada indagatoria y reflexiva. Dictar es también ordenar, comandar, controlar. Toda acción social que implique liderazgo y se sustente sobre bases colectivamente aceptadas, conlleva necesariamente a iguales niveles de adoctrinamiento e imposición.
Joel Guerra
Las Cuatro Nobles Verdades predicen que la liberación parte de la renuncia a todo tipo de ataduras. La iluminación recibida bajo las sombras de un Bodhi ha llegado hasta nuestros días como una forma de asumir y asimilar la existencia humana. Al autor le interesa discursar sobre una profecía que, devenida en paradigma de la emancipación espiritual, acaba por convertirse en disciplina existencialista. A modo de asceta, el artista afronta el tema mediante el tratamiento austero de la fotografía y la edición, el monocromatismo y la simetría. Cuerpos desnudos sostienen, impelen y arrastran las sólidas y compactas formas transmutadas simbólicamente en los principios fundamentales del budismo. ¿Es posible el desapego del deseo como tránsito al no sufrimiento, cuando todo tránsito conlleva en sí el impuesto deseo de un final?
Linet Sánchez (fundamentación de la artista)
Un espacio es recordado (un teatro en este caso), reconstruido a partir de la memoria, blanqueado, inespecífico. La imagen es quizá resultado de la mezcla de muchos de ellos, conteniendo todas las presencias, todos los acontecimientos posibles en un mismo momento. La secuencia sugiere una historia en el escenario únicamente a partir de las variaciones de la luz y la zona de enfoque. Éste busca traspasar el límite del instante fotográfico y transcurrir en la mente del espectador a partir de la construcción de un posible movimiento.
Nerea Vera (fundamentación de la artista)
El arte de atar nacido en el Japón medieval (Kinbaku) se redimensiona. Los códigos de cordaje, engrandecidos y desprovistos del cuerpo, devienen en lisonja a la inmovilización. La importancia recae en el nudo y no en la materia que aprisiona. Permeado del concepto de moda francés, el discurso se despoja de todo fin punitivo o erótico. Propone el juego de palabras un estado de consentimiento generalizado sobre la limitación humana. ¿Es la atadura una elección, por ocasiones de altos estándares, o un ritual que se vuelve rutinario?
Omar Sanz
Las obras de Sanz se basan en la construcción y experimentación fotográfica. El autor materializa una realidad que lo acompaña y sustenta espiritualmente. La religión Yoruba, una de las más practicadas en Cuba, constituye un orden vital. Los 21 caracoles de Elegguá dan respuestas a la vida presente y futura. Olokun, misterioso, violento, es ángel de la guarda y conocedor de los secretos más profundos. Los Eggun son los ancestros, espíritus de los difuntos que custodian hasta el final de los días. Cada imagen contiene un discurso religioso, un imaginario transformador y delimitante del comportamiento y la percepción de todo hombre genuinamente creyente.
Rocío García
Una especie de versión personal y espiritual de La ola de Hokusai, es La ola de Rocío, quien imprime su peculiar onirismo estético. El mar blanco se fragmenta en el movimiento, envuelto por un paisaje de tonos rosas y grises, según dicta la superficie. Su fuerza arrastra alegremente un delfín y en la cresta una de sus féminas samuráis, desnuda y ferviente. La obra desarticula todo discurso cerrado para dar paso a múltiples lecturas. La ola como fenómeno natural posee una fuerte iconografía en la historia del arte. Símbolo del poder y la agitación, conlleva siempre el cambio, tanto positivo como negativo. Toda ola impulsa lo que forme parte de su entorno, lo arrastra consigo. No hay cabida a elementos aislados o contracorrientes.
Rolo Fernández
La obra sostiene el vínculo del artista con la tradición caribeña del humor pictórico. Súbito es el nombre del personaje protagónico. El amigo imaginario, que carece de calificativos etarios y sexuales, aparece esta vez de un color rojo encendido, contrastando con el atrayente amarillo de fondo. Lo que en primera instancia simula una refinada y decorativa composición, se descubre, ante la mirada más pausada, en una lengua asfixiante y una boca de afilados dientes. Se desconoce si la oscuridad atrapa o libera a la criatura. Solo es sabido por el propio Rolo que su alter ego vive en las entrañas de la noche. ¿Por voluntad propia? Es difícil saberlo cuando se entremezclan lo real y lo ficticio o, cuando se proyecta la imagen como un espejo de nuestra propia existencia, permeada de penumbras, miedos y restricciones propias.
Tomás Núñez
Los modos plásticos en que el artista da cuerpo a la emoción siempre contienen la reticencia a lo convencional y artísticamente aceptado. Las obras de Johny se caracterizan por la contradicción. Son composiciones abstractas, rígidas, donde barreras de diferentes soportes delimitan el fin de una zona pictórica y el inicio de otra. Un trozo de madera frena el paso al barroquismo de objetos encontrados. Un fragmento de rayador impide que la pintura alcance mayor altura. Sin embargo, las pequeñas piezas que una vez fueron olvidadas, ahora -casi autómatas- parecen burlar cualquier frontera; y el acrílico rojo, cual herida sangrante, atraviesa y se escurre en cada perforación. Hay una lucha constante de fuertes referencias a nuestra cotidianidad. Mas no hay hombres en la escena, solo materia plástica la que refiere y narra.
Víctor Manuel Ojeda
En un momento en que el paisaje pictórico parece fenecer, o encasillarse en ciertos patrones del convencionalismo, Víctor Manuel Ojeda irrumpe y formula nuevas miradas hacia el género. Su interés por representar lo telúrico es en sí una forma de andar a contracorriente. Tierra Santa es el título que elige para construir paisajes agrestes, desolados y de cierta dosis ilusoria. Es también su excusa para refugiarse en un escenario propio, que compone y transforma a su libre albedrío. Fue la sacra concepción del pueblo hebreo y toda la fe católica posterior; un leitmotiv en la religión y, por supuesto, en la historia bélica de la humanidad. La sociedad contemporánea no cesa en el seguimiento de sus cánones y paradigmas, sino que los renueva. La Tierra Santa es hoy todo espacio (no necesariamente físico) elegido y justificado, donde hay posibilidad para obrar sin cuestionamiento alguno, más que el de la genuina convicción de su existencia.
(Fotografías: Joel Guerra)