Cuando se apaga un faro cultural:
Cierra Zapadores, Ciudad del arte
Por Pancho López
Es increíble pensar que en una ciudad como Madrid, en pleno corazón de España, se permiten prácticas en las que se pueda, de un día para otro, cerrar un Museo o un espacio cultural que ya se ha establecido y que cumple con ciertas labores en zonas de la ciudad que lo necesitan, pues no cuentan con otras alternativas. En los suburbios de la ciudad de Madrid existen algunas instituciones como el CA2M y otros cuantos espacios de cultura. Sin duda, al cerrarse un espacio ya establecido no se dan cuenta de la pérdida patrimonial que este tipo de decisiones genera. El espacio que ocupaba Zapadores, Ciudad del arte cumplía con varias funciones a la vez, era un museo, un espacio de residencias y estudios para artistas, un recinto que albergaba varios archivos y colecciones de arte; era un espacio vivo, activo y con un creciente interés por abrirse a prácticas artísticas, tanto visuales y escénicas, como de intercambio y aprendizaje.
Seguramente Néstor Prieto y Francisco Brives, directores de Zapadores, Ciudad del arte tendrán un plan alterno. Conociéndoles sólo un poco, ellos no se van a quedar de brazos cruzados, buscarán hasta encontrar un nuevo sitio que albergue su colección, que se ha venido formando a lo largo de más de una década, con 1500 obras artísticas, en formatos que van desde la pintura y la escultura, hasta la instalación, el ensamblaje, el videoarte y el collage, colección que fue lograda a través de donaciones, adquisiciones directas, intercambios y otros ejemplos de buenas prácticas, donde se lograron recoger y rescatar obras de creadores como Antonio Alvarado, uno de los pioneros del arte digital español; Paz Muro, premio de Bellas Artes, y sin duda uno de los pilares del arte conceptual de este país; Rafael Peñalver y otros artistas de gran renombre, muchos de ellos abandonados a su suerte por el Ministerio de Cultura español y el Ayuntamiento de Madrid y su área de Cultura, quienes al parecer solamente se ocupan de los nombres de artistas reconocidos que no necesariamente precisan apoyo, pero que lo reciben todo.
Habrá que pensar también adónde podrán reubicarse los más de treinta artistas que contaban con estudios cedidos con un coste al alcance del bolsillo de jóvenes creadores y artistas de mediana trayectoria. Estudios que estaban dando frutos, mensualmente se abrían gratuitamente para ver avances y resultados, cualquiera podía acercarse y visitar dichos estudios, disfrutar de las obras y conocer a docenas de personas con quienes se podían establecer lazos laborales y afectivos, un espacio vivo que producía relaciones sanas.
Y no es que el Estado tenga que pagar ni rescatar a nadie, por donde va la problemática expresada en este artículo es que las autoridades deberían contemplar también los derechos culturales de los madrileños y de poner su mirada en los proyectos que justamente han logrado levantarse con tres centavos, apostando por obras que de otra manera, estarían sepultadas en el olvido y que, aunque no estén en el marco de los intereses institucionales, poseen un valor y precisan un trato digno.
Justamente deberían de reforzar sus programas y líneas de apoyo para invertir en quienes no cuentan con presupuestos institucionales y que, a diferencia de otros espacios que en muchos casos reciben presupuestos millonarios, y que si bien harán su trabajo, podrían destinarse recursos de forma más horizontal, que apoyen indistintamente a la comunidad artística, que generen prácticas igualitarias y equitativas, que devengan en una sociedad más justa, siendo que la cultura es el motor que mueve a la ciudad; y si las instituciones no tienen el alcance para observar dónde están esas carencias, deberían de apoyar a quienes sí lo hacen, para que entonces no se terminen las iniciativas por falta de recursos o por falta de apoyo.
Una invitación a ADIF (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias) a que en un futuro muy cercano, replanteen sus metas y visión, queda claro que se trata de una entidad pública empresarial adscrita al Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, y que su labor y objetivo es la construcción de líneas de ferrocarril y la gestión de su explotación; sin embargo, entre los puntos de su compromiso con la sociedad debería estar la responsabilidad de entender el espíritu de los inquilinos que ocupan sus locales, que deberían dar un trato especial a entidades culturales independientes que se han asociado con ellos y que podrían obtener una brillante imagen como patronos del arte y la cultura y no quedarse con el papelón del señor Scrooge que termina tomando decisiones por la ganancia y dividendos que obtendrán con la repartición de su pastel. Seguramente habrán algunos misterios sin resolver detrás de la orden de desalojo de Zapadores, que tarde o temprano saldrán a la luz, dentro de un par de años cuando crezca la semilla que han plantado en este terreno de más de 23 mil metros cuadrados a las orillas de la ciudad, Fuencarral, pueblo que, a todas luces, crece en desarrollos inmobiliarios que lamentablemente no ven el atractivo de tener al lado un faro cultural.
Queda la esperanza de ver nuevos linderos, nuevos espacios que se colmen de creatividad; esperemos que pronto reflorezca este espacio en otras latitudes, donde se valoren los esfuerzos y se apoyen las iniciativas.
Ánimo Zapadores, ¡a la conquista de nuevos puertos!
(Fotografías cortesía de Pancho López)