Nayr López García
(Fotos tomadas de las redes sociales de “Capicúa”)
Parece que finalmente sacamos partido al satánico mundo globalizado. Con pandemia y kilómetros de por medio, una app en nuestros celulares nos permitió a Laila y a mí, intercambiar algunas ideas acerca de su trabajo y otros temas adyacentes; ideas que desembocaron en la presente entrevista y que quizás, en el futuro, inspiren otras tantas parrafadas. Por lo pronto, me limito a resaltar el valiosísimo trabajo que en materia de diseño se desarrolla hoy en nuestro contexto y que, en su mayoría, parte de iniciativas como la que nos presenta Laila.
La imagen del hombre y de la mujer de otros tiempos se revela como respuesta original ante la producción automatizada y con aliento de déjà vu. “Capicúa”, en particular, revisita el pasado (incluso el más inmediato) para reconfigurar sus conceptos sobre diseño. Sin embargo, lejos de ponderar una apariencia meramente vintage, crea soluciones de factura moderna que, al unísono, forman parte de lo que podría entenderse como un espíritu de época para la creación actual. Espíritu que también es visible –por ejemplo– en los estampados seleccionados: momento donde se acercan diseño gráfico e industrial.
Recuerdo nombres como falda “cola de pavo real”, top “nudo”, “blusa maracas” y otros tantos que, desde las primeras nociones de estructura, anuncian interés por un discurso estético de estridentes matices identitarios, sin alejarse de cuestiones universales. Es una mirada particular en la cual conviven, de forma sui generis, culturas y experiencias. Con mucho camino todavía por recorrer, «Capicúa» ya ha adquirido, por derecho propio, una visualidad distintiva, un merecido lugar en la preferencia de un público cada vez más extendido.
¿Cuándo y cómo surge “Capicúa”?
La idea surge en 2017 realmente. Todo el proceso, hasta poder abrir, tomó tiempo: hasta abril de 2019, durante la celebración de la XIII Bienal de La Habana, fecha que me interesó precisamente por todo el movimiento que ocurría en la ciudad en términos artísticos. Después de dos años de planificación y mucho trabajo previo, hicimos por fin la apertura física.
El 2017 fue un año diferente para Cuba. Ocurrió el restablecimiento de las relaciones entre la Isla y los Estados Unidos. Obama[1] hizo su visita y también comenzaron ciertas flexibilizaciones del margen legal para los pequeños negocios en el territorio cubano. Por eso decidí abrir el mío. Inspirada por todo el movimiento de emprendimiento que se estaba gestando, se respiraba una vibra positiva y de ahí vino la idea.
Me formé como diseñadora de vestuario, por lo que la idea de tener mi propia marca no es para nada arbitraria, sino que me persigue desde el momento en que estudiaba. Desde entonces me interesa la libertad creativa y tener un espacio en el cual poder hacer y volcar todo lo que tengo en mente. Por eso es que me resultó natural la pretensión de abrir el lugar. Es la intencionalidad total desde el principio.
Estudié modas porque siempre quise tener mi propia marca y las condiciones lo propiciaron con esa apertura social. Vi así concretado el trabajo en 2019, después de muchos trámites pragmáticos y burocráticos.
¿Por qué “Capicúa”? ¿Existe alguna influencia en los diseños por parte del concepto que engloba el nombre?
El nombre escogido es “Capicúa”, que quiere decir cabeza y cola. El significado es palabras o números que se leen igual: de derecha a izquierda que de izquierda a derecha. La palabra exactamente viene de la lengua catalana. En el mundo celta –digamos, del norte de España y de la zona media de Europa– esas palabras y esos números tienen un carácter mágico, porque representan el final de todo, que siempre es el comienzo: el carácter infinito de la vida; la relación entre la vida y la muerte; entre el día y la noche; la relación del ciclo. Significa que el universo no es más que un ciclo.
Entonces, la identidad visual de la marca es un leviatán que se muerde su propia cola. Un leviatán es un monstruo marino que al morderse su propia cola forma un infinito; representa un uróboro (ouroboros), una simbología que existe en casi todas las culturas del mundo antiguo: celta, china, azteca. Este monstruo puede ser una serpiente, un dragón o la serpiente emplumada en el caso azteca –por ejemplo–, pero siempre muerde su cola, aludiendo a todo final como inicio de algo nuevo. Yo me planteo la vestimenta, la moda –en el momento de creación– desde un punto de vista cíclico. ¿De dónde vienen los materiales, cómo serán usados y qué va a pasar después de que esa pieza deje de ser usada y termine su vida útil? Por tanto, ese símbolo constituye una gran influencia dentro de la marca.
Este es básicamente el concepto de diseño detrás de las piezas. Me cuestiono la procedencia de los materiales, el por qué escojo esos y no otros y qué ocurrirá con ellos una vez desechados. Me interesa también el diseño en función de que ese producto tenga el mayor tiempo de vida útil y su posible reciclaje posterior. Entonces, el concepto del nombre y de la imagen del logo son sumamente connotativos, pues representan la esencia del trabajo.
¿Cómo se desarrolla la producción? ¿Creas líneas, series o diseños individuales?
“Capicúa” es, en esencia, una marca experimental de ropa. Los diseños no están dados por tendencias, pues a mí no me interesa copiar algo que ya está hecho. Lo que pretendo es experimentar en la forma para dar una solución diferente a la imagen.
Uno de los pilares fundamentales es el zero waste, o sea, cero desperdicios. En la confección de cada pieza no sobra nada de tela, lo cual es muy importante –y a tener en cuenta– a la hora de la creación del diseño, porque no puedo pensar a partir de estrategias comunes. La creación no parte de dibujos, sino que pienso cada pieza como si fuera de ingeniería, muy bien calculada, y su creación funciona muy diferente a la de cualquier tipo de ropa. El principal interés se centra en la visualidad, que es sumamente importante.
Además, soy muy desligada a las tendencias. Para mí las tendencias no son más que una forma de consumismo total sin sentido. No se supone que la ropa dure seis meses o un año, sino que puede ser una pieza de arte. Entonces, yo no creo colecciones, concibo cada una de mis piezas como una obra única. En realidad el desarrollo de las nuevas piezas es siempre a partir de la anterior. O sea, cuando concibo una pieza, la solución que doy me inspira o motiva otra. Es un carácter cíclico, es decir, una cosa me lleva a otra y, esta, a otra. Es una evolución.
Mis piezas pueden contar una historia, pero no a partir de colecciones, sino a partir de evoluciones: una pieza evoluciona en otra y luego en una posterior… Pero cada una es un elemento en sí, es una obra. No son cosas que van a existir ahora y dentro de un año ya no podrás adquirirlas.
Y dentro de esa lógica cada pieza es única porque, aunque conciba algunas que participan del mismo diseño, del mismo concepto de estructura, las produzco con tejidos diferenciados. Por consiguiente, no existen dos iguales. Pueden existir estructuras iguales: por ejemplo, el mismo patrón de pantalón, pero cada uno luce diferente pues cada uno fue hecho con estampados, materias primas o telas diferentes. Por tanto, visualmente es algo único.
¿De qué manera tus experiencias de vida y profesionales –tu formación, tus orígenes, viajes, preferencias– han determinado el curso de “Capicúa”?
“Capicúa” no es más que la representación literal de lo que yo soy: es mi estética. Todos mis diseños son el lugar donde deposito mis gustos, mis inquietudes sobre diseño… Incluso, de lo que me preocupa socialmente y, esto, se proyecta o concreta en un objeto. Siempre intento en mi trabajo ser lo más honesta posible, no dejarme influenciar por cosas que no me gustan al cien por ciento, porque lo entiendo como un reflejo de identidad en sentido general.
¿Podrías comentarme tus referentes (nacionales e internacionales)?
Cuando me preguntas por influencias o inspiraciones o cosas que busco una y otra vez, como fuentes de soluciones prácticas-objetivas, para mí son dos. Una de ellas es la historia de la moda pues, en mi caso, es muy importante el cómo ha evolucionado hasta la actualidad y cómo las estructuras anteriores muchas veces son soluciones nuevas. O sea, la historia de la moda es una fuente inacabable de inspiración.
La otra es la vestimenta tradicional de muchos lados del mundo, sin discriminar el origen, es decir, no me interesa de qué lado del mundo sea. Sucede que las formas tradicionales de vestuario siempre son soluciones diferentes unas de las otras y generalmente son diferentes al mainstream, a lo que representa la moda occidental: todo ese sistema de moda de revista, de tendencias que crean una especie de simetría donde todo es repetición. Entonces, imbuida en ese contexto, cuando exploro la ropa tradicional es que encuentro una gran fuente de ideas originales. Para mí es un terreno de estudio constante. La analizo y estudio de manera objetiva y sobre esa base construyo un nuevo producto. A la hora de diseñar, esa inspiración va saliendo de forma orgánica, como pequeñas chispas.
Mis referentes no son diseñadores particulares, aunque no quiero decir que no los observe o los admire. Pero, como te dije, prefiero siempre concentrarme en la historia de la moda y la vestimenta tradicional de cualquier parte del mundo. Esas son las cosas que más referencio de una manera objetiva. No me siento identificada con ningún diseñador de moda mainstream, no porque no me guste lo que realice, pero entiendo que ese es su reflejo, su imagen, su concepto, su idea de lo que debe ser la moda. Y yo tengo la mía. Prefiero referenciar mi propio universo, todo lo que he visto, aprendido, lo que me preocupa. Y, además, el camino hacia donde quiero ir en términos visuales. Creo en mi trabajo muy en el centro y siempre intento no referenciar a alguien más.
¿Dónde se concentran los objetivos de “Capicúa”?
Los objetivos son aportar y ser parte del grupo de pequeñas marcas que van a crear el nuevo concepto de moda cubana. O sea, en Cuba actualmente no existe concepto de moda, no existe la moda cubana. En casi todos los países hay una imagen, una manera de hacer y eso es reconocible. Casi todos los países tienen muy marcadas las características del mundo de la producción de moda local. En Cuba no existe, porque no existe la industria. Por tanto, ahora hay un grupo de personas que, desde la iniciativa privada, pretendemos crear un concepto de moda local. Para mí el mayor reto y orgullo puede radicar en ser parte de quienes van a crear el concepto de moda cubana: y esa es mi intención principal.
¿Hay algún nuevo diseño en curso?
Siempre hay nuevos diseños. Es lo que hago en mi vida. Yo no diseño porque tengo una marca de ropa, yo tengo una marca de ropa porque diseño.
Es un proceso continuo e imparable en mi mente, por eso es que necesito un lugar en el cual colocar toda esa información para no enloquecer. Siempre hay nuevos productos en curso. El proceso no acaba: la idea original, las pruebas, ver cómo funciona, ver todas las variantes y alternativas. Cada pieza es el producto de meses de trabajo. Una vez que creas un diseño, pasa por todo un proceso: lo logras, termina siendo el producto que tú esperabas y de ahí se enciende otra lamparita para otro diseño. Ya te lo decía, es como un proceso evolutivo.
- Barack Obama, mientras fungía como presidente de los Estados Unidos, realiza en marzo de 2016 una visita oficial al territorio cubano. ↑