Por Abram Bravo Guerra
Comprimir la obra de Belkis Martín en la etiqueta fotografía de naturaleza sería un procedimiento demasiado ingenuo. Por supuesto, hay parentescos y un interés declarado en el vínculo con lo natural pero, en este caso, sirven como paso inicial para ensamblar una estructura de indagaciones dirigida más a reorganizar aspectos determinados de la realidad que ha desarrollar temas ambientales. Belkis se plantea renovar, desde lo íntimo, su espacio físico: su Habana o su Guanabacoa, en dependencia de la óptica con que miremos. La disecciona a trozos y, entonces, lo natural nace de la arquitectura olvidada o fragmentos indomables de ciudad para, de ellos, construir mundos nuevos. Belkis renuncia a la figuración evidente y el mismo espacio sirve para conectar con una realidad alternativa virada al negativo. Resignifica el espacio en un gesto de fabulación fotográfica con deliciosos tinos pictóricos. La realidad se convierte en irrealidad utilizando como base su propia anatomía: fragmentos de patio, detalles de un portal, todo renunciado a lo público para dar forma a lo personal y, de ahí, vida a un universo propio.
En una especie de intimismo topográfico, Belkis termina experimentado una manera muy particular de entender el paisaje, incluso si tenemos en cuenta la decidida vocación abstracta: el significante se anula en su función de canal operativo y esas realidades fabuladas se expresan en una materialidad que extiende los marcos de la propia foto. Entonces hablamos de un paisajismo sensitivo, fuertemente asentado en la resemantización, lo autorreferencial y –paradójicamente- la desmantelación aparente del detalle fotografiado.
Febrero, 2022