Un mes antes de la apertura de la XIII Bienal de La Habana, se presentó en el Centro Provincial de Artes Plásticas y Diseño, en las calles Luz y Oficios, una muestra amplia, pretensiosa, de grabados cubanos realizados por mujeres,1 titulada 60 por el 500. Exposición colectiva de mujeres grabadoras (8 de marzo-3 de abril de 2019). La muestra no solo se convirtió en una excelente oportunidad para sopesar el trabajo gráfico realizado por las creadoras en los últimos años, sino también para el encuentro entre ellas y el homenaje a quienes han ocupado un lugar protagónico dentro de la enseñanza y la promoción de la manifestación.
Unos días después, el 11 de abril, y como parte de las muestras colaterales de la XIII Bienal de La Habana, la exhibición fue trasladada para la galería Domingo Ravenet, de La Lisa, movimiento que algunos lamentamos, porque creemos que hubiese sido muy funcional haber dejado este proyecto en la Habana Vieja: uno de los nodos centrales del evento, con el objetivo de propiciar un diálogo, una confrontación con el resto de los creadores y las manifestaciones presentes en la Programación de la Bienal. Y más aun cuando sabemos que el grabado no tuvo una presencia amplia en las muestras centrales y colaterales, y que es uno de los oficios de mayor arraigo en el quehacer artístico de nuestra isla y Latinoamérica.
Aunque han pasado ya varias semanas de haberse efectuado ambas presentaciones, Artcrónica no quisiera dejar de ofrecer una notificación del hecho por su valor histórico y documental. Y es por ello que reproducimos las palabras escritas por el crítico de arte Noel Alejandro Nápoles González para la apertura realizada en Luz y Oficios:
LAS MUSAS DEL GRABADO CUBANO
por Noel Alejandro Nápoles González
Había una vez una mujer que se hizo grabadora. Ella oyó decir que otra mujer, Amalia Simoni, esposa de aquel diamante con alma de beso, también había hecho impresiones, allá por el siglo XIX, en Cuba. Nunca pudo precisar el dato, pero la duda la hizo andar la Isla. Y buscando la obra de una mujer, halló la de muchas. Entonces pensó como curadora y se dio a la tarea de reunirlas a todas, sin discriminar épocas ni generaciones, provincias ni reconocimientos. Bastaban dos coordenadas: ser mujer y grabadora. Así el dato que nunca verificó devino sueño y el sueño, convite de talentos. Hoy, aquella mujer se ha convertido en la cinta amorosa que enlaza a sesenta artistas visuales, y nos convoca. Su nombre es María Teresa González Álvarez.
Desde 1949, que fue el año en que Carmelo González fundó la Asociación de Grabadores de Cuba y en el que se realizó la primera exposición colectiva de grabado artístico en el país, la mujer estuvo presente en la figura de Ana Rosa Gutiérrez Martínez. También son reconocidas como pioneras de esta manifestación en Cuba las hermanas Lesbia y Odenia Vent Dumois.
Después de 1959, en las aulas de San Alejandro, de la ENA, del ISA o de centros provinciales de enseñanza artística, la mujer ha sido alumna y maestra. Tal es el caso de Antonia Eiriz, Belkis Ayón, Sandra Ramos, Zaida del Río, Flora Fong, Martha Jiménez, Vivian Lozano, Janette Brossard o Tamara Campo.
Actualmente la Presidencia del Grabado en la UNEAC, así como la dirección del Taller Experimental de Gráfica de La Habana y del Taller de Serigrafía “René Portocarrero” están en manos femeninas. Y ya sabemos que, como decía Borges, cuando las cosas se repiten una vez puede ser por casualidad, pero cuando se repiten más de una vez marcan un ritmo.
Caracteriza a esta muestra, desde la raíz, el sano afán de visibilizar a la mujer que graba, la cual, al menos desde hace setenta años, enriquece con su trabajo el patrimonio de la Isla. El haber reunido a sesenta damas en este anhelo, so pretexto del medio milenio de la capital, es ya de por sí un éxito. Dejar memoria de ello y dar comienzo a la obra mayor, es la intención que redondea el gesto. Porque es bueno decir que estas palabras no son el prólogo a una exposición sino a la necesidad de crear el Museo del Grabado en Cuba.
Todo el que se empeña en obrar bien sabe que primero llega la luz y luego, con los años, el oficio. Las mujeres logran en la tierra lo que las estrellas en el cielo: alumbrar. No otro oficio sino la luz distingue a la mujer. Por eso, quizás, nos reunimos aquí, en la confluencia de ambas calles, para legitimar con esta muestra un símbolo: aquí no solo están las diosas que nos dan a luz; aquí están también las musas del oficio.
Marzo de 2019
1 Las participantes en la muestra colectiva de mujeres grabadoras han sido: Ania Alonso, Antonia Eiriz, Ana Rosa Gutiérrez, Anyelmaidelin Calzadilla, Belkis Ayón, Diana Balboa, Daisy Carmona, Dania Fleites, Dolores Ruiz, Evelín Rosales Cortina, Flora Fong, Grettel Arrate, Guadalupe Palacios, Hanna Chomenko, Hilda Álvarez, Hilda Rosa Coto, Indiana Cruz Rodríguez, Irina Cepero, Iris Leyva Acosta, Isary Paulet, Isavel Jimeno, Isolina Limonta, Jacqueline Brito Jorge, Jacqueline Maggi, Janette Brossard, Jennifer Delgado, Jessica Vázquez Quintana, Julia Valdés, Ketty Díaz Reyes, Leonor Menes Corona, Lesbia Vent Dumois, Liang Domínguez Fong, Lilian Durán Ballesteros, Lisbet Corvo, Lisbeth Ledo, Liudmila López Domínguez, Lola del Castillo, Llilian Marie Torres, Mabel Martín Zuasnábar, Magnolia Moré Abreu, María del Pilar García, María Consuelo, María Teresa González, Marilú Martínez, Martha Jiménez Pérez, Mary Cary Díaz García, Maryenis Llaser Díaz, Nancy Cepero Dominico, Odeibys Gato Lima, Odenia Vent Dumois, Orlaides López Ace, Paulina Márquez, Rocío Villafaña, Roxana Domínguez, Sandra Austrich, Sandra Ramos, Tamara Campo, Vivian Lozano, Yamilis Brito Jorge, Yailén Sellén Sosa, Jenny Hernández Carbó, Zaida del Río.