CRÍTICA
Decálogo del artista: provocación a Roberto Fabelo
Por David Mateo
Fotografías: Laura Capote Mercadal
Roberto Fabelo ha sido un artista bastante favorecido por los medios de comunicación en Cuba. La prensa masiva y especializada le ha dedicado numerosos textos promocionales y reflexivos; y a estas alturas de su carrera resulta difícil realizarle una entrevista que no suponga la reiteración de algunos contenidos ya aprehendidos sobre el desarrollo de sus obras y procedimientos técnicos. Por eso, cuando tuve la certeza de que estaba dispuesto a responder un cuestionario para la sección En galería, del portal Artcrónica, me dediqué a pensar en los enfoques que tendrían mis interpelaciones, las estrategias a seguir para que ellas ahondaran, esencialmente, en los aspectos relacionados con su condición de intelectual y sujeto artístico.
Recordé entonces que Flavio Garciandía había hecho público en el año 2014 una serie de declaraciones relacionadas con el arquetipo del artista, las cuales imprimió y distribuyó en su muestra personal “Quisiera ser Wifredo Lam… (pero no se va a poder)”, exhibida en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam. Busqué uno de los ejemplares de ese documento que conservaba en mi archivo y lo leí de nuevo detenidamente. Corroboré que aquellas declaraciones encerraban una serie de perspicaces axiomas sobre la figura del creador, su circunstancia de trabajo y de vida (unas veces desde la sensatez y otras desde el cinismo o la paradoja), y que podía utilizarlas como pautas para azuzar las opiniones de Fabelo, sin que ello atentara contra el sentido original de su redacción: establecer un coloquio provocador, y un tanto insolente, con el ámbito artístico.
Como el número de las declaraciones era amplio, me tomé la libertad de seleccionar diez de ellas, que condensaban a mi juicio la intención escudriñadora y descriptiva de su autor; y que me podían ayudar a establecer un sutil ordenamiento temático y cronológico en la conversación. Contacté a Fabelo y le expliqué el propósito de mi apropiación de los enunciados de Flavio, el matiz incitador que pretendía imprimirle a nuestro diálogo. Aceptó el desafío con bastante determinación, y en el mes de septiembre de 2018 nos reunimos en el estudio de Miramar para hacer registro de sus ideas y comentarios…
1-Los artistas deben saber que las escuelas de arte son, por principio, una impostura
No me parece que deberíamos ser tan absolutos. Depende de cómo tú emplees o interpretes esa noción de escuela. Hay escuelas que aniquilan las cualidades que trae el artista consigo cuando está en sus periodos iniciales de formación, e incluso mucho antes, desde que es un niño; que fomentan una noción de la enseñanza desde la autosuficiencia y el ego artístico, y que van llevando al alumno por caminos trillados, a través de procesos y perspectivas convencionales, limitadas. Pero hay escuelas que consolidan esas aptitudes y las llevan hacia otros estadios superiores de desarrollo. Yo formo parte de una promoción de artistas que tuvo importantes experiencias evolutivas desde los espacios académicos. Luego, en otra etapa de mi vida, ejercí la docencia por un periodo largo, inspirado en las enseñanzas y ejemplos que recibí de aquellos que fueron mis profesores.
Ahora, si nos atenemos a una condición genérica de la escuela, hay muchas formas también de influir en los valores creativos de un artista en formación. Existen otras variantes dentro de la condición pedagógica, que no provienen precisamente del aspecto técnico, y que tienen que ver con la energía, el aliento, el estímulo humano e intelectual que es capaz de trasmitir un determinado profesor o artista a sus discípulos.
Muchos creadores jóvenes, y a algunos no tan jóvenes, te ven como un paradigma dentro del arte cubano…
No me preocupa esa perspectiva de valoración sobre mi persona, ni quiero ser paradigma o escuela para los demás; lo que no quiere decir que no ayude a otras generaciones y les de algunos consejos importantes de manera desinteresada. Siempre digo que lo más importante es trabajar. Es el trabajo el que va conformando y enriqueciendo tus procesos, tanto desde el punto de vista formal como conceptual.
2-Todo artista debe creer que Velázquez, Goya, Van Gogh, Mondrian, Bacon, Beuys, y toda esa tropa fueron dioses; y adorarlos
Todo ese panteón para mí también es sagrado, y me imagino que si no hubiera existido me hallaría ahora en una cierta orfandad. Son referentes que nos han permitido comprender, con un sentido devocional, toda la actividad innovadora que ellos protagonizaron dentro de la historia del arte. Para mí el arte es una religión y los creadores que han trascendido en el tiempo, que han hecho aportes y han dado respuestas, merecen toda mi veneración. Y también hay algunos casos que no me han interesado mucho, aunque no los he llegado a rechazar del todo. Pero en términos generales, si hablamos de esos que están mencionados en la declaración, aunque pudieran ser muchos más, yo sí los he mirado con enorme respeto.
Aunque el gran panteón o el gran mosaico del arte está compuesto por muchísimas figuras, partes y piezas. A veces uno queda admirado, sorprendido ante tanto caudal, tanta riqueza, y siente la necesidad, la tentación, de formar parte de él algún día, aunque sea como una pequeña parte. También se trata de estudiarlos, de deconstruirlos, de examinarlos un poco en beneficio de la obra propia, de desmontar sus operatorias o procederes. O sea, uno venera a todos esos grandes artistas porque se convierten en importantes referentes cuando uno va a la búsqueda. A veces también los desechas en la medida que vas encontrándote otros referentes funcionales para tu trabajo.
A mí lo que no me gusta de la declaración es la palabra debe; yo creo que hay una relación que va más bien por el sentido de la deuda, del reconocimiento. Ahí se mueve la condición del artista como experimentador, como indagador, como parodiador, como dinamitador de propuestas precedentes. Cuando un artista se ha acreditado y se ha establecido en el panteón de los dioses, y otro artista siente la necesidad de adorarlo, no debería limitarse en hacerlo.
¿Y del Olimpo cubano cuáles serían tus dioses?
Volviendo al tema de la escuela y del periodo de formación, puedo mencionarte a alguien que casi todo el mundo cita: Antonia Eiriz, por ejemplo. También puedo hablarte de Servando Cabrera, y hasta de otros muy parcos como Adigio Benítez, que tenía un proceso muy interesante para el dibujo que a mí siempre me atrajo bastante. Servando no fue mi profesor directamente, pero era en sí mismo toda una escuela en aquel momento y sigue siéndolo para un sin número de artistas. En aquel momento Servando había sido colocado en el altar por muchos de nosotros. Su influencia pedagógica venía fundamentalmente a partir de las incitaciones que nos hacía: léete este libro, mira la obra de este artista… Debo mencionar además a Fernando Luis porque era muy preciso. Este creador, sin embargo, no tuvo después una gran trascendencia entre nosotros, pero a mí me enseñó mucho. Estoy hablando de los que me dieron instrumentos prácticos para mi quehacer artístico…
¿Pero les otorgarías la categoría de dioses?
Bueno, al menos eran trascendentales para mí… Yo conocí también la obra de otros grandes como Portocarrero; miraba su pintura empastada, las catedrales, los iremes, las floras. Aquella pasta me atraía fuertemente. Para mi ahí había una pintura dentro de la pintura que iba más allá de la mera referencia al motivo. Y eso fue muy impactante. Todavía hoy día siento, a la hora de pintar, el atractivo hacia un proceso que viene de Portocarrero que no he logrado alcanzar en realidad como quisiera. En el dibujo sí quizá he sentido más la sensualidad de esa materia. A Raúl Milián, por ejemplo, lo conocí también, es otro creador tan grande como Portocarrero. Está Umberto Peña… Pero si vas a la gráfica, ahí también te encuentras que hay una gran cantidad de dibujantes e ilustradores en Cuba que fueron fundadores de una manera de ver la imagen, de una visualidad diferente. Se puede ir desde Acosta León hasta el gallego Posada, grandes dibujantes, muy influyentes en los dibujantes cubanos más jóvenes. Está la pintura de Amelia Peláez en otro sentido; una gran capacidad de síntesis y de contraste. Para mi hay como una mezcla extraña de barroco y minimalismo en la pintura de Amelia, por la sencillez en la solución estructural de los planos y ribetes, y en la abundancia, lo frondoso del color y el motivo. Son muchos más, solo he mencionado algunos de ellos.
3-Todo artista debe saber “que la técnica es la técnica y sin técnica no hay técnica (Teófilo Stevenson dixit)
¿Esa frase no era de Savon?, hay que precisar bien… En la trayectoria formativa de un creador, hay un estadio de adquisición de conocimientos más bien artesanales. Se supone que tú evacues tempranamente el dominio o el conocimiento de lo artesanal, de la ejecución, de la facturación de los instrumentos, de las técnicas pictóricas, gráficas. Todo ese instrumental es básico. Para dar respuestas a tus necesidades expresivas, quizás no tengas que manejar determinadas técnicas, pero para cualquier respuesta que tú quieras dar a tus propósitos, a tus necesidades creativas, siempre necesitarás alguna técnica. Para hacer lo que tú quieres hacer necesitas tu técnica, pero estamos refiriéndonos al lado de la ejecución, al lado del proceso. Si nos quedamos en el discurso técnico no hay mucho más allá, pero si hay una necesidad de encontrar soluciones propias, recursos propios, ¿cómo tú vas a dar respuestas a un propósito que no te ha sido dado o ejercitado previamente? Tu manera necesita siempre una técnica.
¿Precisamente el aspecto técnico de tu obra ha sido uno de los elementos principales de impacto, tanto en el contexto artístico como popular?
Lo que sucede es que yo edifiqué una manera sobre la base del dibujo y fui encontrando caminos hacia otras modalidades y procedimientos a través del dibujo. En la manera en que dibujaba, y aún dibujo, hay un reconocimiento a las soluciones técnicas elevadas. Pero pienso que la técnica del dibujo no solo está presente en el dibujo gráfico, está también en las formas tridimensionales, está en los planteamientos escultóricos, en lo objetual; es una manera de diseñar, como dirían los italianos, es el ordenamiento. Pero está esa otra parte de dibujar fluyendo y dominando, de ir llevando la mano por donde tú quieres… Hoy día no encuentro algunos procedimientos, no me llega a salir el dibujo, a pesar de haberme dedicado décadas y décadas enteras a dibujar diariamente. Sin embargo, he percibido un reconocimiento en mi manera de trabajar, de usar las técnicas.
Aunque se me conoce como un dibujante figurativo, soy un ferviente admirador de la abstracción y no se me hace fácil construir una obra abstracta en el sentido conceptual; pero admiro mucho más a Tapies que a algunos pintores figurativos. Llegó un momento en el que comencé a rechazar el dibujo; no a rechazarlo propiamente sino a marginarme un poco de él, cuando comencé a trabajar con objetos encontrados, con las instalaciones o el volumen. Pero finalmente me di cuenta que no, que no puedo prescindir del dibujo y que todo eso era también dibujo, que estaba precedido por estudios profundos que provenían del dibujo. El dibujo como un fin en sí mismo lo había marginado un tiempo. Ya luego me he reconciliado de tal forma que he vuelto a dibujar en muchas descargas, en las que obviamente practicaba, eran como ejercitaciones, y donde a veces había algún hallazgo de imagen, de algún personaje o idea, porque no siempre hay ideas interesantes. Y simultáneamente realicé búsquedas intelectuales; me he dedicado a leer, tratando de encontrar motivaciones en otras disciplinas artísticas; escucho mucha música, todo aquello que se junta y que tú sabes que al final fluye y va a parar a la punta del instrumento con el que estás dibujando. Al final he adquirido una técnica personal, y sin esa técnica no hubiera podido mostrar el discurso que hoy muestro. La técnica la puse a mi servicio.
¿Y tú no crees que esa preocupación por la técnica se ha diluido un poco en los escenarios académicos cubanos?
No me atrevo a decir que se haya diluido. Pienso que en la actualidad hay maneras distintas; creo que se ha ampliado mucho el registro o diapasón técnico, y te encuentras que hay capacidades tremendas en artistas que usan soportes nuevos, tecnológicos, digitales. Y reconoces de todos modos que la estructura, aquella que tiene que ver con el principio del dibujo o el sentido del color, el diseño, está presente. Puedo incluso decir más, pienso que se ha enriquecido. Ahora, tampoco el uso de los instrumentos y las maneras tradicionales te prueba que hay una buena técnica en el artista. La técnica debe demostrarse en todos los soportes y medios posibles. Y eso les ha permitido a muchos, incluso habiendo tenido una formación académica, el uso de todos esos nuevos medios e instrumentales de expresión.
4-Todo artista debe imponer la idea de que el arte es lo que él designe como tal
El artista no debe imponerle nada a nadie…
Pero creo que en esa declaración lo que se quiere recalcar es que no hay un concepto prestablecido sobre el arte, solo una serie de ideas o nociones que sostiene y compulsa el artista…
Bueno, pero ahí puede haber una estrechez de percepción, una especie de circunloquio, la intención de no mirar hacia el lado, o de no mirar más allá de ti mismo o tus propias ideas. Yo abogo por todo lo contrario, por no imponer nada, por no cuadricular o circular nada. Lo que yo defino como tal puede que el otro no lo conceptualice así. A mí me parece que esas contradicciones son importantísimas e inevitables, y forman parte del devenir de la creación artística.
¿Te atreverías a darme tu concepto del arte?
No, hoy día no… En otro momento quizás sí, pero hoy no. Yo siento la necesidad de trabajar para responder a un llamado de valoración y ordenamiento más intuitivo sobre el arte. Cuando tomo un poco de distancia, puedo distinguir dónde hay arte y dónde no lo hay, y para eso quizá sí pueda estar preparado. Ello puede que pase por un estado de conmoción personal. Mi inclinación hacia lo que es o no es arte, tiene que ver con determinados efectos que el trabajo ajeno puede producir en mí: si lo que veo me deja conmocionado, si me deja inquieto, si me molesta o me preocupa, todas esas acepciones que tiene el arte. Metafóricamente hablando, es como si entraras a una selva profunda, hueles y percibes muchos árboles, flores, animales, y te sientes bien dentro de eso, y encuentras que es bello y necesario… Sin eso que se llama arte no podría vivir: sin pintar, sin dibujar, sin sacar para afuera todo lo que siento. Escucho música, leo y descubro que no va a ver tiempo para encontrar la respuesta, porque además no hay una sola respuesta, hay tantas respuestas como visiones.
5-Cada artista debe entender que las emociones no sirven para hacer arte (o puede que sí)
Yo sí creo mucho en la emoción, y en algo que quizá no pueda entender claramente, pero es una especie de atracción casi sensual, sexual, con el trabajo, con el dibujo, con la pintura, con la forma, con el color, con un mundo que no acabo de entender por qué estoy tan arrebatado por él. Sí, hay mucho de emoción en eso, pero obviamente hay condicionantes en el orden racional que son también casi inevitables de ordenar, de organizar; digo, si se puede organizar y racionalizar con emoción. En el entramado de todos esos factores uno puede encontrar una respuesta para saber si hay emoción. Hay creadores que son muy, muy racionales; pero creo que aún el más frio razonamiento está lleno de emoción, y eso puede ser también a la inversa, hay creadores con una gran emotividad y estremecimiento a la hora de crear, y es como si esos dos factores se tocaran por las puntas, por los extremos
Me parece interpretar también en esta declaración que, el pragmatismo en el que el arte ha desembocado, está atentando contra la emotividad en su estado más puro…
Hay una palabra que pudiera ilustrar mejor eso que tú dices, y es desorientación. Porque esa selva o bosque que te mencionaba de manera alegórica está lleno también de vicios, fantasmas, alimañas… Y uno no puede ignorar que está además la institución, el mercado, ciertos factores del contexto que no puedes obviar; estarías absolutamente loco si lo haces. Pero te volverías loco también si atiendes a tantos y tantos factores extraartísticos, o extrasensoriales, o extraemocionales, que están circundándote y que pueden provocar que no encuentres tu propio camino y satisfacción. Es muy difícil escapar, es muy difícil evadirte. Estamos rodeados de trampas, es un terreno minado sobre el que andamos cotidianamente. Es muy difícil vivir porque tienes necesidades de orden material y práctico. Lo que hay que tratar de salvar es eso tan importante como la emoción, como el fluir… ¿Cómo te puedes desembarazar de lo práctico, de lo contingente, para poder fluir de esa manera?; es casi una utopía. No entiendo tampoco por qué no se puede aspirar a la utopía y a soñar. No vamos a prescindir de una cosa tan hermosa ¿no?
6-Todo artista debe practicar el sexo en cualquiera de sus formas, lo más frecuente que sea posible
Yo tengo una relación visceral con mi trabajo, con mis dibujos, y hay un disfrute que tiene que ver en buena medida con lo erótico. Siento un enorme regocijo por las curvas, las líneas, todo lo que hay de sensual y erótico en las figuras, en cuerpos, es un factor motivacional importante. Quizás a estas alturas de mi vida me quede todavía suficiente testosterona para seguirle trasmitiendo a mi trabajo ese apego, esa condición.
Martínez Pedro, un profesor que tuve, llegaba por la mañana a la clase hablando de las cosas que había soñado y vivido, y decía que él se templaba a sus dibujos y a sus pinturas. Aquello me parecía gracioso, pero luego comprendí que es una relación promiscua que uno llega a tener con sus trabajos, en la que se borran muchas veces las fronteras existentes entre el estado mental y el físico. Yo experimento un goce tremendo cuando dibujo, que roza con lo orgásmico. No quiero exagerar, pero es un placer enorme que va más allá de haber concretado tal o más cual imagen mediante el dibujo. Hay una vibración ahí que entra en el campo de lo erótico, de lo sexual. Todo eso ayuda a mi vitalidad como persona y creador.
Tengo una relación táctil, emocional tremenda con mi trabajo, y es lo que más se acerca a la relación que tengo con mi mujer. Cosa que me regocija mucho, porque sería terrible tener esa relación con tu arte y no tenerla con tu mujer; vivir con tu mujer de manera programática y no poder sentir esas emociones. Existe una interrelación que me ha permitido corporizar determinadas cosas, aparentemente indescriptibles, a través del arte. Puede que tenga que ver con la misma sensación, pero de manera un poco diferente, que tenían aquellos hombres primitivos que dibujaban al toro en las paredes de Altamira para poder cazarlo, para poseerlo… Cuando dibujo y hago esas descargar estoy quizás en la consumación de un mundo que no alcanzo a identificar en sus contornos, pero que tiene que ver con la maravilla que me tira hacia delante: lo ignoto, o, mejor dicho, lo que tiene de atractivo lo ignoto, y lo que para mí sigue representando mi mujer, el goce, el disfrute… Fíjate la relación que te estoy tratando de establecer entre una cosa y la otra. El sentirse flotando en ese océano de relaciones, de armonías, a mí me ha dado unos placeres tremendos en la vida. Todavía yo digo: esto es un milagro, estoy dibujando, pintando el universo. Nací en el mundo y resulta que estaba inquietado por cosas que he terminado haciendo, representando, y que a la vez me permiten relacionarme con todo un universo de cosas que fluyen hacia adentro de mí y hacia afuera. Esos hallazgos, esas concatenaciones, son casi milagrosas. En realidad, siento un agradecimiento tremendo, y lo expreso mostrando con honestidad toda mi debilidad por ese universo, sin ocultar ni guardarme nada.
Ésta entonces no fue una declaración provocadora, sino reafirmativa…
Por supuesto; pero si quieres también puedo ser lacónico con esa declaración: hacerlo todo lo que se pueda…
7-Todo artista debe intuir que cualquier forma de romanticismo, idealismo o utopía es, por lo general pura mierda
No estoy de acuerdo. Vivimos en un mundo en el que todas esas cosas están haciendo falta. En una entrevista anterior dije: que triste es pensar que al final esos dibujos, el mundo en el que habito, el universo todo, se va a enfriar…, la futilidad de todo. Puede parecer tonto a veces soñar, vivir románticamente cuando al final el sol va a desaparecer, todo se va a ir a bolina. Menos mal que hay un tramo de existencia para vivir de manera sublime y mantener distancia de esa cruda realidad; menos mal que no hay conciencia profunda desde la nada porque si no sufriríamos mucho.
8-Los artistas no deben unirse en gremios sino separarse entre sí como perros rabiosos (o, quién sabe)
No debe haber un estatuto acerca de ese tema. Los artistas, primero que todo, son seres humanos, y el hecho de que haya tendencia a crear cofradías, gremios y grupos, es resultado inevitable del estado de comunidad, de sociedad en el que se desenvuelven. Ese hecho nos pone ante la inevitable realidad de que los artistas, como entes sociales, necesitan encontrarse, relacionarse, unirse, envidiarse, e incluso odiarse. Pero esa perspectiva como condición predominante del sistema sí me parece una simplificación tremenda. Es mucho más complejo el asunto y para eso no puede haber unos estatutos, un programa, una fundamentación que aclare por qué los artistas deben estar unidos o no.
¿No será que vienes de una generación educada en el fomento de valores filantrópicos, sociales, y las que han surgido luego han empezado a mirar con cierta sospecha o incredulidad esos valores?
Es cierto que uno pertenece a una circunstancia dada; pero ¿Cuál es mi tiempo verdadero, aquel en el que me formé? No, este también es mi tiempo. Tú puedes formarte dentro de algunos valores y prolongarlos a lo largo de tu vida; pero estamos viviendo otro momento, otro tiempo, y el hecho de que yo haya emergido en un tiempo diferente no me debe impedir comprender este tiempo y a los que están surgiendo en él, con sus virtudes, defectos y vicios. Creo que en todas las épocas ha habido rupturas de toda clase, generacionales, sociales, y lo que no se puede perder es la capacidad para la asimilación de los nuevos tiempos. Para no perder el espíritu crítico, uno debe ser tan increpador con el tiempo del cual proviene como con el presente que está viviendo, para ambos puede haber distintos enfoques y análisis.
No quiero circunscribirme solo a mi generación para abordar el asunto, pero sería ingrato si no dijera que ella experimentó un momento muy singular. En la época en la que surgí no existía el mercado del arte como existe hoy día. Hay un pugilato a veces muy fuerte por entrar a ese mercado, en el que un artista puede dejarse enamorar por un galerista, o un creador hacerse trascendente de la noche a la mañana aun cuando no tenga el talento necesario. Hay muchas manipulaciones que no existían en el momento en el que yo emergí, y la utopía tenía otro sentido. Pero creo que estas nuevas generaciones tienen otras utopías, ¿o es que acaso hay una sola utopía? Hay otras aspiraciones, otros horizontes, creo que no podemos perder esa noción de la realidad, porque no estaríamos entonces en condiciones de entender que las cosas cambian.
A mí no me gusta lamentarme de lo que fue o sucedió. Cuando hablo de la capacidad de aumentar mi curiosidad como artista es precisamente para intentar el fomento de nuevas energías y utopías, ¿o es que ya dejé mi utopía atrás? No, yo no la he dejado atrás, sencillamente la he reactualizado. Las generaciones de mañana tendrán otras utopías y mirarán hacia este tiempo de hoy comparativamente, pero sí pienso que no sería muy útil que lo hicieran con nostalgia. La nostalgia no es una buena consejera.
Fabelo, eres un artista bastante sociable, tienes mucha gente que te admira y que disfruta encontrarse en público contigo. ¿Sin embargo, pasas la mayor parte de tu tiempo trabajando en privado, se hace muy difícil acceder a ti? Me has confesado, incluso, que te gusta estar refugiado en tu casa, que ese es tu gran castillo. ¿A qué se debe esa voluntad de distanciamiento?
Sencillamente me siento en mi sitio, como aquella frase del poeta: el sitio en el que también se está… A medida que avanza mi vida, el tiempo se convierte en una obsesión. En esa búsqueda que tengo de mi utopía, de mis sueños, es terrible la certeza de que se va agotando el tiempo. No solo para hacer mi obra, sino para leerme determinados libros, para dedicar más horas a mi familia. Quiero estar con mis hijos, con mi mujer, quiero estar en este lugar, en este sitio, el mayor tiempo posible. Quizá haya reducido un poco mi frecuencia en los escenarios públicos, pero no hay nada de rechazo hacia ese escenario o hacia la gente. Siento mucho respeto hacia las personas y su tiempo. Atiendo a todo aquel que se me acerca. Yo estoy más cerca de la armonía, del respeto, y del disfrute de la cordialidad, de la fraternidad, que de la distancia rabiosa, como dice esta declaración. Tengo un espectro amplio de amistades, viejos y jóvenes colegas, y a todos los respeto y trato por igual. Ya no tengo tampoco las mismas energías para frecuentar tantos sitios como antes… Nada, es la batalla permanente contra el tiempo. Pero cada vez que puedo dedicar un granito de mi tiempo a alguien se lo dedico. Tengo muy buenos amigos, de esos que puedes estar años sin ver, y cuando te los encuentras es como si nos hubiéramos visto ayer mismo; ellos me entienden y yo comprendo las complejidades de sus vidas y sus ocupaciones. Tampoco me gusta el faranduleo o la figuración pública, me gusta la tranquilidad de mi estudio y de mi hogar.
Quizá todo tenga que ver con mi propia naturaleza, me siento bien en la sobriedad. Pero te puedo confesar también que me gusta mucho bailar, me gusta cantar. Escucho mucha música, canto aquí en la casa, pregúntale a Suyú… Y el día que me tengo que dar un par de tragos y subirme a la tarima a cantar lo hago. Me gusta compartir, socializar, pero es cierto que soy un celoso cuidador de mi tiempo.
A lo largo de toda mi vida, como muchos de los artistas de mi generación, respondí a muchos reclamos sociales. Nosotros derramamos mucho de nuestro tiempo y energía en disímiles proyectos. Ese tiempo que se fue no se recupera, la única manera de recuperarlo un poco es intensificando, concentrando esfuerzos, como el personaje de Charlie Parker en el cuento El Perseguidor, de Julio Cortázar: meter mucha música, mucha música en muy poco tiempo, es la única manera de elastizar o estirar el tiempo. En mi caso es emprender la mayor cantidad de realizaciones artísticas en el menor tiempo posible, es una manera de intensificar la vida y de alargar el tiempo. Esas son mis preferencias, estar con mis libros, mis dibujos y mi familia. Hay mucha gente que se pasa la vida buscando ese estadio, buscando esos parajes de la felicidad, y entonces, cuando tú encuentras eso, hay que cuidarlo celosamente… Para eso trabajamos, ¿no?
Hubo una época en la que aquí no existía el creador artístico independiente. Fue una etapa en la que trabajé como profesor por un periodo de 15 años en la Escuela Elemental, en la Academia San Alejandro, y en el ISA. Siempre había un programa demasiado estricto; y con el transcurso del tiempo creo que todos vivimos un proceso de liberación, aunque es muy difícil decir tengo la libertad absoluta porque siempre hay una dependencia de algo. En ese proceso de liberación uno intenta materializar determinados sueños, y para eso tienes que luchar con dogmas, con obstáculos, incomprensiones de toda índole. Se trata de legitimar el derecho de cada uno a luchar por su pequeño espacio de libertad, y eso lo tienes que conquistar y defender tú mismo, nadie lo va a hacer por ti. Eso es muy importante para encontrar el estado de felicidad, sin que por ello tengas que hacerles daño a las personas. Si tú puedes propiciarle a alguien a través de tu vida, tu obra, determinados bienes y felicidad; bueno, pues yo tengo un grupo de personas alrededor de mi a los que quiero acercar la mayor cantidad de felicidad posible.
9-Los artistas deben entender que el dinero es muy importante (hacer la obra cuesta, y, además, hay que vivir; y muy bien, si es posible)
Todo eso tiene que ver con la declaración anterior… Claro que el dinero es muy importante. Miente aquel que diga, no, yo no quiero el dinero. Trabajar tiene o debe convertirse en éxito, el éxito se traduce en posibilidades, y las posibilidades encierran bienestar y felicidad, para los míos y para todo al que uno le interese.
¿Tengo la impresión de que eres hoy día el artista cubano mejor cotizado, de los que se encuentran viviendo y trabajando dentro del país? ¿Te has trazado una estrategia fuerte en ese sentido?
La progresión de esa valoración se sostiene, fundamentalmente, en el crecimiento de mis búsquedas y hallazgos artísticos. Estar bien cotizado no es precisamente un mérito de carácter artístico; pero después de más de cuatro décadas de creación, me he visto en la necesidad de organizar un poco la infraestructura de mi trabajo, y eso ha traído mejores relaciones con las galerías y con el mercado. Organizar esa infraestructura implica tener un representante, tener gente que gestione muchas de las cosas que ni yo ni Suyú podemos asumir. Suyú es mi inmediata consejera, pero esa otra organización creo que es importante para ser eficiente en el trabajo, para concretar cosas, para vincularte al circuito de una manera organizada, consciente.
Lo que hemos tratado de organizar a lo interno es nuestro archivo, nuestra documentación, nuestros records, estamos preparando ahora un catálogo razonado. Todas esas cosas ayudan a preservar mi patrimonio, mi legado. Tengo conmigo miles de dibujos, no quiero vender dibujos, y si no tuviera que vender para vivir, algunas piezas tampoco las vendería, y me pasaría vagando toda la vida en un dibujo o en un trasto que me encontré. Pero tengo que ser realista, también tengo que comer, tengo que vivir, y tienen que comer los míos. Entrar a un mercado, dar información y divulgación de la obra a través de los medios, de las revistas, ha hecho que también, después de 45 años de haberme graduado, el trabajo se haya ido revalorizando. O sea, yo no salí hace dos días con pretensiones de que mi obra fuera valorada. A veces me pregunto cómo ha llegado mi trabajo a cotizarse de esa forma. Pero esa realidad comenzó a andar, y si continúa creciendo perfecto.
Hay que cuidar el trabajo, hay que cuidar la obra, hay que respetar a los demás haciendo el mejor trabajo posible. No puedo vender hoy un dibujo en 500 y mañana en cualquier otro lugar venderlo en 100. Donde quiera que esté ese dibujo tiene ya una cotización, tengo que cuidar ese valor porque si no comienzan las fluctuaciones irresponsables de precios, lo que yo llamo el botarateo, el prodigar innecesariamente; lo que trae como consecuencia que la gente comience a cuestionar el valor real de tu trabajo; un trabajo que lo compran en la calle a un precio, mientras tú intentas ofrecerlo a otro precio en el estudio. Esos son descuidos relacionados con el tratamiento que se le da a la comercialización de tu trabajo. Cada artista debe tener su propia estrategia, pero hay algunas cosas que son claras relacionadas con el mercado y relacionadas con el cuidado que tú pones en tu obra. Pero en mi caso es un trabajo que empezó hace muchos años atrás. Hubo una época en la que yo regalaba los dibujos que hacía en los bares y lugares públicos. Recuerdo que una vez hice el regalo de un dibujo a una muchacha que estaba en un taller, y a los diez minutos se apareció con la noticia de que ya lo había vendido. En aquel periodo ni me daba cuenta del valor real de mi obra. Yo he comprado y recomprado dibujos míos, piezas que me han traído después de años, porque se han enterado que estoy organizando mis cosas y buscando obras que había perdido en ciertas etapas, tintas que no tenía, por ejemplo. También me han llegado falsificaciones… Creo también, hablando con toda sinceridad, que a veces las expectativas ayudan, las que se crea la gente en torno al trabajo, eso empieza a generar un atractivo importante. Lo que si no voy a descuidar es el respeto por el trabajo, y a dejar de edificar una estructura organizativa que lo preserve y beneficie. Si no empiezas a respetar tu trabajo nadie lo hará por ti.
10-Todo artista debe odiar la naturaleza, amar el artificio, adorar la sofisticación (o, todo lo contrario)
Me parece que en ese enunciado la naturaleza está tratada como objeto de la representación… Yo manejo lo medios respetándolos, y respetando la condición de que hay que hacer las cosas bien, y bien para mi significa tener en cuenta la valoración y el rigor de los otros, mostrarles lo mejor posible de uno. Sí, es cierto que tengo unas habilidades desarrolladas con el tiempo, y lo importante es ver qué hago con ellas. Pero hay mil millones de fórmulas, de maneras. Algunos adoran representar, en el estricto sentido del término, y otros lo detestan.
Yo trabajo con la naturaleza, la humana… Si raspo un caldero tiznado lo puedo convertir en mi bidel Duchampiano; hasta lo puedo dejar negrito como lo encontré, pero lo intervengo, y ese objeto se convierte en una pieza denotativa de mi capacidad para subvertir o transformar. Pero no abandono mi habilidad, ni para seleccionar el objeto, donde trato de desarrollar una pericia que es de otro orden, ni para manipularlo, con un propósito que es el de hacer un único discurso, el de edificar un entramado donde razón y pasión se encuentren de manera amorosa, orgánica, erótica, y subliminalmente.
La Habana, 2018
En Directorio
«Siento la necesidad de trabajar para responder a un llamado de valoración y ordenamiento más intuitivo sobre el arte.» Roberto Fabelo