Lisandra Ramírez

A grandes rasgos, puede desearse la adquisición de determinado católogo: por constituir la memoria impresa de un evento, aportar conocimiento, ideas, teorías, sistematizar contenidos, o porque se trata de una edición de lujo que por el material y el diseño lo convierten en objeto coleccionable. El catálogo que nos ocupa no posee atributos excepcionales a señalar. Es un catálogo común, al que todo artista aspira, en tanto cumple con la función básica de poner a circular información actualizada sobre su carrera.
En este caso, se recoge el quehacer artístico de la joven creadora Lisandra Ramírez Bernal (La Habana, 1986): Primer premio Post-it, 2013. El catálogo se rige por el esquema básico editorial para este tipo de publicaciones: un ensayo crítico, de la autoría de Gabriela García Azcuy, quien realiza un recorrido por lo más relevante en la labor profesional de la artista; una galería de imágenes que da fe de la versatilidad formal y temática de propuestas realizadas entre los años 2010-2014; y un currículo actualizado con las principales exposiciones personales y colectivas, premios y becas obtenidos, y otras actividades que complementan la trayectoria laboral de esta creadora.

La producción simbólica de Lisandra Ramírez es reconocida especialmente por la apropiación de motivos provenientes del universo infantil, que resignifica dentro de situaciones diversas para abordar problemáticas de índole antropológica y social. Su trabajo ha transitado por una pluralidad de técnicas, materiales y soportes entre los cuales es posible citar: la animación digital, la instalación, la escultura en bronce, resina, acrílico; la impresión fotografía sobre PVC, acrílico, las cajas de luces, etc. En esta apuesta por la indagación formal, por el análisis de nuevas formas de readaptación para los temas abordados, se reconoce la voluntad de la artista por probar riesgos que la conduzcan a un camino más seguro dentro de la creación. Ya nos ponen al tanto estas páginas de la carrera iniciada. El resto se deja al criterio y voluntad de las editoriales, al equipo de especialistas que hay detrás, y por supuesto, a los aciertos verificables en el devenir artístico de Lisandra.