Otra mirada del arte cubano al erotismo (galería Collage Habana)
Fotografía: Belkis Martín
El tema erótico ha servido de pretexto idóneo para generar un vínculo entre las obras de los artistas cubanos Eliseo Valdés e Hilda María Rodríguez.Las piezas resultantes de esa experiencia súbita de conjunción, forman parte de un proyecto curatorial titulado Deleites, que actualmente se exhibe en la galería Collage Habana, del Fondo Cubano de Bienes Culturales.
Con curaduría de Yanisley Rodríguez, la muestra agrupa dibujos, pinturas y esculturas, concebidas en el año 2018; y sin planteárselo como una prioridad, participa de la reposición alegórica de un tema, aparentemente convencional; pone en evidencia el sentido de perfeccionamiento, de apertura, que reflejan los enfoques y las metodologías representativas de ambos artistas.
En las palabras al catálogo de la muestra, el crítico de arte David Mateo afirma: Lo primero que se aprecia como recurso convergente en la muestra es la concepción lúdicra, sublime, con las que se adopta la figura humana desnuda, el erotismo de sus contornos y protuberancias. En ambos artistas, se advierte una tendencia hacia la supresión, hacia la síntesis dentro de la estructura del dibujo o la pintura, que por momentos deja entrever soluciones técnicas de impresionante similitud. Pero esa síntesis no se pondera como un recurso exclusivo de la eficiencia técnica, sino que está todo el tiempo en función de animar el sentido de complementariedad, de interrelación, entre las supuestas lecturas ilusorias y tangibles, conscientes y subjetivas de las imágenes.
(…) las visualizaciones metafóricas que fluyen de las obras eróticas de Eliseo e Hildita no parecen seguir confabulándose con la práctica exorbitante del “cortejo” sexual, con la morbosidad ordinaria y su lastre de signos (ya esos senderos están más que trillados en el arte cubano y en la sociedad toda); avanzan más bien hacia una revalorización mesurada, serena, gozosa, de los desdoblamientos humanos, asociados de manera orgánica, indisoluble, a la tentación y el deleite, e intentan resguardarlos de la proscripción moral, del cliché, y también de la apatía, del letargo estético en el que los han hecho caer.