Nguyen Rodríguez
De acuerdo con la arquitecta y teórica española Beatriz Colomina fue, sin dudas, la arquitectura moderna un medio de comunicación de masas. Los espacios de divulgación se convirtieron en campos de batallas para los arquitectos a partir de la primera mitad del pasado siglo. En las tribunas, herramientas de democratización del conocimiento con carácter global, se dieron a conocer posturas y utopías de la nueva arquitectura y se desdibujaron los límites y bordes de la práctica profesional. Ocurrió con la exposición de 1939 del MoMa, donde se bautizó al estilo Internacional, también con la revista L’Esprit Nouveau –que si existiera en el contexto actual fuera un exquisito blog con millones de seguidores– o con el primer influencer de la arquitectura, Le Corbusier, quien hubiera dominado perfectamente las actuales redes sociales. Según Colomina, esta interacción con los medios hizo entrar a la Arquitectura en el siglo XX.
Durante los últimos años –producto de la globalización– la promiscuidad programática, la muerte de las tipologías y las formas de presentar, divulgar, dialogar, han mutado en verdaderas plataformas culturales: virtuales y físicas, plurales y revoltosas. De ahí que las galerías, los centros culturales y los estudios ocupen los entonces apartamentos, fábricas de aceites o talleres de reparación de barcos.
En Cuba, durante las últimas décadas, pocos han sido los espacios donde debatir permanentemente sobre Arquitectura y de forma abierta más allá de los marcos técnicos, profesionales y/o académicos. Los debates son más bien una rumia de recuerdos y memorias que, como dijera el arquitecto y crítico Roberto Segre (refiriéndose a una exposición en el pasado cambio de siglo), van diluyéndose en una triste nostalgia. Sin embargo, varias son las instituciones culturales que han dado espacio a la arquitectura: Lab 26, Factoría Habana, el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, la Casa de las Tejas Verdes, la Fundación Ludwig, la galería Villa Manuela de la UNEAC, la Bienal de La Habana; asimismo, en otros formatos, La Gaceta de Cuba, Rialta Magazine y hasta esta misma publicación.
En febrero de 2014, Fábrica de Arte Cubano (FAC) propuso el intercambio multidisciplinar de las artes: creó un espacio permanente para la discusión arquitectónica, que reta al diálogo y al debate no solo para los arquitectos –o sobre todo, no solo con arquitectos. Es una oportunidad de llegar a un público heterogéneo y de convivir en tensión con las artes visuales, la música, el diseño de autor, la fotografía o la danza. De situar a la Arquitectura como ejercicio vivo y en proceso, en vez de relato y memoria. Divulgar la Arquitectura es poner a la arquitectura de hoy en discusión, como factor de diálogo y pregunta, de reflexión y respuesta. En este marco, más allá de los procesos curatoriales e institucionales, está la intención de dar lugar a proyectos e iniciativas que involucren a los más diversos grupos y espacios de creación. Es un acercamiento temporal y generacional, que resulta de la interrelación con el resto de curadores y especialistas, los cuales construyen las propuestas de cada temporada.
El espacio se programa en torno a tres ejercicios fundamentales: exposiciones, conferencias y talleres. Hasta el momento ha habido alrededor de 50 exposiciones, más de 30 conferencias, cuatro talleres académicos y dos concursos públicos –“Creative Space” (2016) e “Ideas en Metal” (2017). Estos dos últimos, destinados a jóvenes arquitectos y diseñadores, así como a estudiantes de estas carreras; dinámica organizada por Ernesto Jiménez –curador, fundador del espacio y actual consultor– junto a su equipo Belmonte Estudio. De igual forma han colaborado frecuentemente jóvenes profesionales, como Raiko Valladares, Daniela Friedman, Anadis González y Diego Funes.
Fábrica de Arte Cubano construye un mapa actualizado de la práctica profesional, dentro y fuera de las instituciones, y dentro y fuera de la Isla. Buscando entender qué ha estado pasando durante los últimos años y, así como, detectar/determinar dónde están los puntos de inflexión y cambio. A su vez, crea un espacio para agendas plurales y diversas, dentro y fuera de las prácticas del diseño: inspiradas en la idea de que la ciudad se construye de forma heterogénea, con o sin arquitectos y diseñadores. Dándole un valor a esas muchas otras formas de hacer.
La construcción del paisaje de la práctica arquitectónica no ha sido más que el registro, durante estos siete años, del devenir de los diferentes espacios de trabajo –independientes e institucionales– en la Arquitectura y el Diseño Industrial. De este modo se le da visibilidad a un movimiento genuino que, en la última década, ha estado ocurriendo en Cuba y que integra exponentes de diferentes generaciones. Vale recordar algunos de los textos sombríos de Segre, a finales de los años 90, y pensar que hoy hay esperanza.
Exhibiciones como Grupo de Trabajo de Arquitectos y Diseñadores (2014), Arquitectos por el mundo (2015) y Arquitectura en la Cuba de hoy (2015), a través de fotos, proyectos, renders y/o dibujos, han dado visibilidad al trabajo de jóvenes arquitectos que de manera aislada estaban proyectando en la ciudad. También brindaron la posibilidad de contrastes, debates y oportunidades de alianzas, que enriquecen tanto al producto como a los profesionales. De igual forma están las muestras de las colecciones Vibra (2015), de José Villa y Raiko Valladares; El Sistema (2017), del grupo D2 Estudio; Manufactura Propia (2015), de Francisco A. Menéndez y Nadia Medina Casado; Guajiros (2018), de los diseñadores Carilyn de la Vega y Carlos Zamora Pérez (Zamopeza).
Estos años han sido una apuesta constante por la generación de enlaces y colaboraciones entre diferentes prácticas. Y por el reconocimiento, el diálogo y la reflexión conjunta entre quienes, desde diferentes disciplinas, actúan en la ciudad: desde el enfoque resiliente y sostenible, desde el reciclaje, el grafismo, los materiales, las posturas de proyecto, los procesos creativos, la construcción. Evidencia de esta apuesta han sido: Formas de decir (2017), De 1 a 1 (2020), Deshacer (2019), Estudios en la FAC. Ciclones. Parada 1. Reciclaje (2018) y Habana Horizontal (2017) –esta última curada por Daniela Friedman: un análisis de la nueva tipología de hostales y su diseño en el marco de la nueva infraestructura hotelera privada.
Se ha vuelto al siglo XX desde una visión no narrativa, más bien crítica, y poniendo en valor obras y procesos todavía desconocidos. Sin dogma y con muchas dudas (2016) recogió la obra de Roberto Gottardi, Premio Nacional de Arquitectura de Cuba y autor de piezas de culto, como la Facultad de Teatro del Instituto Superior de Arte (ISA) y el Puesto de Mando de la Agricultura. Arquitectura Escolar en Revolución. Apuntes al proyecto de la Vocacional Lenin (2018), constituyó un debate en torno a la arquitectura educacional y un homenaje a Andrés Cuco Garrudo. Margot del Pozo y Vicente Lanz (2019) se desarrolló en tres ejercicios curatoriales, en los cuales resalta Postales a Margot (2019), muestra curada por Anadis González, quien propuso un círculo de mujeres arquitectas para conversar desde las diferentes visiones sobre la igualdad de género y el reconocimiento de la mujer en la práctica profesional durante el siglo pasado y su papel hoy.
Como parte de las muestras internacionales, FAC ha presentado: Arquitectura y diseño. Francisco Mangado (2014: de España), Crazy about Chair, Arte Industrial (2014: de Holanda), Planos y proyectos del arquitecto Carvalho Araújo (2016: de Portugal), Living Spaces Today. Arquitectos alemanes contemporáneos (2016), Arquitectura y diseño sueco (2017), Alterad Estates (2018: de Estados Unidos), Se Permuta. Un proyecto de intercambio artístico (2018: de Brasil), Reconstruyendo mejor después de Huracanes (2017: de México), Magmashell & Lowtide (2019: de Portugal), por Marta Marqués de Aguiar y Mariana Costa, en el contexto de la pasada XIII Bienal de La Habana y CEU: 50 años enseñando Arquitectura (2018: de España).
El espacio constituye un puerto de experiencias, ideas y personas, que han convertido en servidores vivos las salas “Santiago Feliú”, “Humberto Solás” y Nave 3. Han sido recibidos especialistas, arquitectos, diseñadores, investigadores, artistas y activistas, provenientes de España, México, Ecuador, Estados Unidos, Marruecos, Uruguay, Suecia, Holanda, Reino Unido y Polonia. Entre ellos, José María Sáenz (español radicado en Ecuador), Enrique Rico Campo (México), Ewa Kuryłowicz (Polonia), Ezequiel Uson Guardiola (España), Daniel Moreno (Ecuador) y Rodrigo Núñez (España). De Cuba hemos tenido a la Premio Nacional, Gina Rey, José Antonio Choy, María Teresa Padrón, Manuel Iturralde. Y al arquitecto, urbanista y crítico Michael Sorkin (Estados Unidos) recientemente fallecido, víctima de la COVID-19. Dentro de los ejercicios más especiales vale destacar a Nosotros pedimos la palabra, ciclo de conferencias, organizado y curado por estudiantes de la Facultad de Arquitectura.
De forma especial se ha potenciado la relación con las universidades. Hasta la fecha se desarrolla el espacio permanente “Facultades en la FAC”, durante el cual son abiertas las puertas a tres facultades de diseño de la capital: Diseño Industrial (del ISDi), Diseño Escénico (del ISA) y Facultad de Arquitectura (de la CUJAE). Este espacio opera de manera efímera durante la temporada enero-abril y cada agosto. Hemos sido anfitriones y organizadores de talleres con universidades cubanas e internacionales como San Pablo CEU (Madrid), el Pratt Institute (Nueva York), The Kent State University of Cleveland y el City College New York Spitzer Bernard School of Architecture.
E’piritismo Cubano, plataforma de estética (2019) fue una reflexión sobre los espacios de divulgación arquitectónica; una no-revista, inspirada en la revista de Le Corbusier, con una nómina diversa que incluía a artistas como Robertiko Ramos Mori y Ernesto Oroza –con su Museo Popular Concreto. Desde las redes, la ficción, el dibujo, la ilustración, el texto y el post, se generaron nuevos canales para crear contenidos sobre la ciudad, la arquitectura y el diseño: un reflejo del diálogo que pretendemos crear desde la Arquitectura, una agenda clara y abierta: una reformulación constante de nuestro ejercicio profesional.