Por: Anna María Guasch
Anna María Guasch*
Ante todo me gustaría referirme a cómo concibo la cultura en la actualidad y cuáles, creo, son sus principales necesidades. Para simplificar yo hablaría del efecto network, es decir, de la necesidad de conversación, relación, diálogo entre las diferentes instituciones que rigen el mundo de la cultura como la universidad y el museo. Y si hablo del efecto network es porque me refiero a relaciones no jerarquizadas y dominadas por una absoluta transversalidad.
En contra de lo que opinan ciertas voces, ni la universidad es un lugar de conocimiento “obsoleto” ni tampoco el museo representa la vanguardia de lo contemporáneo. Está claro que la universidad no puede equipararse, en medios logísticos y presupuestarios, al museo de arte contemporáneo, pero en cambio dispone de protocolos de trabajo, infraestructuras científicas, equipos de investigación que permiten una gestión del saber de manera menos mediatizada. Pienso que el museo tendría que acercarse a la universidad para poder aprovecharse de su infraestructura, de unos procesos de investigación que muchas veces revierten en tesis doctorales de gran interés científico vinculadas con la reflexión de la contemporaneidad. Cada día se demuestra que la cultura es un complejo proceso en el que lo que dominan no son las disciplinas “autónomas” con sus saberes/poderes bien consolidados, sino los procesos de inter y transdisciplinareidad que favorecen contactos en red y garantizan un concepto amplio y expandido de cultura. Y en este multiproceso, los estudios visuales resultan de gran operatividad, aunque deban ser también objeto de revisión y puesta al día.
Los estudios visuales analizan la imagen en sentido amplio, tanto si viene del mundo de la publicidad como del mundo de la historia del arte, de la alta (o de la baja) cultura. Estas imágenes se analizan desde métodos interdisciplinares, no solo desde la disciplina cerrada de la historia del arte, sino que también se nutren de otras disciplinas como la antropología, la sociología, el sicoanálisis, los estudios fílmicos… De este modo permiten hacer recorridos transversales e interdisciplinares. Diría que los estudios visuales son “anti-históricos”, tal y como lo era la historia del Renacimiento descrita por Aby Warburg en su Atlas Mnemosyne, el gran precedente de los estudios visuales. En su Historia del Renacimiento, Aby Warburg desarrolló una historia antijerárquica en la que mezclaba imágenes no solo de los artistas del renacimiento italiano, sino también de prensa de época y de las tribus americanas, uniendo la alta y baja cultura. Creó un “Atlas de la memoria” en el que no existían las jerarquías.
Pero como docente de Historia del Arte Contemporáneo de la Universidad de Barcelona, debo considerar que, lamentablemente, veo que todavía en este país no se le está dando a los estudios visuales la importancia que tienen. La gente en las universidades no se prepara para el análisis interdisciplinar que proponen estos estudios. Este panorama se agravó con la muerte del gran impulsor de los estudios visuales en España, José Luis Brea, gracias a quien hemos podido tener acceso a traducciones de textos de vital importancia. La Academia en España no esta preparada para la introducción de los estudios visuales porque muy pocos docentes de las universidades están formados e interesados en ellos, a diferencia de lo que está sucediendo en el resto de Europa.
Otro aspecto que siempre me ha interesado son las relaciones entre la enseñanza universitaria, la crítica y la curaduría. En este sentido, pienso que de unos años a esta parte la figura del crítico se ha visto suplantada por la del comisario, es la voz del comisario la que ahora es tomada con mayor autoridad respecto a la del crítico. Por ello, no le veo mucho futuro a la crítica, y lo demuestra el hecho de que uno no puede vivir trabajando solo escribiendo crítica de arte. Aconsejaría a los jóvenes estudiantes e investigadores interesarse por el comisariado de exposiciones desde un punto de vista teórico y crítico, para establecer discursos y encuentros entre artistas que generen conocimiento a través del acoplamiento de los artistas escogidos y los discursos desarrollados. Tanto la figura del crítico como la del historiador del arte son obsoletas, la sociedad necesita algo más. Pienso más en la figura de un docente-investigador que una sus intereses propios (en mi caso la línea del archivo y la del arte global) con similares preocupaciones de los alumnos de posgrado que integran mi equipo de investigación. Y, en un futuro, me gustaría convertirme en coordinadora de proyectos con mis alumnos para hacer libros de colaboración en los que ellos puedan publicar sus investigaciones y evitar que estas queden perdidas ante la dificultad de publicar un libro en la actualidad.
Barcelona, 21 de mayo de 2018
*Dra. en Historia del Arte, Profesora Titular, crítica y curadora de arte. Universidad de Barcelona. España