Por: Saidel Brito
Saidel Brito*
Hace 20 años, desde agosto de 1998, vivo en Ecuador. Después de residir tres años en Quito, donde ejercí la docencia en la Facultad de Artes de la Universidad Central, me desplacé a la ciudad de Guayaquil. A tan solo una semana de mi llegada me sucedieron dos acontecimientos relevantes: inicié como profesor en la Universidad “Federico Santa María” y me enamoré, súbitamente, de esa inquietante ciudad. Su gente, sus rugidos, su ritmo y sus similitudes con La Habana me hicieron ganar conciencia, por primera vez, de que era del Caribe.
Al año siguiente, en 2002, ocurrieron otros dos hechos trascendentes para mi vida profesional: ingresé como docente en la entrañable Universidad Casa Grande, donde sigo laborando todavía hoy, y me involucré junto a los artistas Xavier Patiño y Marco Alvarado en la creación de una institución superior de enseñanza artística.
En julio de ese año, Patiño presentó la idea como un proyecto artístico dentro de Ataque de Alas, proyecto de inserción del arte en la esfera pública implementado por el naciente Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC). Por sus alcances, que superaban la capacidad operativa del evento, no fue aceptado pero su idea germinó en lo que después sería el Instituto Superior Tecnológico de Artes del Ecuador (ITAE). La escuela fue aprobada mediante resolución del Consejo Nacional de Educación Superior (CONESUP) en febrero del año 2004 y tuvo como promotores al Banco Central del Ecuador y a la Muy Ilustre Municipalidad de Guayaquil.

1.Instituto Superior Tecnológico de Artes del Ecuador (ITAE)
El instituto propuso inicialmente la carrera de Artes Visuales pero entre el año 2005 y 2007 se crearon las Carrera de Teatro y Producción de Sonido y Música. La misión de la nueva escuela fue formar una generación de artistas que contribuyeran al afianzamiento de la cultura nacional e influyeran directamente en el crecimiento de la escena artística local, regional y nacional con una sólida proyección en el ámbito internacional.
En poco tiempo la institución se convirtió en un espacio de ruptura, forjador de una filosofía particular sobre la enseñanza del arte, y en un centro de reflexión, producción e investigación artística. Fue un espacio de intercambio y confrontación que terminó aglutinando a un significativo cuerpo de artistas e intelectuales comprometidos con la tradición cultural local y con los criterios de avanzada de la cultura contemporánea.
Los presupuestos teóricos-metodológicos del ITAE provinieron de los diversos enfoques pedagógicos originados en la permanente e histórica tensión entre el arte y su enseñanza. El diálogo fecundo que entabla el arte con la enseñanza artística se alojó en los procesos formativos del Instituto. A los estudiantes se les habilitó en los principales dominios de su profesión; se les familiarizó con múltiples enfoques históricos y claves culturales desde el inicio de su carrera, lo que les permitió adquirir capacidades discursivas y vastas referencias culturales. El ITAE potenció en el educando el desarrollo de procesos de autoconciencia creativa y fraguó miradas críticas e interpelantes en relación con el arte; también cobijó en sus mallas curriculares saberes y técnicas tradicionales, generando habilidades y destrezas que ensancharon tanto el pensamiento estético de los alumnos como el entendimiento de los lenguajes artísticos y sus posibilidades expresivas.
La efectividad del Modelo Pedagógico del ITAE, estuvo en la capacidad que adquirieron los estudiantes para convertir en valor de uso las diversas genealogías estéticas, y que estas, se plegaran a los propósitos de sus investigaciones artísticas. Para ello, fue imprescindible el entendimiento del arte como constructo cultural, así como poseer una plataforma teórica y crítica que le permitiera al alumno manejar con solvencia –tanto en las técnicas como en las ideologías que lo conforman –los distintos lenguajes aprendidos.
El Instituto cristalizó un modelo pedagógico que concibió la creación artística como algo enseñable, desactivando la idea de gremio que comúnmente abrigan las disciplinas tradicionales del arte, y desde prácticas interdisciplinares, formó a artistas con capacidad de ubicarse con coherencia en el tejido cultural y de elegir eficientemente sus posibilidades creativas frente a una determinada tradición.
El plan de formación se cobijó en postulados que apuntaban hacia concepciones expandidas del arte, sedimentando en los alumnos procesos analíticos y creando un ambiente de investigación que promovió la curiosidad, el trabajo y la ansiedad por la conquista de nuevos territorios a través del arte.
Los procesos formativos del ITAE operaron con solidez y coherencia, tanto en el plano docente como en las áreas de vinculación con la comunidad e investigación. La complejidad de su propuesta formativa se sustentó en el trabajo transversal de los diversos componentes de la institución, en sus valores, en el rigor de los procesos internos y en la cohesión de la propuesta académica.
El rol de los docentes fue un elemento capital. Ellos fueron los encargados de involucrar a los alumnos en la búsqueda de procesos creativos de avanzada y apuntalar, durante los distintos tramos formativos, las preguntas cardinales que guiaron la experimentación artística y la consolidación de su trabajo personal. Una fortaleza del claustro fue la presencia que mantenían como artistas o intelectuales en la escena cultural. Esto les permitió que su quehacer académico estuviese avalado por su trayectoria artística, lo que le aportó riquezas adicionales al proceso formativo de los estudiantes. El claustro, conformado por creadores provenientes de distintas generaciones artísticas y con diversas concepciones ideo-estéticas, incorporó además a artistas recién graduados de la institución.
El Instituto cristalizó un modelo pedagógico que concibió la creación artística como algo enseñable, desactivando la idea de gremio que comúnmente abrigan las disciplinas tradicionales del arte. La evidencia está en cómo los artistas formados en sus predios han sido capaces de ubicarse con coherencia en el tejido cultural y de elegir eficientemente sus posibilidades creativas frente a una determinada tradición.
El ITAE, por su accionar, se posicionó como institución de alto desempeño dentro del contexto de la educación superior ecuatoriana. Sus carreras se constituyeron en un referente inobjetable de la enseñanza artística nacional.
El mayor aporte del Instituto fue la gestación de una nueva generación de artistas; de sus aulas afloraron un número significativo de creadores que constituyen hoy una masa crítica con gran protagonismo en los circuitos profesionales de la cultura nacional. Los alumnos del ITAE alcanzaron más de 110 premios y menciones en los salones y bienales de la ciudad y el país, lo que confirma la excelencia académica propugnada por la institución.

2.ITAE
La existencia del ITAE estuvo marcada por la dificultad y la persistencia. Su rol educativo fue enriquecido e interpelado por su propia proyección artístico-cultural. Ese fue uno de sus sellos institucionales: ser un espacio construido por creadores que, como fin último, buscaron fomentar procesos creativos que apostaran por un compromiso permanente con su tiempo y su cultura.
A finales del 2015 y a inicios del 2016, trece años después de su fundación, las carreras del Instituto fueron absorbidas por la naciente Universidad de las Artes creada por el Gobierno Nacional. La adscripción del ITAE a la Universidad, firmada por mí en calidad de Rector de la institución, marcó el final de un proyecto en el cual un importante grupo de artistas e intelectuales de la ciudad dejamos nuestros mejores años.
Vía a la Costa, julio de 2018
*Profesor y artista. Graduado de la Facultad de Artes Visuales. Universidad de Las Artes, Cuba. Máster por la Universidad de Cuenca y la Universidad Casa Grande. Ecuador