Por: Félix Suazo
Félix Suazo*
Desde 1994 formé parte del cuerpo de profesores del Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas “Armando Reverón”-IUESAPAR, luego devenido Universidad Nacional Experimental de las Artes-UNEARTE, en Caracas. En un principio como asistente del taller de pintura, luego como profesor de asignaturas teóricas, entre las que se encuentran varios seminarios y materias electivas. Con el nuevo esquema curricular de la UNEARTE me fueron asignadas las unidades de Metodología de la Investigación, Seminario de Investigación y Proyecto Integral de Investigación, actividades que desarrollé hasta el año 2017.
La primera pregunta que se me planteó cuando comencé a impartir el Seminario de Investigación fue aclararme a mí mismo el para qué de la asignatura. A primera vista, parecía claro que esta era la estación previa al desarrollo del Trabajo Especial de Grado, que en el caso de los estudiantes de artes visuales, tenía un componente práctico (o creativo) y un componente reflexivo (o conceptual). Entre esos dos componentes había una fricción evidente: el lado reflexivo del que resultaba un trabajo escrito era percibido por los estudiantes como requisito incómodo para graduarse y no una herramienta de análisis complementaria durante el proceso de creación. Es decir, no había conexión entre creación e investigación, y esta última era percibida por los estudiantes como una exigencia externa a sus expectativas.

1.Conferencia durante el “II Coloquio Latinoamericano de Arte No Objetual y Arte Rural”. Museo de Arte Moderno de Medellín-MAMM, Colombia, 2017. Foto: MAMM
Después de identificar esta dificultad inicial, la pregunta por para qué del Seminario de Investigación adquirió mayor pertinencia para mí, aunque aún no me quedaba claro cuál era el modelo indagatorio que debía aplicarse a los requerimientos de los estudiantes de artes visuales. Hablar o escribir sobre (o desde) la obra era un tabú que encubría en realidad las fallas formativas en el manejo de la terminología técnica, el desconocimiento de aspectos históricos, las deficiencias en el uso de las fuentes bibliográficas y el desdén por las cuestiones teóricas. Para la mayoría de mis estudiantes, como para muchos artistas profesionales, bastaba realizar y presentar la obra, pues lo demás era asunto de la crítica de arte, la curaduría y el periodismo. Lo que pude sacar en claro de esta experiencia es que gran parte del estudiantado le tenía fobia al lenguaje, tanto oral como escrito, por lo que uno de mis principales propósitos, de ahí en adelante, fue trabajar en torno a las equivalencias y discrepancias que se pueden establecer entre la visualidad y la palabra, así como entre la imagen y la escritura, entendiéndolas como formas dialectales, metadiscursivas, cada una sujeta a una sintaxis propia.
Si bien la escritura y la visualidad no son reductibles la una a la otra, ambas colaboran en la estructuración del sentido artístico. Para conseguir este propósito, centré el seminario en “la voz de los creadores”, utilizando textos de artistas europeos y latinoamericanos (tratados, manifiestos, cartas, poemas, artículos, entrevistas, etc.), intentando que los estudiantes se percataran de que los artistas visuales sí piensan y sí escriben, al tiempo que les indicaba que estas tentativas variaban según la sensibilidad y el propósito del autor, de donde se desprenden distintos géneros de escritura.
El paso siguiente, fue abordar el lenguaje como un hecho performativo o realizativo,2 indisociable del proceso de estructuración de una poética artística, cuya expresión nuclear es el planteamiento del problema de investigación. El lenguaje es una acción que construye significado de la misma forma que la imagen configura la potencialidad del sentido. De allí surgió otro de los objetivos del seminario, el cual consiste en usar la escritura para argumentar las estrategias que permiten la articulación del discurso creativo y no para describir lo que la obra muestra o hace visible.
Pero el asunto no termina allí, pues todavía debía lidiar con la tendencia de los estudiantes a afrontar la escritura reflexiva sobre su trabajo antes o después de concluido el proceso creativo, cuando la obra aún no se había realizado, o una vez que esta se había concretado. En ambos casos, el texto investigativo aparecía de manera extemporánea, desligado del proceso artístico, generando cierta incongruencia entre los resultados del trabajo de taller y la teorización. Frente a esta situación, se planteó la necesidad de concebir la creación y la investigación como acciones o actividades sincronizadas, que debían desarrollarse simultáneamente, readecuando en cada caso los medios y las argumentaciones requeridas, en función de la idea central del proyecto.

2.Conferencia en el marco del Seminario “Discusiones III”. Universidad Nacional Experimental de Yaracuy-UNEY, Venezuela, 2011. Foto: Carlos German Rojas / Cortesía Colección Patricia Phelps de Cisneros
Finalmente, entendí que el seminario de investigación debería promover en el estudiante de artes visuales una mentalidad dialógica e interrogativa, capaz de concatenar los aspectos sensibles y reflexivos. Si bien la obra y el lenguaje (tanto oral como escrito) responden a una sintaxis propia, ambas se originan en la experiencia del estudiante e intentan canalizar sus preguntas y hallazgos. En consecuencia, tanto el texto investigativo como su manifestación verbal operan en esa ambivalencia entre la visualidad y el lenguaje, sin que esto suponga una traducción.
En síntesis, la investigación desde el arte responde a los rigores metodológicos de cualquier tentativa indagatoria, pero su finalidad no es producir verdades irrefutables, sino argumentaciones coherentes. No hay que olvidar que el arte es un fenómeno complejo. En consecuencia, los artistas no son teóricos, pero pueden conceptualizar su trabajo; no son filólogos ni semiólogos pero su actividad se desenvuelve en un espacio codificado; no son químicos, ni biólogos, ni físicos, pero deben tratar con las cualidades sensibles de los materiales y soportes con que trabajan. De manera similar, tampoco son estetas, pero su labor se desarrolla en un horizonte estético; no son críticos pero deben ejercer el criterio valorativo a la hora de tomar decisiones; no son filósofos, pero sus obras proponen una visión del mundo; no son sicólogos, pero exploran la subjetividad individual y colectiva; no son políticos, pero su accionar supone una determinada política de los signos.
Los pro y los contra que se han comentado previamente en relación con la investigación desde el arte, nos sitúan entonces ante un espacio lleno de sutilezas, cuyo sentido último es la argumentación sistemática de prácticas singulares e irreductibles a un modelo de recepción estándar. En tal sentido, la investigación desde el arte tiene una doble naturaleza, pues se desarrolla simultáneamente en los planos empíricos y documental.

3.Universidad Nacional Experimental de las Artes. Caracas. Venezuela
Es importante destacar que no es lo mismo investigar sobre el arte (tareas que competen a la historia del arte, la crítica de arte y la teoría del arte, entre otras disciplinas) que investigar desde el arte (situación en la que se encuentra el investigador-creador cuando emprende una pesquisa orientada a la resolución de problemas vinculados a su quehacer artístico), en cuyo caso el objeto de análisis y los procedimientos de indagación convergen hacia un mismo objetivo. Cuando se investiga sobre el arte, el analista se aproxima a un hecho consumado o en desarrollo, exterior a su propia experiencia. En cambio, cuando se investiga desde el arte, dicho proceso se realiza hacia el interior de la actividad creativa y está condicionado por variables subjetivas (vocación, motivación).
De las distinciones anteriores se infiere que un estudiante de arte, en cualesquiera de las áreas que se desempeñe y específicamente en el campo de las artes visuales que son el objeto de esta reflexión, investiga desde el arte, y su principal objetivo es dar respuesta a los problemas técnicos y conceptuales que le plantea el desarrollo de su propia obra.
Caracas, febrero de 2018
* Profesor, curador y crítico de arte. Graduado de la Universidad de las Artes. Cuba. Máster en Museología. Universidad de Valladolid. España
1 Fragmento de un ensayo inédito
2 Austin, John L.: Cómo hacer cosas con palabras, 1962.