Por: Cristina Figueroa
Cristina Figueroa*
Con la llegada del llamado arte de los nuevos medios, a finales del siglo xx, se comenzó a experimentar una ruptura en la forma de producir y consumir el arte contemporáneo, ya que se trataba de un arte que no necesitaba de los canales de trasmisión, validación ni comercialización establecidos, sino que buscaba crear su propia transferencia de conocimientos. En esta búsqueda, los nuevos medios encontraron en las nuevas tecnologías digitales y los medios de comunicación, las llamadas TIC,1 el basamento idóneo para su desarrollo.
Otro de los cambios interesantes fue que la mayoría de los primeros artistas de los nuevos medios no provenían de las academias de arte, sino de centros de investigación o laboratorios, y eran ingenieros o informáticos, tampoco trabajaban bajo la protectora soledad de sus estudios, sino que se unían en grupos interdisciplinarios y convertían la práctica en un coordinado ensamblaje de conocimientos compartidos.
La llegada de los nuevos medios fue tan repentina que su propia definición comenzó a experimentar confusión desde los inicios. La naturaleza híbrida de esta práctica artística se convirtió, simultáneamente, en ventaja y desventaja. Si bien esa inestabilidad teórica la beneficiaba al convertirla en algo novedoso, que se reinventaba continuamente, la constante obsolescencia de la definición terminó por abrumar a muchos que prefirieron echar en el mismo saco cualquier arte de bases tecnológicas, sin tener en cuenta un importantísimo detalle: no todo arte que utilice la tecnología es invariablemente arte de los nuevos medios.
La tecnología siempre ha estado en función de las prácticas artísticas, ya sea desde la modernización de los instrumentos con los que son producidos (herramientas, cámaras, computadoras, etc.), hasta los medios con los que son reproducidos (imprenta, Internet, reproductores, etc.), pero una cosa muy diferente es el arte que usa la tecnología y otra el arte cuyas bases conceptuales y morfológicas han sido creadas desde el universo tecnológico.
Tomemos, por ejemplo, el tan conocido dilema entre “arte en red” y “arte en la red”. La investigadora y curadora de nuevos medios del Whitney Museum de Nueva York, Christiane Paul, en su conocido libro Digital Art,2 dedica dos capítulos para diferenciar este conflicto: “Tecnología digital como herramienta” y “Tecnología digital como medio”. En el primer caso especifica que no todas las obras que hacen uso de las tecnologías digitales reflejan necesariamente la estética de la tecnología ni hacen un statment sobre ellas (arte en la red), sin embargo el uso de las tecnologías como medio artístico implica que la obra utiliza exclusivamente las plataformas digitales de producción y explora las posibilidades inherentes de las misma (arte en red).
En este sentido, Christiane Paul prefiere referirse al arte digital, ya que considera el calificativo nuevos medios como una “sombrilla” en la que se ampara la Academia para reducir y simplificar conceptos, y bajo el cual se guarecían en un inicio el cine, el video, el arte sonoro y todo tipo de formas híbridas a la cual la crítica y la institución no encontraban respuesta.
Por suerte, este tipo de disquisiciones teóricas cada vez va tomando rumbos menos desprejuiciados que permiten a la práctica navegar libremente entre diferentes terminologías y áreas del conocimiento sin depender de las manidas etiquetas. Actualmente la Academia y la crítica han optado por trabajar de forma más inclusiva los nuevos medios y referirlos como intersecciones entre arte, ciencia y tecnología, permitiendo una visión más global de estas prácticas que cada día se reinventan y actualizan a la misma velocidad, o más, de las tecnologías.
En Cuba, sin embargo, aún nos encontramos en la primera fase conceptual del dilema. En nuestro contexto hay un conocimiento muy limitado sobre estas prácticas, dado por disímiles factores: el atraso tecnológico que afecta desde nuestra vida diaria hasta las herramientas de trabajo y producción artísticas; la desconexión y el poco acceso informacional que por muchos años hemos tenido y que solo ahora comienza a mejorar, y una férrea tradición académica en nuestros institutos de arte en los cuales aún disciplinas como la fotografía y el video no están establecidas, sino operan como talleres de formación. Visto de esta forma es entendible por qué ha sido difícil arraigar los nuevos medios en nuestro contexto.
Igualmente, una de las mayores dificultades del arte de los nuevos medios en Cuba ha sido la poca pregnancia entre los críticos, los cuales han tratado de interpretar esta práctica conectándola con la larga tradición de la historia y la teoría del arte. Pero es precisamente aquí, según mi opinión, donde estriba el fallo: no podemos evaluar a partir de las mismas herramientas y los libros de texto, las prácticas que se mueven dentro de un rango de acción desconectado precisamente de la tradición. La tradición ya no es lo que importa, sino el pensamiento rizomático, la jerarquía de conocimientos y las plataformas simultáneas.
Otro error común y que, por fortuna cada vez más va siendo erradicado, es incluir el videoarte dentro de las categorías de los nuevos medios. El videoarte, desde los años sesenta, allanó el camino hasta que fue catapultado hacia el mainstream del arte contemporáneo, y ya ha pasado a ser una manifestación establecida con la cual la Academia y la crítica se sienten cómodas.3 Ejemplo de esto es como actualmente en algunas academias el videoarte es estudiado como visión histórica del Media Art.4
No obstante, en nuestro país (específicamente en la capital) se están desarrollando algunas acciones en el campo de la educación para expandir estos conocimientos. El ejemplo más conocido es el de la Cátedra de Nuevos Medios del Instituto Superior de Arte de La Habana (ISA),5 una iniciativa del artista (entonces profesor de la institución) Lázaro Saavedra que pudo ser materializada en el año 2007 por el también artista y profesor Luis Gómez, luego de varias presiones al ISA acerca de la necesidad de crear un espacio que al menos teóricamente respondiera al creciente interés por la aplicación de los nuevos medios, disciplina no comprendida entre los planes de estudio.6
Esta Cátedra buscó cubrir un vacío informacional y dotar al estudiante de las herramientas prácticas y conceptuales necesarias para la aplicación de los nuevos medios, basándose en una política de intercambio y circulación de contenidos, obras y programas. Lo importante de este laboratorio fue la máxima de que el artista adquiriera un conocimiento general en el uso de software y aplicaciones que le permitieran moverse libremente dentro de los diferentes campos de acción. Con un programa aún en formación y que en los últimos tiempos ha perdido un poco su empuje inicial, este laboratorio no tiene la intención de encaminarse hacia un tipo de producción determinada, sino más bien promover entre los estudiantes la conciencia de abordar los nuevos medios a partir de un enfoque crítico. Aunque no cuentan con las herramientas necesarias para funcionar como laboratorio de creación, sino solo como espacio de crítica y discusión, es identificable el creciente interés entre las más recientes graduaciones de alumnos de arte por la producción de los nuevos medios.
Igualmente provechosas han sido diversas clases o conferencias en algunos módulos de Maestría de la carrera de Historia del Arte y cursos especializados como el impartido en el ISA a propósito del 6to. Salón de Arte Cubano Contemporáneo, en 2014: Nuevas prácticas. Relación arte, ciencia y tecnología. El curso por primera vez introdujo, desde una perspectiva histórica, el desarrollo de los nuevos medios internacionales.7
Por último, las más recientes acciones han sido desarrolladas por Axis/Visual Lab junto a la Fundación Ludwig que han iniciado el proyecto LAT, en función del desarrollo del arte con tecnología en Cuba. Con un interés multidisciplinar y dirigido a artistas, ingenieros, músicos, diseñadores, arquitectos, etc., LAT se propone desarrollar una plataforma de intercambio y colaboración que potencie más el proceso que el resultado.
Todas estas iniciativas auguran el buen paso del desarrollo de los nuevos medios en nuestro país, tanto desde la creación como desde la recepción y aprehensión por parte del público, la Academia y la crítica. No obstante, aún quedan muchos obstáculos que superar –los conceptuales mucho más difíciles que los tecnológicos– dentro de esta carrera de resistencia que es el trabajar con nuevos medios en Cuba. Por suerte las primeras barreras ya han sido derribadas.
*Cristina Figueroa Vives. Curadora e investigadora. Máster en Comisariado de Arte y Nuevos Medios por la Universidad LLull y ESDI. Barcelona.
1 TIC: Tecnologías de la Información y la Comunicación, fueron el detonante de la “Revolución Digital del siglo xx”, también llamada la “Tercera Revolución Industrial”.
2 Christiane Paul: Digital Art, Thames & Hudson, Londres, 2003.
3 El investigador Stephen Wilson en su libro medular Information Arts hace referencia a otras prácticas que han tenido el mismo destino, como los gráficos por computadora, la animación digital, el modelado tridimensional, el video digital, la multimedia interactiva y el arte web. Stephen Wilson: Information Arts. Intersections of Art, Science and Technology, The MIT Press, Cambridge, Massachusetts, 2002.
4 Un caso concreto es el Máster en Comisariado de Arte y Nuevos Medios de la Escuela Superior de Diseño de Barcelona (ESDi) y la Universidad Ramón Llull, donde esta es precisamente una de las asignaturas. Recientemente el Máster cambió su nombre a Comisariado de Arte Digital, lo que refuerza la idea defendida por Christiane Paul acerca de la pertinencia del término.
5 Funciona como una cátedra alternativa a la enseñanza oficial, pero lamentablemente aún no constituye una opción oficial de graduación dentro de los estudios de los nuevos medios.
6 El Instituto Superior de Arte de La Habana (ISA) es la única escuela en el país con la más alta formación en arte y, como anotamos con anterioridad, aún no tiene comprendida una disciplina de graduación como la fotografía, por lo que no es de extrañar que el arte de los nuevos medios no exista como disciplina dentro de la licenciatura en Bellas Artes.
7 Tuve la oportunidad de ser invitada por el CDAV para coordinar y programar este curso, el cual tenía por objetivo presentar desde la historia del arte, la literatura, el cine y las ciencias, la inserción de los nuevos medios.