Por David Mateo
DM: ¿En qué periodo y contexto se da a conocer tu obra y qué presupuestos la sostenían?
JQ: La obra mía se da a conocer en los años 90, La Habana, en la galería Carmen Montilla. Fue una de las primeras exposiciones personales que realicé. Eusebio Leal, historiador de la ciudad de La Habana, jugó un papel muy importante en el desarrollo y conocimiento de mi obra, porque él comenzó a hacerme encargos para realizar diferentes obras ambientales en la ciudad; como, por ejemplo, la dedicada a Diana de Gales, y otras para diferentes espacios, que fui realizando por encargo. A fines de los años 90 mi obra había sido ya expuesta en diferentes espacios, como el Hotel Nacional de Cuba y en una de las galerías del Centro Histórico de La Habana Vieja.

Bésame corazón. 2013. Acero conformado y pintado. 60 x 30 x 25 cm
Mi obra se desarrolla realmente en los años 90. Anteriormente había realizado muchas exposiciones colectivas –dentro y fuera del país– pero, a partir de la invitación de Eusebio Leal, comienzan a realizarme encargos de trabajo y mi obra se hace conocida. Desde el punto de vista conceptual, siempre he partido de la naturaleza, de todos sus elementos: e inclúyase al hombre. He realizado siempre interpretaciones. No copias de ella, lo cual siempre le da a la obra un carácter muy polisémico, es decir, que se presta para diferentes interpretaciones. No son copias de la realidad, sino interpretaciones de la realidad, interpretaciones del cuerpo humano. Muchas de esas obras salen de una flor, del mar. Y tienen diferentes significados. Las hago pensando en una cosa y las personas te dicen que ven otras. Tienen diferentes lecturas. Y es algo que siempre me interesó en mi obra.
Desde el punto de vista formal, comencé trabajando el mármol, todos los tipos de piedra. Hacía ensamblajes con mármoles de diferentes colores. Luego comencé a incorporar otros materiales, como la madera, el bronce, el metal. Ya a finales de los 90 realicé la escultura de Diana de Gales. Y Leal me invita a exponer en la Lonja del Comercio: creo que fue la primera exposición que se realizó en ese local. A esa exposición fue Alfredo Guevara, quien jugó un papel muy importante también en el desarrollo de mi obra. Cuando Leal me presenta a Guevara, este me preguntó: “¿de dónde tú saliste que yo no te conocía?, porque la obra tuya está a un nivel que se puede exponer dondequiera, a nivel nacional e internacional”. Él me invitó a hacer una exposición en la sala “Fresa y Chocolate” del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC). Esa galería la inauguré yo con 25 obras realizadas en mármol y otros materiales, como el ébano, otros tipos de maderas, elementos de bronce. Seguí trabajando y exponiendo después de esa exposición. Vinieron unos galeristas españoles y se interesaron en mi obra. Vendí algunas piezas y comenzaron a interesarse en España por mi trabajo; sobre todo un coleccionista muy famoso, que se llama Pedro Serra, y otro que se llama Bernardo Quetglas, gran comprador de arte cubano. Este último comenzó a comprarme obras. Cuando llegó a mi taller yo tenía unas 25 obras, después de verlas me preguntó si las vendía todas: y así compró las 25 piezas. A partir de ahí comenzó una amistad que fue creciendo. Cada vez que él venía a Cuba yo tenía realizadas un grupo de obras y siempre me las compraba. Hasta que un día me propuso que fuera a Mallorca: allí me prepararía un taller con todos los materiales para que hiciera las obras, sobre todo obras de gran formato, que de otra manera hubiera sido muy complicado y costoso de trasladar allí. Así que acepté y para mí fue una suerte tremenda. Así empecé a viajar a Palma de Mallorca. Cada vez que iba tenía todos los mármoles allí: mármoles de la India, de Carrara, de Macael, de Alicante. Y de diferentes colores. Allí me di gusto trabajando. Cada vez que iba, utilizando todos esos mármoles y con una libertad tremenda, en tres o cuatro meses hacía 10 o 15 piezas. Fue la consumación de mi trabajo. También me sirvió para viajar a París, donde he conocido a galeristas y personajes de la cultura. Ellos allí en París también me han ayudado mucho. En Palma de Mallorca he realizado exposiciones personales, en la galería Joan Oliver Maneu y, al aire libre, en el taller donde he trabajado, con piezas de cinco o seis metros.

Fruta del paraíso. 2014. Acero conformado y pintado y acero inoxidable. 70 x 50 x 30 cm
Comencé trabajando con la piedra, con el mármol, y después le fui incorporando poco a poco otros elementos a esas esculturas. A partir del 2000 comienzo a trabajar esculturas en otros materiales. Al haber estudiado en Europa, en muchas escuelas donde trabajé con otros materiales, comencé a hacer esculturas en acero inoxidable, en acero puro conformado, en acero cor ten. En mis esculturas puede haber diversos materiales. Puede haber mármol, acero cor ten o acero inoxidable patinado. También trabajo el bronce, la madera.
DM: Estas esculturas con las que te diste a conocer, ¿eran de salón o ambientales?
JQ: Eran esculturas de salón, de galería. Pero había algunas que se pasaban un poco de las medidas, que iban de 1.50 a 2 metros.
DM. ¿Se han modificado en algo esos presupuestos iniciales?
JQ: Sí, han variado mucho. Mi compañero José Villa, amigo de estudios de Checoslovaquia, se sorprendió cuando empecé a exponer las obras en otros materiales, sobre todo en acero. Y me preguntó si estaba cambiando y si no iba a trabajar más el mármol. No se trata de que no vaya a trabajar más el mármol, lo que pasa es que hay que evolucionar. No es que haya cambiado en mis presupuestos conceptuales, sino que he cambiado en mis preceptos formales, pues no es lo mismo cuando trabajas en un taller donde te amarras a un material. En el contexto que vivimos los escultores cubanos, tenemos que trabajar lo que sea, porque los escultores cubanos no tenemos las posibilidades de tener los materiales que necesitamos para hacer las obras. Y los lugares donde trabajamos son dentro de la comunidad, donde viven muchas personas. Yo vivo y tengo mi taller en Playa Baracoa. No tengo muchas personas alrededor. Es un lugar maravilloso para trabajar; pero cuando el viento está en contra, todo el polvo que produzco penetra hacia las casas de alrededor. La solución es trabajar con materiales que no produzcan polvo. Por eso comencé a trabajar el acero, la madera, con bronce conformado. Cuando no tengo la manera de trabajarlo en mi taller, lo llevo al taller de Villa y allí se conforman las piezas. En mi taller puedo trabajar con acero inoxidable, cor ten. En ese contexto me he desarrollado.

Flor. 2015. Acero inoxidable patinado. 65 x 50 x 50 cm
DM: ¿Has sido afortunado por trabajar con varios materiales, o en algún momento ha sido frustrante el acceso a ellos?
JQ: El trabajo del escultor es de cierta manera frustrante, porque uno se pasa la vida luchando y buscando dónde están los materiales, quién te los puede vender. Muchas de las planchas de acero inoxidable o bronce con que uno trabaja, las venden los particulares. La realidad es que no existen mecanismos estatales. Eso lo hemos planteado en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) mil veces: que resuelvan los problemas que existen para que los escultores puedan ir y comprar lo que necesitan. Yo casi todo lo compro en el extranjero. Mis equipos de trabajo los he comprado casi todos en España y México. Los escultores vivimos constantemente buscando materiales, pero no hay ninguna empresa que los provea. Sin embargo, la Oficina del Historiador, cuando me ha hecho un encargo, le he solicitado los materiales. Siempre he pedido un poco más para hacer mi obra. Los escultores sufrimos mucho el problema material. La escultura es un arte muy costoso, que necesita un espacio para hacer una obra, con condiciones, que no molestes a la gente, donde puedas trabajar sin limitaciones, para poder hacer una obra más libre. Siempre estamos intentando resolver el principal problema que tenemos: el espacio. El segundo problema es el económico, pues si no tienes dinero, no puedes comprar nada: ni materiales, ni espacio, ni herramientas. Solo en herramientas te puedes gastar 2000 o 3000 dólares. La escultura tiene muchas especializaciones. Y cada una de ellas necesita de diferentes recursos: todos muy costosos.
DM: En comparación con otras artes, ¿crees que la escultura haya encontrado su camino en el mercado?
JQ: Yo creo que sí. Hubo un cambio a partir de los años 90, cuando se despenaliza el dólar y comienzan a eliminarse las restricciones que existían anteriormente y que frenaban el desarrollo del arte… Roberto Fabelo, que estudió conmigo y nos graduamos de la Escuela Nacional de Arte (ENA) en el año 72, conoció a Gabriel García Márquez en México y este le encargó una ilustración. Cuando regresó a Cuba me dijo: “Quintanilla, aquí ahora tengo el dinero para comenzar a hacer mi obra de verdad, yo te aconsejo que te pongas para tu obra, porque no hay otra cosa”. Fue un gran consejo que me dio Fabelo. A partir de esos criterios de Fabelo, yo empecé a trabajar y a ganar dinero. Eso fue lo que me posibilitó hacer mi taller y mi casa. El escultor tiene que tener recursos materiales, porque sin esos recursos, está amarrado de pies y manos.

Ojo pescado. 2016. Granito negro. 70 x 50 x 25 cm
DM: ¿Tu generación ha encontrado beneficios en la promoción y el mercado del arte?
JQ: De mi generación hay algunos que se han desarrollado más. Otros, menos, pero casi todos los escultores han encontrado un camino y han logrado comercializar su obra. Tienen obras en colecciones. Están los casos de Negrín, de Eliseo, de Consuegra: tienen ya un camino, tienen coleccionistas que compran sus obras. El mismo Bernardo, que me ha comprado mucho, él tiene una gran colección de arte cubano. Y ha comprado a todos: a Lara, Villa, Eliseo. Ahora está auspiciando un concurso, del que Villa y yo somos miembros del jurado. Ese concurso es, precisamente, para potenciar el desarrollo de la escultura ambiental. Bernardo tiene buenas ideas con la escultura. Creo que es el coleccionista extranjero que más esculturas cubanas tiene. Son alrededor de 400 obras mías.
DM: Eventos que han sido cruciales para la legitimización y evolución de tu obra…
JQ: Aquí en Cuba he participado en muchísimas exposiciones colectivas, y en cuanto a las personales, puedo decirte que, entre las más importantes, están las que realicé –todas organizadas en los años 90– en las galerías Carmen Montilla, la del Hotel Nacional, la de la Lonja del Comercio. Y la del Club Le Select. A partir del año 2000 tuve tres exposiciones en Palma de Mallorca. En Cuba también participé en “CODEMA 2000”, que fue un evento internacional muy importante, donde se integraron numerosos escultores de Estados Unidos, Japón. Y de Cuba estábamos Kcho, Villa, Negrín, yo. Estas obras fueron seleccionadas para exponer en el Museo Nacional. Otro evento importante fue “Forma Viva”, en Eslovenia. En México participé en un evento que se realiza en el Museo de las Artes de Guadalajara. Me presenté a un concurso internacional en China, y allí gané un premio, con dos obras en mármol y granito, de unos cinco metros. Tuve dos ayudantes chinos para realizarlas. He participado además en otros eventos en Francia.

Sol coral. 2005. Mármol crema de Bayamo. 130 x 170 x 30 cm. Colección del Presidente de la AVIS
DM: El mármol, la piedra, ¿cuál es el material más cómodo para realizar tu trabajo?
JQ: En lo fundamental he trabajado el mármol, la piedra. Pero ahora estoy trabajando el acero. También tuve la oportunidad de hacer el Che Guevara que está en Oleiros, La Coruña: tiene 10 metros de altura. Un Che Guevara al que aquí no se le ha dado divulgación. Lo hice en el año 2008. Fue un concurso que se realizó y gané. Fue realizado en acero cor ten y granito de porrillo.
Esa obra de Oleiros no tuve prácticamente que tocarla, toda me la hicieron en talleres. Con los cortes de la obra, que yo llevaba, se hizo la parte de acero de la cabeza del Che, que es el famoso retrato de Korda recortado y realizado en volumen. Y la parte de granito de porrillo también se hizo con todos los cortes. Es decir, que prácticamente no tuve que trabajar la obra. Las autoridades locales simplemente tuvieron que pagar a los talleres y allí hicieron las obras y ellos mismos la montaron. Quedé muy satisfecho. Quedó emplazada en una rotonda céntrica de 32 metros de diámetro.
DM: ¿Cómo ves el estado actual de la escultura?
JQ: Creo que la escultura está en un buen momento. Lo que sucede es que la promoción de la escultura no está bien. Los escultores estamos trabajando por nuestra parte. Es como si existiera una anarquía. No quiero ser muy crítico con el Consejo Nacional de las Artes Plásticas, pero creo que no le interesa mucho lo que se hace. Incluso el espacio que tenía el Consejo Asesor para el Desarrollo de la Escultura Monumentaria y Ambiental (CODEMA), donde trabajaban los escultores, casi no existe: aquel espacio fue ocupado por oficinas. Yo trabajo en mi taller, pero los que no tienen talleres trabajaban allí, y ahora no lo pueden hacer. Yo veo que la escultura está en un momento crítico de promoción, no de producción. El Consejo Nacional nunca pasa a ver que tú haces. No realiza un registro fotográfico de lo que tú haces. Tenemos 400 piezas en el extranjero y nadie las conoce, porque vienen los coleccionistas y se las llevan sin dejar registro. El Consejo no se interesa en hacer una exposición colectiva, en hacer colecciones, y a los escultores se les promueve muy poco dentro del territorio nacional. Y tampoco se les propone hacer exposiciones en el extranjero. En parte, reconozco que pueda ser también por el inconveniente del peso de las obras, por la dificultad que implica trasladar la escultura. La realidad es que son muy pocos los escultores cubanos a los que el Consejo invita para realizar una exposición en alguna galería, o para que le programen dentro de la Bienal de La Habana. No soy de los escultores a los que le guste meter la cabeza por ahí o buscar a alguien para que me dé un espacio. Hay gente que sí. Se mete por ahí o por allá para exponer en la Bienal de La Habana. A veces dan un espacio, como en otras bienales que se han hecho en La Cabaña; yo he expuesto, pero una escultura, como otros, al campo abierto. Sin embargo, hay otros que sí han tenido un salón para ellos solos. No hay preocupación por hacerlo coordinadamente y con tiempo, sin que el escultor tenga que ir miserablemente a llorarle a los que dirigen el Consejo por un sitio para exponer. Debería haber una preocupación por eso. Visitar los talleres de los creadores. Ver qué es lo que hace la gente.

Natura. 2011. Mármol crema rosa y acero inoxidable pulido. 450 x 120 x 120 cm. Casa de las Tejas Verdes de 5ta Avenida, La Habana
En una época sí hubo esa preocupación. Rita Longa fue una gran promotora de la escultura. Rita Longa siempre me llamaba. Me daba trabajo. Y ella siempre me alentó mucho a desarrollar mi carrera. Un día me denominó el Rey del Mambo: yo nunca me lo creí, pero sí me alentó mucho a seguir en mi trabajo. Pero, a la misma CODEMA la veo en un momento crítico, aunque hubo una exposición colectiva en el Gran Teatro de La Habana, en la que participamos 30 escultores. Pero eso solo te da la oportunidad de mostrar una obra. Tal vez deberían organizar una exposición, aunque sea una vez al año. Entonces, lo que yo hago, es hablar con Eusebio Leal, que es mi gran amigo. O con Norma Jiménez, que ha trabajado conmigo muchos años y ha sido la promotora aquí de mi obra. Así expongo en estos lugares. De hecho, en la galería Carmen Montilla tengo una exposición permanente: es pequeña, pero voy cambiando las obras cada cierto tiempo. Si vendo alguna, la sustituyo por otra.
DM: Sabemos que fuiste profesor en el Instituto Superior de Arte (ISA)… ¿Cuál crees que fue tu principal aporte para la enseñanza de la manifestación?
JQ: Imagínate, que yo soy fundador del ISA, igual que Villa. Regresamos después de cuatro años de estudio en Praga y fundamos el ISA en el año 1976. Estuve 35 años trabajando en el ISA. Durante todo ese tiempo fui profesor de modelado y talla en piedra. Casi todos los alumnos pasaban por nuestras manos, entre ellos, Esterio Segura, todos los que son conocidos. Y son muy buenos artistas, no solo escultores, sino artistas, porque hacen de todo. Siempre les incitaba por el conocimiento de las técnicas de elaboración. Cuando daba modelado me gustaba que aprendieran cómo se modela una figura, cómo se hace una cabeza, cómo se talla una piedra. Allí impartía también cursos para extranjeros. Llegué a tener 15 alumnos. Había momentos en los que tenía que ir todos los días al ISA a atender los cursos para extranjeros. Eso llevaba mucho esfuerzo y nos quitaba tiempo para la creación personal. Llegó un momento que le tuve que solicitar al decano una licencia sin sueldo para trabajar. No podía seguir sin hacer mi obra. Los alumnos que habíamos formado se iban a Europa, a diferentes lugares, y nosotros no salíamos, no exponíamos, no hacías nada. Yo mismo me cuestioné cómo iba a ser un profesor sin una obra de valor, reconocida. No podía seguir dando clases. Entonces, como se dice, me puse para lo mío.

Guerrillero Heroico. 2008. Acero corten y granito de Porriño. 800 x 500 x 120 cm. La Coruña, Galicia, España
DM: ¿Puedes dar una opinión sobre la Academia y el ISA, sobre cómo está la formación en estos espacios?
JQ: En el ISA en la actualidad tengo relaciones porque participo mucho en los talleres. Sobre todo en los talleres de fundición. Te puedo decir, desde mi concepción, que está un poco caótica la exigencia. Es como si los estudiantes llegaran allí e hicieran lo que les dé la gana. Los estudiantes llegan con una formación, que puede ser buena, regular o mala. Es como si tuvieras un taller personal y llega allí un artista destacado y te da su opinión, te da una tarea y te lanza por un camino. Es lo que creo que está pasando. Lo que puedo percibir de la escuela de escultura es que cada estudiante tiene su espacio, tiene su taller. Hace su obra. Los profesores vienen de vez en cuando, lo critican, evalúan y ya. Allí no hay una labor de enseñanza del oficio, como se enseñaba antes en las escuelas, las academias. Ahora el programa es muy libre; programas que tienen una gran libertad creativa. Antes había talleres de libre creación, donde los que estudiaban pintura, si le interesaba, podían asistir a escultura y estudiar talla y piedra. Muchas veces llegué a impartir clases a artistas como Consuelo Castañeda: esos estudiantes iban a mi taller de fundición donde se enseñaba la técnica. Ahora, los profesores van, les revisan la tarea a los estudiantes y se retiran. Los estudiantes tienen espacios donde trabajan con una libertad absoluta de creación. No es que lo vea mal, lo veo bien, pero no es una academia de enseñanza del oficio. El oficio lo aprendes si ves cómo se funde una obra. Pero ya la talla se da poco, no se enseña cómo se hace un vaciado en yeso, cómo se modela una obra. Ya sucede un poco como con los pintores, que no estudiaron escultura y cuando quieren hacer una escultura van a buscar una gente que sabe, le llevan los dibujos, le explican qué quieren. Y les realizan la obra y después analizan y hacen cambios. Pero no se meten de lleno en eso. Son como realizadores. Es lo que está pasando con los pintores. En la actualidad, la mayoría de los pintores cubanos no estudiaron escultura y las están haciendo. No es que no lo vea bien, pero ellos no son los que hacen esas esculturas: son hechas en diferentes talleres, mandan a hacer su obra. Ellos les dan el visto bueno y las firman.

Resguardo. 2015. Granito negro. 60 x 50 x 25 cm. Colección particular del señor Bernardo Quetglas, Palma de Mallorca
DM. ¿En qué proyectos te encuentras trabajando ahora?
JQ: Hay un amigo francés que quiere que exponga en París, así que estoy organizando eso. Estoy preparando también una exposición personal, que quiero hacer en la galería Carmen Montilla. Estoy trabajando con diferentes materiales, diferentes conceptos para ver si preparo una exposición personal para este año.