Por David Mateo
DM: ¿En qué contexto específico se da a conocer tu obra escultórica y sobre qué presupuestos técnicos y conceptuales se sostuvo esa inserción?
RC: Comencé a estudiar en el año 1972 en la Escuela Provincial de Arte José Joaquín Tejada. La escultura la conocí cuando comencé en la escuela de arte y les debo, en alguna medida, a mis profesores de la especialidad el interés por estudiarla. Fue a partir del cuarto año del nivel medio cuando comienzo a mostrar mis trabajos.
Los primeros seis años de estudios fueron básicamente de aprendizaje y experimentación. No había nada definido, ni como estilo, ni como tema. En el Instituto Superior de Arte (ISA), los dos últimos años, tenía una influencia –notable y esencialmente– de Henry Moore, aunque ya en el último año venía indagando sobre las religiones afrocubanas. Y comencé con los ensamblajes.

Lo cotidiano desconcertante. Acero conformado. 2010. 205 x 123 x 100 cm
A partir del 1984 comienzo de manera sistemática a participar en exposiciones colectivas. Cuando me gradué del ISA fui para el municipio de Nueva Paz a cumplir el servicio social. Y comencé un vínculo profesional muy estrecho con la antigua provincia La Habana, donde desarrollé en un inicio casi la totalidad de mis actividades en esa región, a pesar de la proximidad con ciudad de La Habana donde residía. Había participado en exposiciones colectivas en las galerías de la capital, pero fue en 1994 que realicé mi primera exposición personal en la ciudad. No obstante, debe de tenerse en cuenta que no acostumbro a realizar muchas exposiciones personales. Desde el inicio de los años 80 las artes plásticas habían dado un cambio sustancial en cuanto a presupuestos artísticos y formales, sobre todo después de la exposición de Volumen I. Existía en La Habana una especie de efervescencia. Había muchos espacios donde se mostraban las diferentes propuestas de los artistas, sobre todo los jóvenes. Existía una galería por cada municipio. Luego, comenzaron las primeras bienales de La Habana, que permitieron poder confrontar las obras de artistas de otras latitudes. Estaban los eventos teóricos, que consolidaban la idea de la vinculación estrecha que debe existir entre los presupuestos formales y conceptuales. En medio de todo ese movimiento, e influenciado de este, comienzo a dar a conocer mis obras.

Con toda la ternura que lleva dentro. Acero conformado. 2012. 207 x 104 x 84 cm
Montajes incluyó una serie de trabajos que, enmarcados dentro de este concepto, desarrollé en los primeros años de la década de los 80. Y consistían en ensamblajes de diferentes materiales que servían de soporte a una poética de carácter afrocubano: el símbolo, lejos de esquemas formales, reforzaba el referente en cuestión.
Esta manera de representar mis piezas se hizo recurrente por el mismo carácter de retablo que, desde esa época, quería imprimirle a las mismas. Y tenía consonancia con el ambiente que deseaba recrear, aunque estaban presentes también ya las instalaciones. Los materiales empleados eran variables. Y respondían al carácter de ready made que sustentaban estas obras, así que utilizaba todo lo que me ayudara a reforzar el sentido de lo que quería expresar: piedra, madera, objetos de metal, bandejas de panadería, etc. Eran ensamblados con todo lo que tenía al alcance desde el punto de vista técnico (amarres, soldadura, tornillos).
En la exposición de 1987, Propuestas, tenía una línea temática derivada de las primeras obras, pero el elemento católico estaba presente más activamente, así como la utilización de la tela como material recurrente. Los dibujos tenían relación con esta producción y, ampliando la proyección de lo expuesto, servían como referentes de las piezas escultóricas.
DM: ¿Cuánto se mantiene y cuánto ha variado de esos presupuestos iniciales? ¿Las variaciones han provocado algún cambio en cuanto a tu concepción sobre la escultura como soporte y expresión?
RC: Los cambios establecidos en mi producción plástica han ido ocurriendo paulatinamente, como una consecución armónica. Una manera de concebir da paso premeditado a otra. Cada obra tiene sus características formales y requerimientos materiales. Con esas premisas he utilizado las técnicas necesarias para cada uno de mis proyectos y he tratado de emplearlas con el mayor rigor posible.

El vuelo. 2012. Acero conformado. 200 x 249 x 20 cm
No es menos cierto que he tenido diferentes etapas, donde una técnica es prioritaria con relación a otra. Pero recuerdo que en la etapa de mayor auge con el ferro cemento, también fue donde desarrollé todas mis obras de ensamblajes por un lado y de la inclusión de la tela posteriormente. Mi obra ahora se realiza básicamente en metal, pero tengo piezas en mármol y fundidas en concreto. He desarrollado obras paralelas en diferentes técnicas y formatos, según la necesidad creativa y los diferentes proyectos.
Creo que sí hay cierto cambio en la concepción que tengo sobre la escultura como soporte y expresión, lo cual me permite moverme dentro de una más amplia variedad de códigos. La aceptación de esa pluralidad de criterios artísticos, tantos formales como conceptuales, ha favorecido el desarrollo de mis trabajos. Entiendo que el estudio, la indagación que se realice, la profundización en el orden conceptual es parte primordial del proceso. Sé que cada pieza implica diferentes niveles reflexivos y temáticos. Los materiales y las formas también son reevaluados y personificados.

El Despegue. 2013. Acero conformado. 440 x 391 x 183 cm
Al menos que participe en algún proyecto que tenga un tema específico (monumento u obras conmemorativas), mis presupuestos responden siempre al proyecto en el que esté enfrascado. Trato en mis obras un conjunto de ideas y conceptos referentes a la propia existencia del hombre. Creo para este fin obras estructuradas como sistemas de símbolos, al buscar su identidad más allá de los valores que se les reconocen.
DM: ¿Cómo han sido tus experiencias en cuanto al acceso de recursos materiales para la producción?
RC: Ya con anterioridad había planteado que no dejo de tener en cuenta que la elección que hago de los materiales es por su carácter expresivo y evado la falta de intencionalidad en el uso de los mismos. De ahí que trabaje con diferentes materiales. Siempre en función de lo que quiera expresar y en acomodo de los objetivos que persigo. La escultura, incluso la menos ortodoxa, requiere de un soporte material que en nuestras circunstancias siempre entraña muchas dificultades.
Todos sabemos de nuestros problemas materiales, lo cual en muchas ocasiones frustra algunos proyectos creativos. En mi caso particular, trabajo con muchos materiales reciclados y eso, de alguna manera, facilita el proceso. Pero en otras obras, que me planteo realizar, los obstáculos han dificultado su ejecución: en proyectos de inserciones públicas, se han variado los materiales concebidos para las obras; incluso, las dimensiones de elementos. Esto ha perjudicado el diseño y la concepción original de los mismos. Tengo varios proyectos pospuestos por falta de materiales y, además, sin hablar de los espacios de talleres.

S.T. 2015. Acero conformado. 90 x 66 x 27 cm
DM: ¿Qué eventos o acontecimientos han contribuido de manera directa al desarrollo y la legitimación de tu obra escultórica?
RC: A lo largo de todos estos años he participado en varios Salones donde están representados casi todos los géneros de las artes plásticas. También en Salones solo de escultura. Participar en cualquier evento de la plástica siempre tiene la finalidad de mostrar y confrontar la producción de cada uno de los participantes. Es una especie de termómetro para poder medir la “salud” de lo que se viene realizando. Son experiencias diferentes. En el caso de los eventos internacionales, amplían el diapasón de los conocimientos, y la proyección de mis obras adquiere otras dimensiones.
Los Simposios son espacios de creación, que dan la oportunidad de confrontar diferentes propuestas personales. Parten de uno o varios materiales y con la finalidad de adecuar aéreas específicas, ya sean urbanas, de otro carácter, o de función social. Para mí estas posibilidades de intercambiar experiencias, con otros creadores y de poder mostrar mis obras, resultan de gran utilidad profesional. También está la oportunidad de poder ver concretado nuestros proyectos en materiales definitivos, que están alejados de nuestras posibilidades reales: económicamente hablando. Además de promocionar nuestras obras.

Lo demás es silencio. 2018. Acero conformado. 220 x 216 x 91 cm
DM: ¿Qué opinas del estado actual de la escultura en Cuba?
RC: No creo que la escultura cubana en sentido general esté en crisis. Desde el punto de vista ambiental se han logrado cualificar importantes sitios turísticos, económicos, científicos y sociales en Cuba. El aporte de los escultores jóvenes es significativo, aunque su producción se desarrolle fuera de la Isla en su gran mayoría, lo que conlleva a un desconocimiento en ese sentido. Tampoco podemos obviar que la promoción y crítica de la escultura cubana –en todo este tiempo– marcha con una desventaja enorme, respecto a otras manifestaciones.
Si hacemos un análisis desprejuiciado, otros artistas sin una formación “escultórica”, también desarrollan una obra tridimensional que beneficia el panorama de la escultura en nuestro país.
Nos preocupa la falta de continuidad en los simposios y salones de esculturas, como ha sucedido con muchos otros proyectos en el país, por falta de recursos y un temor a enfrentarse a las complejidades que, lógicamente, generan estos eventos. La carencia de talleres tampoco favorece el desarrollo de esta especialidad.
DM: ¿En qué proyectos te encuentras trabajando en la actualidad?
RC: Estoy en estos momentos trabajando en la ejecución del Parque Monumento a los Países del CARICOM, junto con el arquitecto Rómulo Fernández. Y sigo en todo el proceso de concepción y realización de las piezas que conforman el proyecto sobre la violencia que estoy desarrollando desde hace un tiempo. En lo particular, me interesa el fenómeno de la relación que se establece entre el enmascaramiento que de la violencia se pretende establecer en aras de ocultar su existencia –por diversos motivos, sean políticos, religiosos morales, etc.– y el hecho mismo de ser una realidad vigente, que afecta a todas las sociedades. Ese afán por banalizar y minimizar sus efectos negativos en todos los órdenes de la vida es eje central en mi proyecto.