Por David Mateo y Claudia Placeres
DM: ¿En qué contexto específico se da a conocer tu obra escultórica y sobre qué presupuestos técnicos y conceptuales se sostuvo esa inserción?
TL: Mi irrupción en el mundo del Arte ocurre a finales de la década de los años 70. Específicamente en 1976, cuando culmino mis estudios en la Escuela San Alejandro e ingreso al Instituto Superior de Arte, lo que me concede el honor de ser fundador de la Universidad de las Artes en Cuba.
En los años 70 y 80 eran frecuentes los Salones y Concursos de Artes Plásticas en nuestro país. Estos ofrecían la posibilidad de dar a conocer la obra de los jóvenes creadores, de codearse con los maestros y alcanzar algún premio. Además de resultar un escaño promocional tenía una remuneración económica, aliciente significativo cuando prácticamente no era posible vender la obra artística por la inexistencia de instituciones y mecanismos comerciales en el país.
En este contexto comienzo a exponer mi obra escultórica. Obtengo una Mención en el Salón Provincial de Jóvenes Artistas en 1977, alcanzo el Premio del Salón de Esculturas en Madera –convocado por el Museo de Artes Decorativas en 1980– y como colofón obtengo el Premio del Salón de la Ciudad 85: el evento de mayor importancia entonces, que estuvo dedicado a la Escultura, y fuera convocado por el Centro Provincial de Artes Plásticas y Diseño en 1985, lo cual me concedió el derecho de participar en la VI Trienal de Arte Contemporáneo en Nueva Delhi (India) y en la Segunda Bienal de La Habana, ambas en 1986.
Los presupuestos conceptuales que orientaron mi obra escultórica en mis inicios, y que hasta hoy me acompañan, se fundamentan en el precepto creador de concebir la escultura bajo un concepto único: que habla desde y hacia el arte, que defiende el principio de la Escultura como idea auto sustentable. El carácter gestáltico que se deriva de la representación morfológica y la naturaleza matérica como elemento activador del contenido, resultan elementos estratégicos que orientan y condicionan mi obra escultórica en sentido general.
Obviamente, como parte de mi generación, mi intención primaria fue desmarcarme del carácter formalista que caracterizaba a la escultura cubana de entonces. Fue tomar debida distancia de las retóricas temáticas y de los viciados maniqueos técnicos, algo más propio de la artesanía que de la Escultura como manifestación artístico creadora.

El salto del río Caguas. 2005. Hormigón armado
En conclusión, mi objetivo principal como artista fue ejercer la creación como resultado de un ejercicio intelectual y no como un oficio técnico.
DM: ¿Cuánto se mantiene y cuánto ha variado en esos presupuestos iniciales? ¿Las variaciones han provocado algún cambio en cuanto a tu concepción sobre la escultura como soporte y expresión?
TL: El principio general con que me inicié como artista permanece invariable: concebir la escultura como la expresión tridimensional del pensamiento artístico creador.
Por supuesto, he transitado por diferentes series temáticas que, formal y conceptualmente se diferencian, pero que a su vez tienen un común denominador: provocar la reflexión del espectador a partir de la visualidad objetual de una obra sin afeites embellecedores, con economía de recursos formales, y que procura ir a la esencia del concepto que indistintamente manejo.
DM: ¿Cómo han sido tus experiencias en cuanto al acceso a los recursos materiales para la producción?
TL: Las fuertes condicionantes técnicas y materiales para ejercer la escultura en nuestro país han resultado hasta hoy un lastre, el que he tenido que sortear con inteligencia e incansable espíritu. En mis inicios, y en medio de una precariedad económica total, me vi obligado a utilizar lo que materialmente me fue posible adquirir. Mi estrategia entonces fue aprovechar lo que pudiera conseguir. Y ponerlo en función de una obra que quería se desmarcara de lo formalista. De ahí surgió la serie de los Desarmables-Transformables con la que participé en la Segunda Bienal de La Habana. Con un módulo de elementos podía “construir” diferentes Esculturas.
La posibilidad de adquirir legalmente materiales e instrumental técnico para el ejercicio de la escultura sigue siendo una situación traumática. Y un capítulo no resuelto institucionalmente. El paliativo para mejorar esta situación ha resultado de mis viajes a otros países donde ocasionalmente puedo adquirir implementos que necesito. Y algo complementario: la adquisición, ocasional y escasa, de algunos materiales que me han sido asignados por inversionistas cuando he realizado obras por encargo.

S/T. De la serie Sujetadores. 1997. Aluminio, mármol y madera
De cualquier modo, esta situación continúa siendo desfavorable para el ejercicio profesional y sistemático de una manifestación artística que requiere de muy diversos recursos materiales y técnicos. Mantener la práctica escultórica solo ha sido posible con una inquebrantable vocación artística. Esa que ve el Arte como una necesidad de realización humana.
DM: ¿Qué opinas del estado actual de la escultura en Cuba?
TL: Intelectualmente, y desde el punto de vista creativo, considero que la Escultura en Cuba es una manifestación artística atemperada a los conceptos del Arte Contemporáneo.
Los artistas cubanos destacados, que sistemática u ocasionalmente hacen escultura, realizan una obra conceptualmente actualizada, que procura ser consecuente con la idea como principio creador y se aleja de los formalismos.

Sujetador de conductores. 2003. Acero conformado
En la contemporaneidad la escultura ha tenido protagonismo creciente entre los creadores de las artes visuales por las posibilidades expresivas que ofrece, no solo por su carácter objetual sino también como instalación. Sin embargo, en nuestro país continúa siendo minoritaria debido a diferentes cuestiones: las dificultades materiales para su producción, la imposibilidad de comercializarla, y lo atractivo y viable que resultan los Nuevos Medios para los jóvenes artistas. Son algunas de las causas de que no se practique más la Escultura.
CP: ¿Consideras que la crítica ha dado buena cobertura teórica y documental al trabajo de la escultura en estos años?
TL: Entiendo la crítica de arte como un trabajo de estudio y profundización de las manifestaciones, de guía y orientación para los artistas y como medio especializado. Desde esa óptica pienso que, lamentablemente, la escultura no ha contado, al menos de un modo sistemático, con críticos interesados en su estudio.
No es un secreto que el desarrollo de la escultura como manifestación de las artes plásticas ha sido, y es, más lento que el del resto de las manifestaciones, sobre todo con relación a la pintura. Esto tiene varias causas. Pero considero que una de las principales es que, históricamente, el lento desarrollo ha sido elemento desmotivador de los críticos para acercarse a la manifestación. Han preferido siempre manifestaciones que tienen una dinámica más fuerte, y eso ha contribuido a ralentizar la evolución de la escultura. Es un círculo: los críticos no se ocupan de la escultura, los escultores no tenemos especialistas que orienten.

Guillamen II. 2007. Acero conformado
En mi experiencia personal, desde finales de los años 70, cuando irrumpo en el panorama profesional de la escultura, he padecido de manera particular esta situación, aun en el momento en que había medios de prensa escrita que tenían un capítulo para la crítica artística: periodistas especializados, que de oficio, visitaban las exposiciones y escribían sobre el acontecer de las artes plásticas en el país. Desde aquellos momentos los especialistas que de manera ocasional escribían sobre la escultura, no lo hacían desde un profundo conocimiento de la manifestación. En algunos casos, para el elogio; sencillamente, se limitaban a hablar del buen oficio del escultor, de la belleza de la forma, de aspectos puramente formales que son los que históricamente se le han criticado a la escultura en su desarrollo. A la escultura siempre se le ha criticado que es una expresión muy formalista en muchos casos. Mientras que, paradójicamente, estos críticos que de forma ocasional escribían sobre ella le hacían loa a estos aspectos formales y tecnicistas. Y no a las cuestiones de orden conceptual, que son la médula de la creación artística.
Es muy importante entender que la escultura es la expresión tridimensional del pensamiento artístico-creador, que se objetualiza en una realidad matérica, donde la forma –como expresión de la realidad física– y el espacio –como expresión de una realidad virtual– se complementan de modo mutuo. Pero sobre todo la creación la veo como un ejercicio intelectual.
En la década del 70 y el 80 a los escultores se nos confundía con los tallistas. Confundían la artesanía de la talla en madera con un ejercicio escultórico, cuando en realidad nunca ha sido así. La talla y el modelado son técnicas: lo mismo del campo de la escultura como de la artesanía. La confusión de las manifestaciones fue grave en la década del 70 y el 80 para el desarrollo de la escultura y, en esto, tuvieron mucha responsabilidad los críticos de arte que nunca lo esclarecieron. Fuimos los propios escultores los que en muchas ocasiones tuvimos que escribir e ir a un debate teórico sobre un tema que, aunque nos interesa y nos toca, realmente es más propio de la crítica artística que de los artistas. La labor del artista es crear, no es ir necesariamente al debate.

Utopía de lo posible. 2006. Hormigón armado
Después, sobre todo en estos últimos años, desde la década del 90, la escultura ha sido una manifestación beneficiada por el resto de los artistas plásticos. La escultura ha sido una necesidad de expresión de todos los creadores de las artes visuales en la contemporaneidad. Ya no es un ejercicio ortodoxo de los escultores propiamente. Es difícil encontrar un artista plástico importante que no haya tenido una labor también en la escultura. Esto ha sido beneficioso y para nada ha supuesto una competencia, sino más bien un aliciente para que el medio especializado de la crítica se interese por la manifestación. De cualquier manera, todavía la ausencia existe. No hay una crítica especializada, conocedora profundamente de la escultura, como concepto de la creación artística para el análisis enjundioso y orientador. Yo soy de los que piensa que la crítica no puede ser una loa paternalista a la obra, ni puede ser un ejercicio crítico que subestime la manifestación. Tiene que ser medular, equilibrado, tiene que ser orientador, pedagógico. Este ejercicio no ha existido.
En mi caso como artista, en la década del 80, que es cuando comienzo a tener éxito, premios importantes que me llevan a ser invitado a bienales internacionales, con una obra que modestamente considero que en ese momento fue vanguardia de la escultura por el concepto y la forma en que la expresé, nunca fui acompañado, a pesar de que tenía el agasajo de los especialistas y amigos, por una buena crítica, lo que en realidad para mí hubiera sido muy importante. Y para el medio escultórico. Hubiéramos agradecido mucho que alguien señalizara determinados aspectos fundamentales en mi trabajo artístico, y en el de otros artistas, porque esa fue una época bastante interesante en cuanto al desarrollo de la escultura.
La década de los 80 fue un momento renovador en varios aspectos de la escultura contemporánea cubana. Sin embargo, nunca llegó esa crítica especializada a acompañarnos en la praxis artística. Todavía, en este momento, yo creo que es deficitario. Ocasionalmente hay críticos que escriben sobre la escultura o sobre los escultores. En muchas ocasiones, por encargo directo, amistad o compromiso, pero no como una necesidad propiamente. Sin embargo, para mí resulta paradójico, porque por una parte –evidentemente– nuestros críticos artísticos tienen un alto nivel profesional y, por otra parte, la escultura es una manifestación muy agraciada en estos momentos. Todo el mundo hace escultura. Es un medio que ha crecido notablemente en sus múltiples facetas conceptuales y de expresión formal: desde las vertientes más ortodoxas hasta las más contemporáneas y renovadoras.
Para mí es toda una interrogante: cómo a pesar de la existencia de estos elementos, que debían incentivar el ejercicio crítico, no acaba de aparecer el análisis profundo y enjundioso. Seguimos en una posición desfavorable. Por cuanto, no es un secreto que el desarrollo de las manifestaciones artísticas debe ser acompañado por un ejercicio crítico profundo y orientador, para esclarecer aquellos aspectos que se han superado en la manifestación. Y otros que están por superarse.
DM: ¿En qué proyectos te encuentras trabajando en la actualidad?
TL: Considero que la creación artística como necesidad existencial del ser humano, por sí mismo, deviene aliciente de la praxis escultórica. Al menos, en mi caso así resulta ser.
No obstante, casi siempre los artistas estamos comprometidos con algún evento que estimula de manera particular nuestro accionar como creadores. En este sentido considero importante apuntar la exposición tri-personal titulada La Seducción de la Forma, exhibida recientemente en el Museo Nacional de Bellas Artes, La Habana, en la cual he presentado obras que, de alguna manera, resumen la serie Ferramenta. En esta he venido trabajando en los últimos años.
El ejercicio creador resulta una práctica sistemática para mí, por lo cual mi producción escultórica continuará desarrollándose. Y en un futuro inmediato, cuando lo considere pertinente, realizaré una muestra personal.