Por David Mateo y Claudia Placeres
¿En qué contexto específico se da a conocer tu obra escultórica y sobre qué presupuestos técnicos y conceptuales se sostuvo esa inserción?
RV: Creo sensato subrayar la idea de que no me considero un escultor. Al menos, no en el sentido tradicional. Durante mi paso por la Academia San Alejandro, 2005-2009, éramos un grupo activo de amigos que, aunque pertenecíamos a las cátedras de Pintura, Escultura, Arte Digital o Grabado, tratábamos de transgredir un poco la idea de la especialización dentro de la Academia. Y recibíamos talleres diversos, fuera del plan de estudio de nuestras respectivas cátedras. Mi incursión en la escultura, vino, por lo tanto, desde ese cerco de amigos que trasnochábamos con el anhelo de cambiar el arte y derrumbar estereotipos. La inocencia, propia de la edad, hizo que la mayoría de nosotros no se preguntara realmente qué especialidad estaba haciendo. Creo que, por eso, habiendo estudiado 3 años en la cátedra de Pintura, me gradué con una instalación.
De esas primeras instalaciones, Aliento (2008), De soledad humana (2009), Éxodo de un diente de león (2009), devinieron las obras de la exhibición Dos Instantes, ganadora de la Beca Estudio 21, del Centro de Desarrollo de las Artes Visuales (CDAV) en el 2010. Todas estas obras, de difícil producción, se realizaron bajo la primicia de que el arte es ante todo un gesto colectivo. Y fueron reclutadoras de buenas voluntades para su confección. Todas intentaban trabajar la idea de la escultura como algo habitable, site specific, en las que se creaban enviroment en los que el espectador, provocando sus sentidos todo el tiempo, era sumido.

Eco #22. Lluvia. 2018. De la serie Morfología del Eco. Instalación. Dimensiones variables.
¿Cuánto se mantiene y cuánto han variado esos presupuestos iniciales? ¿Las variaciones han provocado algún cambio en cuanto a tu concepción sobre la escultura como soporte y expresión?
RV: Parte de la intención de enfocar que un espectador no solo es participante, sino que con su observación transforma la obra al percibirla, se emparenta con la idea de expandir y diseminar esos límites entre lo que pudiera ser escultura, instalación u obra en espacio público. La realidad es que, creo, nunca tuvimos muy clara la idea de hablar con conceptos demasiado definidos. Considero que las nomenclaturas ya están obsoletas hace un buen rato. Y solo sirven para estudiar el arte como fenómeno gnoseológico, para entenderlo desde fuera, pero nada tienen que ver con la experiencia artística. Todas las obras pueden ser fácilmente un site specific, pueden adquirir nuevos devenires en función del lugar, del contexto. También todos los espectadores son nuevos y hacen de la obra una nueva. La experiencia no se define, se siente. Y es la escultura, quizás, la que estuvo siempre más cerca, incluso desde la tradición, por su relación directa con la arquitectura –de un carácter plurisensorial en su dimensión espacial.

Fragmentos de mundo. 2014-2018. Instalación. Dimensiones variables.
¿Cómo han sido tus experiencias en cuanto al acceso a los recursos materiales para la producción, frustrantes o conciliadoras?
RV: Llevar una obra del papel, de la idea, a la materia, siempre acarrea un proceso de producción significativo. La escultura es, tal vez, donde más se hacen ver los costos, la mano de obra, los insumos. Y luego el necesario espacio, muchas veces público, para emplazar la obra finalmente. En Cuba, con las condiciones económicas que todos sabemos, en ocasiones se tienen el presupuesto, el patrocinador, la ayuda institucional y gubernamental, y no aparecen el material, la mano de obra o el emplazamiento. Sucede también a la inversa.
Por lo tanto, hacer escultura, instalación, o cualquier tipo de obra que requiera un movimiento y la coordinación de recursos significativos, equivale a colocarse en el papel de productor. Montar un equipo de trabajo, que emprenda la experiencia junto con el artista y que entienda el alcance del proyecto, es fundamental para llevar a feliz término una obra. Y más en un contexto donde la falta de un material, un tornillo específico, un químico o una resina, pueden variarte la estética o la idea inicial de la obra. Hay que ser flexible y hacer concesiones. De conciliar esta experiencia, depende el grado de frustración.

Fragmentos de mundo. 2014-2018. Instalación. Dimensiones variables.
¿Qué eventos o acontecimientos han contribuido de manera directa al desarrollo y legitimación de tu obra escultórica?
RV: En mi caso ha sido fundamental la inserción de obras en espacios públicos de la ciudad durante las bienales de La Habana, como invitado a la muestra central o en el proyecto Detrás del Muro.
¿Qué opinas del estado actual de la escultura en Cuba?
RV: La escultura necesita de nuevos espacios de producción y difusión. La ciudad es el mejor sitio donde una obra tridimensional debe quedarse y es fundamental fomentar su emplazamiento permanente allí. En la medida que tenga más sitio entre nosotros la sentiremos más viva. Se desarrollará más rápido. Hace falta un incentivo. Hay mucha obra que se ha perdido. Demasiada buena escultura cubana emplazada en ciudades y museos fuera de Cuba.

Reconciliación. 2012. Instalación.
¿En qué proyectos te encuentras trabajando en la actualidad?
RV: Estoy preparando varias propuestas a realizar durante la Residencia Especial de la Bienal de Escultura de Vancouver, Canadá, a la que he sido invitado. La Bienal promueve la colaboración entre artistas de varias nacionalidades, que deben hacer obras en espacios públicos de la Ciudad de Vancouver.
Además, se inaugurará próximamente una escultura del Árbol de Luz, comisionada por la colección de Jorge Pérez para la ciudad de Miami. En esta ocasión se publicó la convocatoria internacional para participar en la instalación desde mediados de 2018 y estamos muy contentos de haber logrado 17 lámparas enviadas desde varias partes del mundo, que serán todas colocadas en forma de árbol.

Paisaje itinerante. 2012. Instalación.
Esta escultura se une a Árbol de Luz, de La Habana, realizada como parte de Detrás del Muro II y que se encuentra instalada a un costado de la Iglesia del Ángel, en diagonal al Museo Nacional de Bellas Artes (Edificio de Arte Cubano). Otra pieza de esta serie, que altera los diseños en las lámparas de alumbrado público, es Reconciliación, emplazada en la calle Línea entre Paseo y A, al lado del Teatro Trianón y que se encuentra en proceso de restauración después de 5 años de realizada para la XI Bienal de La Habana.

Árbol de Luz. 2015. Instalación.
Para la XIII Bienal me encuentro preparando una obra de la serie Fragmentos de Mundo para el evento Detrás del Muro. Se trata de una colaboración con el Plan Malecón, de la Oficina del Historiador. Se utilizarán los restos de un edificio situado en Malecón y Gervasio, luego de su demolición, para confeccionar una instalación. Esta enlazará la historia local del inmueble con la historia de la cartografía de la Isla de Cuba y su condición geográfica.