Por: Meira Marrero & José Toirac
La Virgen de la Caridad del Cobre y Los Remedios es una advocación de La Virgen María y fue proclamada Patrona de Cuba por el Papa Benedicto xv en 1916, respondiendo así a una solicitud firmada por más de 2000 veteranos de la Guerra de Independencia contra España. Veinte años más tarde, en 1936, la virgen fue coronada por primera vez por el arzobispo Zubizarreta, ocasión para la que se le confeccionaron el vestido, la aureola y la corona que luce actualmente. En 1998, durante la visita del Papa a Cuba, Juan Pablo II la coronó personalmente y le colocó en la mano derecha un rosario de oro y perlas.
Las primeras imágenes de la Virgen María llegaron al Nuevo Mundo con los conquistadores provenientes de España en el siglo xvi. En Cuba, la fe mariana pronto comenzó su proceso de transculturación con el culto a divinidades aborígenes relacionadas con las aguas, la luna y la maternidad, y también con la devoción a Ochún, deidad africana de origen acuático (representada entre otros atributos, por el color amarillo, el número cinco y sus múltiplos, los metales amarillos, el ámbar, la miel, etcétera) que mora en las espumas de los flujos marinos, fluviales y vaginales.
Cuenta la tradición que la imagen de la Virgen que hoy se conserva en el Santuario del Cobre apareció en 1612, flotando sobre una tabla que tenía escrita la frase “Yo soy la Virgen de Caridad”, para salvar milagrosamente a tres personas humildes que buscaban sal y habían sido sorprendidas por una tormenta en la Bahía de Nipe, situada en la zona nororiental de Cuba. Con el paso del tiempo, los socorridos se incorporaron a la iconografía de la Virgen de la Caridad del Cobre y la imaginación popular los bautizó como Juan Criollo, Juan Indio y Juan Esclavo.
Los tres Juanes navegando juntos en la canoa, a merced de las fuerzas naturales y de la intervención divina, representaron –y aún representan– la esperanza del pueblo cubano por alcanzar un espacio de integración y coexistencia, contrapuesto a la violencia racial, social y cultural generada por tantos años de conquista, colonización, esclavitud, subdesarrollo y desafueros políticos.
Ave María, pieza con la que participamos en el Pabellón cubano en la 57 edición de Venecia, está conformada por una tabla que tiene tallada, en español e inglés, una frase de José Martí, nuestro Apóstol, tomada de su histórico discurso pronunciado en el Liceo Cubano de Tampa, Florida, en 1891.
“O la república tiene por base el carácter entero de cada uno de sus hijos […] o la república no vale una lágrima de nuestras mujeres ni una sola gota de sangre de nuestros bravos”.
Reunidas sobre la tabla, hay 55 imágenes diferentes de la Virgen de la Caridad del Cobre. Todas han sido colectadas por nosotros en peregrinaje por múltiples ciudades de Cuba y Estados Unidos. Ave María es un altar a la pluralidad, a la igualdad racial y social cubana, esa Caja de Pandora tan frágil y delicadamente sellada con el anhelo martiano de construir una República con TODOS y para el bien de TODOS.
Esta obra deviene una plegaria por la unidad de la familia cubana que ha cultivado, dentro y fuera de la Isla, esa identidad innegable, sincrética y mestiza que la Virgen de la Caridad del Cobre resguarda y simboliza.