Por: Pérez & Del Valle
Fue una experiencia extraordinaria, personal y profesionalmente. También de cierta manera me hizo reflexionar sobre mi trabajo, cómo lo he desarrollado hasta ahora y la manera en que debo proyectarme hacia el futuro. Altamente estimulante ser seleccionada para participar en uno de los eventos más importantes de las artes visuales en el mundo, junto a una nómina de creadores de tan alto reconocimiento.
El Palacio Loredan, la sede de la participación cubana resultó también una sorpresa grata. Un magnífico edificio que ofrecía muchísimas posibilidades en una céntrica plaza de Venecia. El hecho de ser una biblioteca antigua con todos sus grandes salones y anaqueles de libros le aportó a nuestras obras un sentido especial.
Mi propuesta, Escala de valores, provenía de una idea que comencé a desarrollar para el pasado Salón de Arte Cubano Contemporáneo. Luego, pensando cómo mostrarla en Venecia, decidí pedir a varias familias de diferentes barrios que recortaran las noticias de la prensa nacional que le resultaran importantes, o atractivas de alguna manera, y a partir de ahí construir una suerte de historias específicas para cada una de ellas. Al final resultaban muy redundantes o reiterativas, porque la perspectiva editorial de todos nuestros periódicos es muy semejante y las noticias e imágenes son análogas. Las narrativas hilvanadas de esta manera, similares y paralelas, conformaban un retrato particular de quienes somos, como nación, como grupos, y como individuos.
Al llegar a Venecia, la idea original de emplazamiento sufrió cambios sustanciales. Debí reducir casi a la mitad las tiras de historias porque el espacio asignado tenía un puntal muy bajo. Ello de alguna manera conspiró con mi intención de que el público transitara por la pieza; pero esos son los retos que te imponen los espacios y creo que la solución fue aceptable. Aunque me siento más satisfecha con el hecho de participar, de vivir la experiencia, que con la pieza en sí misma.
Luego de la inauguración dediqué un tiempo a visitar las muestras centrales del evento, y algunos de los pabellones nacionales, especialmente en El Arsenal y Los Jardines. Impresionante la representación alemana, que obtuvo el León de Oro; la francesa y la rusa también me impresionaron. En sentido general, sentí una fuerte tendencia a privilegiar las manufacturas y todos esos procedimientos que identifican al artista con procesos de manipulación y confección de objetos, acumulaciones y entramados. Como todos los eventos de esta índole, fue imposible verlo todo en unos pocos días.