Por: Pérez & Del Valle
Participar en un evento como la Bienal de Venecia fue una experiencia extraordinaria. Es de los sucesos artísticos más importantes para los creadores, sea cual sea su origen. Y digo que fue una experiencia extraordinaria no solo por esto del prestigio internacional, sino por la reconciliación global tan evidente. Montones de países ofreciendo un poco de su panorama y aún así conviviendo en total armonía. Sinceramente nunca había estado en Venecia, y de la Bienal solo había escuchado un poco, y visto en algunos catálogos.
El espacio funcionó de maravilla, aunque por supuesto que debí ajustarme a las especificidades de este. Pero eso fue lo interesante y lo que busco particularmente cuando hago instalaciones: ajustarme. Quiero que la obra dialogue con el espacio y que se cree un vínculo especial. En este caso se trataba de una biblioteca del Palacio Loredan, en la cual sustituí los libros por botellas con cortezas, raíces, ramas, frutos y semillas, conservadas en agua destilada. Una parte de la flora procedente de Cuba y La Toscana.
Creo que el pabellón cubano tuvo gran visibilidad por el lugar privilegiado donde se encuentra el Palacio y, de esa manera, se logró insertar con bastante efectividad, casi todo el que estuvo por Venecia encontró fácilmente el pabellón. En cuestiones de estrategias, esta resultó ser una buena.