Carlos Quintana exhibe The Diamond’s Shadow en la Panamerican Art Proyect de Miami durante los meses de septiembre, octubre y noviembre. Otro punto del prolijo itinerario que el artista ha verificado durante este 2019.
The Diamond’s Shadow es una exposición sobre Quintana. Y no podría ser de otra manera. Quintana solo puede hablar de sí mismo. El mundo a través de sus fantasmas, y cada una de sus piezas como una radiografía intelectual de su personalidad, sus misterios, certezas, incógnitas sempiternas.
En esta ocasión se rehúyen sus monumentales “ambientes” pletóricos de personajes híbridos, nerviosos, alucinantes, y la selección prioriza formatos medianos donde concentrar el interés en figuras unitarias, protagonistas de soliloquios delirantes, frenéticos y contenidos a la vez. Toda la historia de la humanidad, saberes disímiles y heterogéneos (filosofía, credo, arte) se ensambla en figuraciones donde se desechan los límites posibles entre el mundo real y el imaginario. Y es Quintana que convive con lo mítico y lo incorpóreo como el más mortal de los reales.
A propósito de la muestra ha escrito su curador Alejandro Machado “La obra de Carlos Quintana es el reflejo de su estado de ánimo. Su mundo es su obra, y toda ella es, a su vez, acumulativa. No son posibles las separaciones precisas entre series o épocas en cuanto a la esencia, en todas hay de todo que sale de sí misma. La única ubicación posible está dada por la aparición de nuevos elementos, los que son añadidos al cuerpo como una rama a un árbol, literalmente. Otro elemento esencial de la obra de Carlos Quintana es su condición de objeto. Él mismo no ve sus óleos como pinturas, los ve como un todo, por eso mancha los marcos, y por eso lo mancha todo: los marcos, el estudio, él mismo. Su obra es también visceral, como visceral es su actitud hacia el arte, y hacia la vida. No intenta agradar a nadie. En un entorno donde las relaciones personales son determinantes… ¡Y cómo! –me refiero aquí al mundo del arte y ´el selfie´ como arma manipuladora de legitimación– tener una obra como esta te permite trabajar sin tener que agradar, porque hoy, más que antes, ser sólido en lo que haces te ahorra concesiones de todo tipo, y estas, lamentablemente, muchas veces definen.”
Un Quintana ante el espejo para The Diamond’s Shadow; un Quintana lírico, sentimental para El mundo de la verdad en el Vaticano; un Quintana pequeño en la Bienal habanera, comedido en formatos breves; un Quintana In Finito, en inquietante diálogo con los referentes clásicos en Venecia… uno y mil Quintanas han recorrido el mundo. Buen año para el gran Quintana.
Isabel María Pérez Pérez