Hay algo tras la blanda cáscara del cuerpo, el mundo parece extender lo físico intersecado por el plano vertical del espíritu. ¿Y si la verdad radica en ese universo amorfo de imágenes sugeridas que extiende lo aparentemente real? En definitiva, todo tributa al plano genérico –primigenio si se quiere– de la esencia intangible: más allá del asfalto caliente o las máscaras en los rostros, lo espiritual es común a todo ser humano.
Santiago Rodríguez Olazábal lleva años en el misterioso papel de mediador entre lo evidente y su opuesto natural: el sustrato místico que se esconde a los ojos. De hecho, su pintura va más allá de la inventiva, es la documentación inexacta de ese plano otro al que parece poder –o querer– acceder. Desde el pasado 6 de febrero, Collage Habana se ha convertido en su más reciente templo. Detrás de los ojos agrupa 24 dibujos en los que el cuerpo –o más bien no-cuerpo– resulta el hilo conductor. Pero estas figuras se difuminan, se distorsionan, diluyen su integridad en la imprecisión de la mancha. Vuelve a ese sustrato oculto de lo esencial, destroza lo común en un aparente recuerdo de los fantasmas que se esconden “tras los ojos”.
Olazábal se lanza a la búsqueda inconclusa de los secretos de la Tierra. Las imágenes son el resultado de un ser imperfecto, suposiciones de una exploración infinita que solo se devela en el momento propicio. El contraste entre el blanco del soporte y el negro de la tinta sirven para corporizar esas inseguridades, esa realidad intangible que aparece a retazos, esas Marcas de la noche, como las titula. Todas surgen de un mundo “tras de los ojos”, que aparece de la misma oscuridad y aplaca la luz, el que hay que mirar a través de los párpados.
Abram Bravo Guerra
Galería Collage Habana
Boulevard San Rafael No. 103
La Habana