Un giro drástico se percibe en la pintura de Ileana Sánchez. Quien visite su exposición Todos somos iguales en la camagüeyana galería República 289 encontrará una dilatada reflexión acerca de la discriminación en su sentido más amplio. Grandes telas se suceden aludiendo a temas que impactan tanto a las problemáticas de género como a aquellas que aluden a etnia, raza, familia, religión u orientación sexual.
Concebida como parte del programa conmemorativo por el aniversario 506 de la fundación de la villa Puerto Príncipe, las veinte piezas que integran la muestra resultan en cierto sentido un tanto “incómodas” en la medida que sus abordajes presentan con crudeza escenas relativas a desigualdades de diversa índole. Sus acostumbrados recursos plásticos de colores planos y reminiscencias pop se cargan ahora de un dramatismo en tono de denuncia, pletórico historias dolorosas, sórdidas.
Ileana no apela al extrañamiento. Involucra su propia experiencia personal y la funde con muchísimas otras que hayan tenido lugar en cualquier latitud o estamento. A través de una investigación que ha ido desplegando en distintos medios, se apropia de imágenes fotográficas que han sido icónicas en la denuncia de estos flagelos, ya sea de la desnutrición en África, la violencia en India, Siria y Paquistán, el tráfico de personas en Guatemala o la prostitución en México.
Con todas ellas la artista sistematiza una operatoria donde sus “testimoniantes” acceden a cierta zona de vindicación desde la “dignificación” que el arte provee. Un abordaje demoledor que se depura en el explícito esteticismo con que nuestra Ileana percibe y retrata el mundo.
Isabel M. Pérez Pérez