El artista declara. Conversación con Richard-Viktor Sainsily Cayol (Guadalupe)
Artcrónica: ¿Pudiera decirnos cómo llegó a ser partícipe de La XIII Bienal?
RV: He estado en Cuba muchas ocasiones, pudiera decirse que la conozco. Tengo amigos que viven aquí. Me interesaba participar de la Bienal porque soy un artista que viaja mucho y he estado presente en otros eventos de esta índole: Bienal de Santo Domingo, en Florencia y en la Trienal Internacional del Caribe.
En esta última conocí, en el año 2010, a José Manuel Noceda. En esa ocasión fui premiado y a raíz de ello entré en contacto con Noceda para interesarme por la dinámica de la Bienal de La Habana y el circuito de exposiciones en la ciudad.
Artcrónica: ¿Qué obra está presentando en esta ocasión? ¿Qué concepto abordas y cómo se imbrica con el tema de la Bienal?
RV: La obra que presento ya la expuse en la Bienal de Dakar. Le planteé a Noceda mi necesidad de adaptarla para mostrarla acá ya que aborda la temática del retorno a África después de la colonización y la esclavitud. Es una obra que discursa sobre el sufrimiento de los esclavos y las consecuencias que aún hoy son manifiestas en el “nuevo mundo”. Por consecuencias me refiero al racismo, a la discriminación de la cual son víctimas los afrodescendientes.
La pieza ya no es exactamente la original. Ahora son diez toneles dispuestos de forma piramidal sobre una base triangular que simboliza la dinámica de circulación que caracterizaba la trata de esclavos. En su primera versión se incluían dibujos y máscaras de las diferentes etnias que se vieron involucradas en la trata.
Para la Bienal de La Habana propongo una obra sin estos aditamentos, ya que Cuba -al igual que Guadalupe- era un país receptor de esclavos por lo que no podía ser el destino del regreso como sí lo es Senegal. Por ello consideré pertinente sustituirlos por esta suerte de crestas de metal que representan el maltrato y la violencia a los que fueron sometidos estos pueblos. El bronce empleado en su realización alude a los europeos que lo utilizaban para hacer armas, herramientas de trabajo o tortura, utensilios del hogar. Los toneles simbolizan el cuerpo del negro africano.
Durante la colonia, cuando un negro escapaba la primera vez, marcaban en su piel con hierro ardiente una flor de lis. Si lo hacía por segunda vez le era cortada alguna extremidad. En caso de una tercera ocasión se le mataba, uno de los métodos más recurridos, a la vez que cruel, era meterlos dentro de un barril con picos de metal en su interior. La muerte era muy lenta y dolorosa, casi siempre los vencía la infección y no las heridas directamente. Cuando el cuerpo era retirado se le daba de comer a los perros frente al resto de la dotación a manera de lección.
En conjunto, la obra es estéticamente agresiva, violenta. Mi objetivo es que el espectador, aunque no conozca todo el trasfondo o la historia, perciba que se trata de un fenómeno negativo.
Artcrónica: ¿Es su primera vez en la Bienal? De ser así ¿cómo valora esta experiencia?
RV: En efecto esta es mi primera vez en el evento. Ha sido una experiencia positiva porque la Bienal de La Habana es muy importante para el Caribe. Todos los artistas del área y del mundo saben que el arte cubano tiene mucha fuerza y energía, tiene historia. Para mí como caribeño es un honor estar aquí, porque esta Bienal es un ejemplo. Yo no soy un artista que hace bellas artes para la contemplación, yo quiero mostrar una realidad.
David Mateo y Amanda Beatriz Ramos Márquez