El artista declara. Conversación con Abdoulaye Konate
David Mateo: ¿Quién y de qué manera hizo extensiva la invitación oficial para que Ud. participara en la XIII Bienal de La Habana?
Abdoulaye Konate: Recibí una invitación oficial para participar en la Bienal de La Habana por intermedio de uno de sus especialistas, el cual me dijo que estaba buscándome hacía ya algún tiempo. Por casualidad fuimos miembros del jurado de la Bienal de Dakar, y allí conversamos mucho e intercambiamos contactos y direcciones. Después recibí la invitación y se la pasé a mi galería en Inglaterra, que continuó las conversaciones y el establecimiento de las condiciones de mi presencia en el evento. Así seleccionamos algunas obras que la galería mandó a Cuba, y teniendo las dimensiones y los títulos de las obras me propusieron un espacio específico en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam.
DM: ¿Es su primera participación en la Bienal de La Habana?
AK: Sí, es la primera vez. Pero cuando se inició la Primera Bienal de La Habana yo era estudiante aquí en el año 84; y como trabajaba en el Museo Nacional de Mali antes de venir a estudiar al Instituto Superior de Arte (ISA), pedí a la dirección una carta para poder estar, los días en los que no trabajaba, en el Museo para ayudar y ver cómo se hacían los montajes. En Mali, cuando estaba en el Museo, me encargaba también del montaje de exposiciones.
DM: ¿Ese periodo de su estancia en Cuba influyó con sus concepciones y metodologías de trabajo?
AK: Sí, con toda seguridad. Cuando estudiaba en Cuba era una época de confrontación entre dos generaciones, la de los setenta y la de los ochenta. Había muchos jóvenes que salían de las escuelas de arte, llegaban muchas exposiciones del extranjero y había muchas discusiones sobre la estética, sobre el arte, y fue para mí una buena experiencia. Además de eso encontré la obra de Wifredo Lam, intercambié con profesores como Angulo, Nelson Domínguez, Fabelo, Chocolate, Flavio, y había algunos críticos también muy importantes. Era un momento muy dinámico y a mí me gustó mucho ser testigo de esa realidad.
Mi trabajo de ese momento se fundamentaba en el color. Ahora sigo trabajando también sobre la estética del color, el valor, el peso del color, el significado del color para distintos pueblos, como el color se interrelaciona con la gente en distintas partes del mundo. Eso es una parte de mi trabajo. La segunda parte tiene que ver con la sociedad, con temáticas como la guerra, la emigración, las enfermedades como el Sida, los conflictos religiosos que tenemos en África y en muchas partes del mundo. Son problemas de preocupación mundial. También abordo otros tópicos como el desarrollo desigual de las economías, la distribución irracional de las armas de destrucción masiva, y como el mundo camina de una manera desequilibrada, y cómo la riqueza mundial está en manos de un pequeño grupo, mientras los demás están tratando de vivir de una manera muy difícil. Son todos problemas de interés y análisis universal.
DM: Pero me parece singular que, mientras una parte del arte internacional aborda algunos de esos problemas que Ud. ha mencionado a partir del uso de herramientas o recursos tecnológicos modernos, aplicados a las instalaciones y el trabajo audiovisual, Ud. lo hace desde el rescate de tradiciones representativas como el tapiz…
AK: No me interesan solamente las tradiciones de mi país sino de todo el mundo, porque creo que es un patrimonio; son gente que hicieron un trabajo, construyeron una experiencia que se acumula y que luego uno pude aprovechar para dar su punto de vista. No estoy de acuerdo con la gente de África, India u otra parte del mundo que hablan siempre de la riqueza de su cultura pero que no aporta nada nuevo. Creo que es importante lo que tenemos, pero como otra generación pude añadir nuevos elementos. Para mí es importante la particularidad porque es lo que crea la diferencia entre los pueblos. La riqueza universal consiste en el hecho de que cada uno aporte desde su región o localidad. Tú no debes subestimar lo que tienes en tu país. Puedes incorporar valores de otros países, pero solo para completar lo que tienes en el tuyo. Para mi hay un acervo en español, en inglés, en francés, todo corresponde a una riqueza de partes del mundo, y eso mismo se verifica en el arte. El lenguaje que tenemos puede ser nuevo y muy rico para la cultura universal.
DM: Le acaban de otorgar el título de Doctor Honoris Causa en el Instituto Superior de Artes. ¿Cómo Ud. asume e interpreta ese gesto?
AK: Para mí fue una sorpresa. Me siento todavía un estudiante, estoy explorando, indagando, tratando de aplicar lo que aprendí en la escuela; esforzándome por crear otra forma de enseñanza, otra nueva edición de lo que aprendí. Para mí la enseñanza debe seguir cambiando porque la experiencia humana es siempre algo que se renueva. Es importante para mi tener ese reconocimiento que me obliga a hacer mejores obras, a seguir trabajando, buscando, en el sentido fundamental de mi trabajo.
David Mateo