Crítica de arte, curadora, investigadora y artista
annodnarak@gmail.com
h.montalvan@nauta.cu
Crítica de arte, curadora, investigadora y artista
annodnarak@gmail.com
h.montalvan@nauta.cu
– Las Artes Plásticas en Matanzas, 2000-2015. Resultado de investigación: Vientos estacionarios: las artes visuales en Matanzas después de la crisis. Ministerio de Cultura, Dirección Provincial de Cultura, Centro Nacional y Provincial de las Artes Visuales. Noviembre, 2015
– Sobre Las Artes Visuales en la obra de Carpentier
– Arquitectura en los 90, Revista Matanzas, Ediciones Matanzas, 2000
– Asumir lo emergente, Revista Matanzas, Ediciones Matanzas, enero-abril, 2003
– La realidad subvertida, Gaceta de Cuba, Ediciones Unión, enero-febrero, 2004
– Las Apariencias del Límite, Revista Gaceta de Cuba, UNEAC, La Habana, 2004
– El arte y las utopías de Joseph Beuys, Revista ArteCubano, 2004
– Martí visto por los plásticos, Revista Matanzas, ediciones Matanzas, 2005
– El sujeto femenino y la anarquía en el arte cubano contemporáneo, Revista Gaceta de Cuba, La Habana, 2006
– A flor de labios, Revista Revolución y Cultura, Ministerio de Cultura, 2006
– Hablar de la memoria, Revista Revolución y Cultura, 2006
– Las faldas de la seducción, Revista Matanzas, Ediciones Matanzas, 2006
– Un momento diferente, Rev. Matanzas, Ediciones Matanzas, 2007
– Ícaro. Las alas de la escultura de Eulises Niebla. Revista Digital Mar Desnudo. No.9, Junio 2008
– Arquitectura Ingrávida, en www.arteporexcelencias.com, Revista Arte por excelencia, febrero 2010
– Siguiendo el paso a la Comparsa, Revista Arte Cubano, No.2, 2010
– De la Estética relacional a la posproducción. En Revista digital ArtCrónica. Año
I. no 2, 2012
– Las Apariencias y el límite (recensiones sobre arte cubano), Ediciones Matanzas, 2009
– Salón Provincial Roberto Diago, Matanzas, 2002-2014
– Proyecto de Intervención urbana En Piedra. Colateral 7ma Bienal de La Habana, 2003
– Exposición personal La Séptima Cena de Rolando Estévez. Centro de Provincial de Artes Plásticas, La Habana, 2003
– Exposición personal Light Shadow de Helga Montalván. Matanzas, 2003
– Exposición colectiva ParaísosArtificiales. Matanzas, 2003
– Exposición personal Sketchs in Charcoal de Gertrudis Rivalta. Revista Revolución y Cultura, La Habana, 2004
– Exposición colectiva Zona de Contacto. 8va Bienal de La Habana, 2005
– Exposición colectiva Calles Paralelas. 9va Bienal de La Habana, 2008
– Exposición colectiva Cristal. Matanzas, 2005
– Exposición colectiva Essenses eroticas. Matanzas, 2009
– Exposición colectiva Just Time. Matanzas, 2009
– Exposición colectiva Las armas de Uruk en el Festival Internacional de Poesía de La Habana. La Habana, 2009
– Exposición colectiva Arquitectura ingrávida, CDAV, La Habana, 2010
– Proyecto de Escultura. Intervención en Espacio Público: La Comparsa, de Osmany Betancourt. 11na Bienal de La Habana, 2012
– Exposición de colectiva. Proyecto para una imagen de puente. Jornada Internacional de Historiador/Patrimonio, La Habana, 2012
– Mención en el EventoTeórico “RobertoDiago”, Matanzas
– Premio y Mención en el Evento Teórico “Roberto Diago”, Matanzas
– Premio Provincial en Cultura y Desarrollo, Matanzas
– Mención Honorífica. Premio Nacional de Curaduría, Embajada de España, La Habana
– Mención Especial. Premio Nacional de Curaduría, Consejo Nacional de Artes Plásticas, La Habana
– Mención de Investigación Cultural. Premio Anual de Investigación del Instituto Nacional de Estudios Culturales Juan Marinello, La Habana
Helga Montalván
Como los canales de promoción del circuito artístico en la ciudad de Matanzas son tan escurridizos cuando se trata de exponer arte de instancia conceptual con necesidades de producción sustanciosas, muchas propuestas expositivas nos llegan más como proyectos que como Shows. De cualquier manera, permiten el acceso a obras que van estableciendo un horizonte visual coherente y bastante completo del proceso artístico local y permiten configurar el horizonte de intereses. De esta forma quizás pudiéramos esbozar una circunstancia artística y estética paralela al plano de la cotidianidad, que casi que queda en el plano conceptual, ideal, del pensamiento.
Es lo que sucede con las obras de los artistas Fernando Cruz y Abel Rolo, quienes conspiran para la ejecución de una exposición que para la cultura visual destaca por una razón fundamental. Confieso que en el primer acercamiento a sus propuestas, mi reacción fue de desconcierto, por una primera confirmación de temáticas que desde afuera hasta me aburren. Después entendí la operación discursiva. En efecto destacaba la irresolución de discursos artísticos, señalando una vez más la impronta de la atmósfera cíclica -cual aire enrarecido- que define a buena parte discursiva del arte contemporáneo. Sospechaba la indicación hacia una cultura que se estanca y por momentos renueva las formas de decir, no precisamente de lo qué decir, porque la situación problémica no ha sido resuelta.
Esta muestra de artistas que dentro del panorama artístico aún se consideran “nuevos”, traían a colisión uno de los relatos que nos han estructurado como solo puede hacerlo una columna vertebral en el ser viviente.
La insularidad, la condición de isla –aislada– es el eje simbólico más reiterado en el conjunto de obras que proponen. Acaso la sentencia devenida en título del ensayo de Benitez Rojo nos circunda: La isla que se repite. Si en su teoría de las islas y en su explicación del porqué no entra en crisis una manera de ser y vivir (su visión de “de cierta manera”(Rojo Isla) que asociaba a una especie de ritmo despreocupado y ondulante, una estética para la filosofía del carpe diem, vista en mil referencias que ha construido el discurso identitario cubano y presente desde Lezama a Virgilio; aquí los artistas la retoman y la actualizan en una puesta en escena mínimal y hasta edulcorada; que redefine y ofrece una revisión y actualización completamente desprejuiciada y veladamente agresiva.
En esta muestra no hay disculpas ni explicaciones filosóficas que nos rediman. Emerge un cuestionamiento que encara las limitaciones de tal manera de percibirnos y desmantela sin prejuicios toda la construcción ideológica de y para nosotros, los anfibios.
Quiero marcar para esta reseña la estructura misma de las obras, elemento donde se implanta la diferencia hacia un nivel distintivo respecto a lo anterior, en cuanto a la discursividad. Ya había señalado la vocación mínimal y si lo prefieren, con su apellido “posconceptual”, que tiene más que ver con una poética afianzada en los no tan “nuevos” medios y la suficiencia de recursos expresivos, llevadas de la mano con soluciones imprevistas, felices, lúdicas incluso; en muchas de las cuales pierden los limites la obra “artística” y el diseño industrial. Más certero sería referir la herencia del diseño dentro de las artes visuales, el débito del cine para con las artes visuales, en fin el uso de todo un paisaje de visualidades que están en el campo social y que entran y hacen las obras artísticas, tal como señalaba anteriormente. Llama la atención incluso que la referencia netamente “plástica” venida del arte cubano para un tema tan recurrente sea solo con las Aguas territoriales de Martínez Pedro.
De las obras es Pool, de la autoría de Fernando, una obra de inquietante sencillez. Una estructura rectangular a la altura del piso –lo que implica una visión por parte del espectador desde arriba– que contiene agua y arena. Estos dos elementos son perfectamente divididos en la línea que sus límites configuran, de una inquietante limpieza. No es el azar quien modela el borde: es el artista, y lo hace como un tajo, una incisión, un acto geométrico. Es una línea perfectamente perceptible que se hace notar y descree entonces de lo natural del evento. Hace enfatizar el carácter humano, su exigencia impositiva, su presencia como límite in- natural, y obviamente racional, reglamentario. El espectador se acercaría a ella desde arriba y hasta es posible que quede seducido por su delicada estética, en la que no solo influyen los elementos humanos (la geometría marcada del hecho estético) sino el contraste fresco de los elementos, que accederían a la experiencia previa de quien se acerque en una visión aparentemente apacible, inconscientemente complaciente. Inquietante entonces por su mesurada y calculada estructura.
De las obras de Abel Rolo, Corona, pone el canto de cisne a toda la carga que signara una obra como las Aguas Territoriales para el arte cubano. Si en su momento esta referencia artística constituyó una manera de vernos dentro del mundo desde una particularidad que nos expresaba, ahora nos define como un ojo de agua que no nos deja salir, como un remolino que nos atasca y nos excluye del mundo. Vuelve a sentirse la estructura circular, cíclica. La retórica que no nos lleva a ninguna parte.
La carga esta vez obra de Fernando, está concebida como video instalación. Son ordenados caballos de balancín –juguetes– que se muestran delante de la proyección de un loop de la película La carga al machete. Los caballos, rojos, delante. Una vez más la racionalidad contrasta con la fluidez de la impronta irracional y azarosa del ataque. Los caballos son juguetes de balance, no van a parte alguna, no atacan y si entretienen. Se muestran ordenadamente dispuestos a su uso placentero, se finge el juego del ataque. Es un efecto cíclico, retórico, que estaciona a la historia como entretenimiento.
Si a nivel de estructura compositiva fuéramos a ver la exposición, estarían escalando en dirección vertical las estructuras cíclicas, planteando el caos estacionario, la retórica vacía. Aun así, el tentempié, el balance, los juegos oscilatorios; imponen el margen de la suspicacia y de la incredulidad árida.
Esta muestra fija en la insularidad el signo de la castración, y lo hace desde una postura que implica una manera distinta de entendernos. En esto radica el uso de las oscilaciones físicas y discursivas, que con una agresividad velada, son entendidas en estas obras como campos de fuerza que erosionan la inmutabilidad de los límites. Confirma la idea cíclica de los temas que aparecen en el espectro del arte cubano. Las causas de que emerjan una y otra vez radican en la irresolución de los conflictos, que se agudizan, perennes, en el espectro de las problemáticas contemporáneas.
Otra vertiente que destaca por su manera de hacer y de insertarse con una visualidad distintiva es la pintura de Frank David Valdés. Limpio, elegante, chillón; estas obras refrescan la densidad conceptual y en medio de su “escándalo” visual, apunta a otros comportamientos que señalan una vocación intensamente estética desde el objeto más que de la pintura. El color irrumpe y modela los planos bidimensionales con una exuberancia que en ocasiones dirige su tono hacia lo expresivo. Esta obra es vigorosa, seductora, egocéntrica, moderna y a la vez introspectiva. Una introspección lúdica, plena de choteos, cinismos vitales y posturas irreverentes. Como dice el artista: “Todo el mundo sabe que hemos apostado todo el dinero que nos quedó en los bolsillos con el único propósito de sentir lo que es correcto. Somos consecuentes con nuestros principios y regalamos a la Tierra un manifiesto imposible de memorizar.”i
Hay un tono despreocupado y vitalista en todo sentido, que se expande en los otros modos de hacer en su obra, donde el collage es el medio de establecer conexiones de espíritu dadaísta con objetos y colores impresionistas que redefinen funciones para el objeto artístico con una funcionalidad vacía que apunta a una sinergia existencial con el instante mismo que transcurre. Con un aliento visual que recuerda a la obra de Ezequiel, posturas a lo Rimbaud, con fuertes débitos a la obra de Bukowski. Toda una estética donde lo disfuncional opera como materialidad estética, a modo de acontecimiento de la representación.
Francamente, no pongo la mano en la candela aseverando la presencia de una investigación concienzuda de la representación. Toda declaración se me antoja un silogismo, a veces existencial, a veces palpable en su urgente materialidad.
Su hacer me parece más un fluir aleatorio de imágenes que se instauran como los poemas dadás. De cualquier manera, la respuesta estética funge como contracción visual. Tengo la fuerte impresión que disfruta de la experiencia del proceso mismo, de la fiesta creativa, de una vitalidad lúcida intensamente presente, que implica una sensorialidad específicamente táctil, palpable, física.
Hay en este sentido una fuerte voluntad de escape hacia el momento extático. Una instancia de presencia mantenida a un mismo nivel. En esta dirección, funge a favor de una temporalidad híper presente singularizada por su densidad material.
Además del color plano, estridente por momentos, bien puesto y nítido; destacan toda una gama de apropiaciones enfáticas de la escala urbana, de la grafía de las expresiones burdas y del grafiti, un desdibujo de raíz expresionista. Todo un arsenal que emparenta las visualidades actuales, en una voracidad que no distingue entre patrones y mitos que vienen sea lo mismo del arte, el teatro, el cine y la vida que transcurre. Es una de las maneras en que se confirma el rasgo pseudo, que desdibuja el precedente, lo diluye en una insistencia inmanente, y se instaura al presente desde un limbo con excedencias estéticas y grandes sorbos de dosis vitalista.
Otro elemento se filtra en el horizonte visual. Se está cociendo la dimensión sensorial, tal como refiero en las experiencias de recepción de las obras de Luis Gómez, Analía Amaya y Loscar Sejo. Esta dimensión aparece convocada en la exposición del temprano proyecto CD-Room curado por Frency en el 2001, que la crítica Sandra Sosa definía en las nociones de espacialidad.ii La presencia de los intereses de Frency por el arte de nuevos medios se ha consolidado por su acción movilizadora en el ISA como profesor. La estancia sensorial llega a confirmarse como uno de los modos en que se manifiesta el arte contemporáneo, a la que responden algunos jóvenes artistas de nuestra ciudad.
El caso de Alberto Domínguez, graduado de Diseño Escénico en el ISA, responde a este impulso creativo que proviene de la enseñanza artística superior. Su hacer artístico encarna la idea de la necesidad interdisciplinaria del artista contemporáneo y de la transición del arte analógico al arte basado más en códigos que en imágenes. Su trabajo con los nuevos medios se desarrolla con énfasis en la participación de proyectos como CLUBNoCKE, en el espacio TIERiii de la XI Bienal de La Habana en el que presenta una obra realizada en el programa Processing.
Para entender un poco el cambio radical que para la representación supone este suceso, nada más decir que hay una translocación completa del espacio tal como lo entendemos en el pensamiento convencional. La digitalización pone de manifiesto en términos matemáticos la matriz de sensaciones, argumento que de alguna manera hace presencia en los momentos claves de la historia del arte, pues el artista por antonomasia es un creador de sensaciones visuales, un estudioso de las proporciones y de la percepción del espacio. Es una manera distinta de pensar el soporte artístico que viene haciendo presencia desde los años 60’ en el ámbito internacional con las imágenes generadas por las computadoras. Los nuevos medios trabajan con códigos que responden a movimientos, temperaturas, acciones y luces, interactividad- respuesta que provoca constantes movimientos ópticos y que es factible a la creación de experiencias íntimas e intensas, con una conmovedora inmediatez. Es la filosofía del comportamiento del script, que con determinadas órdenes programadas, ejecuta una serie de acciones que en continuidad, resultan aleatorias y abren espacio a la sorpresa y el azar.
La posibilidad de creaciones estéticas más complejas y exploratorias, extienden el horizonte visual en la obra de Alberto, permitiendo al artista moverse en la interactividad a una escala mayor, convocando creaciones sensoriales vastas que redefinen las nociones espaciales y temporales que le interesan. En este sentido sus obras parten de la contingencia del argumento espacial, que le abren posibilidades a lo ilusorio y a la construcción tridimensional inmaterial.
Sus trabajos incluyen obras como Serie variable (x + y), realizada en la exposición del Taller CNCELAB, en el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales de La Habana, y la obra In illo tempore obra realizada con el programa Isadora. También refiere la presentación del espectáculo audiovisual Como Bailar en Tiempo de Crisis.iv
Voy a detenerme en los modos de presentación que aparecen en Espacio complementario, instalación interactiva realizada con Processing y Isadorav y Macroantropos obra interactiva en también en Processing, ambas de año 2012. El complejo proceso visual de estas obras provoca una reordenación constante de re-diseños ópticos a partir de acciones determinadas, convocadas por una aleatoriedad de suceso real, que provoca esenciales intensidades para una experiencia estética abrumadora. Se trata de una experimentación que supone la asunción de todo el aparato tecnológico además de una disposición cognoscitiva de las experiencias sensoriales, del papel del receptor-coautor-agente activo. Atiende en alguna medida una superación del hecho estético a favor de una diametral intensificación de la recepción de arte.
Los conocimientos tecnológicos le permiten al artista establecer juegos de extrañeza y experiencias de percepción sorprendentes. Tal es el caso de su proyecto Complejo Ícaro,vi obra que dialoga a partir de la necesidad innata del hombre de superar el conocimiento científico y sus límites fisiológicos. La obra impone su ejercicio a partir de un sistema de comportamiento prediseñado por el artista para el receptor, que es filmado en tiempo real a la vez que proyectado en la acción de levitar, parodiando el efecto del vuelo por toda una escenografía celeste. El público funge como cocreador de la experiencia de la obra porque es el objeto mismo de la obra. En un simulacro que involucra el tiempo real y la instancia virtual, ambas como experiencias temporales coincidentes. En el extremo ilusorio de la metáfora de libertad y de autonomía, el artista promete y después desilusiona con la realidad actual irrevocable, material. Implica el juego de las promesas truncas, del desengaño que se vuelve síntoma sistémico. Es en definitiva un juego o show mediático que parodia sistemas de control social con su dual realidad, para suplantar y relativizar los niveles de certeza que comprometen conscientemente los de la credulidad. Vuelven a aparecer las operatorias ideológicas, liberando los síntomas de la crisis en la conciencia social.
Esta puntual reseña que recorre un estrecho marco de experiencias artísticas que se producen en el pensamiento artístico que sucede en la ciudad de Matanzas, no siempre para la ciudad, confirman la primera idea de los pensamientos cíclicos en una sociedad que percibe y no soluciona sus cuestiones fundamentales y provoca crisis estacionarias a razón de problemas cardinales insolubles.
Los rasgos que vienen caracterizando la producción artística matancera en general, están vistos como modulaciones en la introspección, la estacionalidad discursiva, la dimensión híper presente de la temporalidad, atendida tanto en los efectos sensoriales como en la densa materialidad. En sincronía con otras inflexiones de marcada superficialidad que tocan el retraimiento de vocaciones sociales, y por otras eficazmente argumentadas y sustentadas por la sustancia del conocimiento y de operatorias efectivas.
No son comportamientos específicamente nuevos. Lo que va confirmándose marca continuidades -tranquilas, livianas-, que están siguiendo aquellas primeras pautas del Beuys de los 80’ cubanos del arte-vida, en una amplísima gama de maneras y aptitudes. Son revalidaciones de un horizonte visual que insiste en intensidades sensoriales, enfatizan la temporalidad y el espacio. Como ecos de una suerte de estadío extático, hiperbolizan las sensaciones como escape introspectivo de respuesta del individuo a una crisis que cierne sus efectos en el panorama cultural de la ciudad.
(Fragmento de Investigación Vientos estacionarios: las artes visuales en Matanzas después de la crisis. Ministerio de Cultura, Dirección Provincial de Cultura, Centro Nacional y Provincial de las Artes Visuales. Noviembre, 2015. Mención de Investigación Cultural en Premio Anual de Investigación del Instituto Nacional de Estudios Culturales Juan Marinello, La Habana, Cuba. 2017).