El Museo Nacional de la Cerámica Contemporánea Cubana ha realizado una encomiable labor de fomento y promoción de la cerámica, en primer lugar a través del perfil expositivo permanente, pero también con las iniciativas que durante más de veinticinco años ha podido materializar. No pueden ignorarse, en tal sentido, las Bienales de Cerámica que surgieron en 1989. Se realizan dos certámenes –de forma alterna– uno dedicado a las esculturas, instalaciones y proyectos; mientras el otro denominado La Vasija comenzó a desarrollarse en el 2002 y acoge paneles, murales, vasijas y tile cerámico. Ambos permiten que artistas de diversas regiones del país den a conocer su trabajo y sean laureados cuando así la obra lo amerita.
La primera edición del evento tuvo lugar en 1989 en el Museo de Artes Decorativas. A partir de 1991 se comenzó a desarrollar en el Castillo de la Real Fuerza, sede por entonces de la institución. Han tenido por sede otras instituciones de la Oficina del Historiador como el Salón Blanco del Convento San Francisco de Asís y, en los últimos años, en el Centro Hispanoamericano de Cultura. Se han realizado cambios importantes que permiten hablar de la solidez de estas muestras, pues si en los primeros años solo competían piezas de pequeño formato, para 1998 se ampliaron las dimensiones de las obras en competencia hasta 120 cm. En el 2000 se incorporaron las instalaciones y en el 2010 se pensó en continuar incentivando este quehacer a partir de la presentación de proyectos realizables.
En general, las Bienales de Cerámica constituyen uno de los más importantes eventos que hoy realiza la institución. Permite mostrar el quehacer de un número considerable de creadores de las diversas provincias del país y lo más significativo dentro de esta expresión del arte.
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