MsC. Lizet Fraga
Transcurridas casi tres décadas de lo que algunos expertos han denominado “el boom del arte latinoamericano”, que colocó a un grupo de artistas cubanos modernos dentro de los circuitos del arte internacional a través de las principales casas subastadoras neoyorkinas, es ahora el arte contemporáneo producido en la isla el que se ha situado en el punto de mira del mercado. Los inevitables procesos de globalización, que desde fines de los 90´s comenzaron a abrir espacios para emergentes economías y mercados de arte, también generaron un movimiento de la balanza comercial hacia lo contemporáneo.
Aunque Cuba se insertó tardíamente en todos los mecanismos mercantiles y dedicó los primeros casi diez años a la experimentación empírica de las estructuras del comercio y el conocimiento de sus reglas generales, es bien sabido que la generación de artistas más jóvenes se vio favorecida por estos de manera mucho más vertiginosa que sus predecesores. En tanto artistas como Roberto Fabelo, Manuel Mendive, Nelson Domínguez y Tomás Sánchez (quien en más de una ocasión ha formado parte de los Top 500 más vendidos listados anualmente por Art Price)1, comenzaron a aparecer en las Secciones de Arte Latinoamericano de Christiés y Sotheby´s, desde mediados de la década de los noventa, solo en los últimos cinco años se han visto rematados en la Sección de Arte Contemporáneo a pesar de que temporalmente se ajustan a esta clasificación.
Esta generación, siguiendo el curso natural del desarrollo de sus carreras artísticas, comenzó a alternar su presencia en Subastas con la de los artistas de la denominada Vanguardia cubana, a través de coleccionistas privados en actos de reventa, galerías extranjeras que los representaban en esos momentos e incluso instituciones cubanas, como la Galería La Acacia, en alianza con espacios internacionales.2 Sin embargo, tales intervenciones pasaron muchas veces inadvertidas a los ojos de los expertos financieros, quienes reseñaban más los récords de venta y las grandes cifras que la presencia de un pequeño número de artistas cubanos que, aún dentro de la especialización de un remate latinoamericano, no representaba un porciento elevado.
Aunque con el arribo del nuevo milenio la situación comenzó a transformarse de manera paulatina, los principales antecedentes se colocan en la década anterior. La despenalización de la divisa en 1994, que modificó las relaciones comerciales entre los creadores y las galerías cubanas, y la apertura en cuanto al amplio espectro de posibilidades contractuales y lucrativas que comenzaron a experimentar los artistas jóvenes de aquel entonces en su relación con dealers y galeristas internacionales, generó una participación mucho más activa del arte cubano contemporáneo dentro del mercado.
Tal proceso suscitó un centenar de textos críticos especializados, orientados a la presencia cubana dentro de espacios feriales o subastas de arte. No solo publicaciones como Art Nexus, con énfasis en Arte Latinoamericano, protagonizaron tal cambio, otras como ARTnews, el New York Times, el New Herald, el Huffington Post y el Wall Street Journal, publicaron interesantes artículos sobre el “fenómeno cubano” o destacaron a un grupo de artistas que comenzaron a consolidarse dentro de nichos de mercado como los ofrecidos por Alemania o Estados Unidos, principales artífices de estas intervenciones.3
Sin embargo, para ese entonces en Cuba aún la palabra mercado representaba la fruta prohibida de algunos críticos y funcionarios institucionales, en tanto en muchos casos era considerado como un elemento contrario a la creatividad espontánea y un regulador de la producción artística. Incluso la Academia, desde la que se han gestado interesantes investigaciones en torno al arte cubano contemporáneo, eludió durante mucho tiempo los temas relacionados con el comercio y los vio como materias ajenas a la Historia del Arte y sus principales contenidos de análisis.
La reciente década, en cambio, ha mostrado una pérdida del prejuicio hacia el mercado y ha sido escenario de un nuevo acercamiento a su estudio y comprensión. Del mismo modo ha favorecido el acceso de un nuevo segmento de mercado -el norteamericano- a nuestros predios y, con este, el florecimiento de un grupo de factores de toda índole que han generado interés hacia la producción de los artistas contemporáneos, incrementando su presencia en Subastas de Arte Moderno y Contemporáneo en importantes casas como Christie´s, Sotheby´s y Phillips, así como en reseñas como la recientemente publicada por el sitio Art Price.
Consecuentemente con su carácter de obligado espacio de consulta en materia de mercado y primer referente internacional sobre este tema, la sección nombrada Art Market Insight publicó el pasado diciembre un interesante artículo dedicado al arte cubano, bajo el título “Encouraging figures for cuban art”. Además de destacar un grupo de artistas quienes han estado relacionados con el mercado por causas de todo tipo, incluso políticas, dicho artículo hace un interesante acercamiento a la contemporaneidad de la plástica cubana a partir de determinados puntos de giro, algunos dentro del país y otros en relación con cambios en la Política exterior de los Estados Unidos.
El primer momento lo sitúa en el año 2014, con el acercamiento propiciado hacia Cuba por el Presidente Obama que aperturó los viajes de norteamericanos a la isla y con estos la visita a un numeroso grupo de estudios de artistas cubanos. Sin embargo, y aunque es imposible desdeñar la repercusión palpable que tuvo tal acercamiento, los estudiosos del tema podemos reconocer que en el país desde el 2004 ya estaban gestándose también algunos cambios en la estructura institucional interna que fueron altamente favorecedores para la cristalización del arte cubano contemporáneo en el exterior.
La salida de Galería Habana de la Empresa Génesis, Galerías de Arte, y con esta la posibilidad de generar estrategias más autónomas y focalizadas en la internacionalización de los artistas de su nómina, así como los pasos para consolidar Subasta Habana como una Casa de Remates, dedicada exclusivamente al Arte Cubano4, son algunas de las acciones que no pueden ser obviadas como parte del cambio en la actual situación del arte cubano contemporáneo. De otro lados se produjo el incremento notable de los denominados estudio-talleres de artistas que, de manera alternativa, fueron estructurándose cada vez más cercanos al funcionamiento de una galería y generaron un amplio espectro de posibilidades visuales y eficientes alternativas comerciales para enfrentar el entonces creciente número de potenciales compradores que comenzó llegar a través de las Agencias de Viaje, las instituciones de todo tipo o de manera individual.
Resultante de la marcha lógica de tal proceso, es de considerar que Art Price haya dedicado una sección a artistas cubanos y en esa misma línea reflexiva, so pretexto del artículo y resumiendo el casi cierre de una nueva década, deben reconocerse los resultados de otros no reseñados dentro del mismo. Este grupo, desde los comienzos del 2000 –algunos de ellos con anterioridad- ha aparecido sistemáticamente, y con no desdeñables resultados, en remates en Nueva York, París y Londres, moviendo la báscula hacia la contemporaneidad como ya había ocurrido en el resto del mundo desde los noventas.
Dichos artistas, emergidos la mayoría en esos mismos años y otros a comienzos del nuevo siglo, acumulan algunos, como Los Carpinteros, alrededor de 119 remates públicos, con obras como su emblemática Catedral rematada por Christie´s en el 2018 en 370 000 dólares. Otros, como los hermanos Yoan e Iván Capote, figuras presentadas por primera vez desde la Galería Habana a comienzos de los 2000, en aquel entonces bajo la dirección de la Lic. Dalia González y aún siendo estudiantes, han sido subastados por más de una veintena de ocasiones, oscilando sus récords de venta alrededor de los 21 000 dólares, lo cual resulta interesante comparado con las ventas que desde las galerías o los estudios han alcanzado rangos superiores.
Resulta obvio pues que tales precios públicos, el sostenido trabajo con galerías internacionales y la colocación en importantes colecciones museísticas, ha sido fundamental para el posterior soporte de sus elevadas cotizaciones en el mercado primario. Caso similar el de Carlos Garaicoa, con ventas por valores de hasta 45 000 dólares en subasta, Kcho, quien ha tenido ventas en Christiés por 60 000 dólares y Alexandre Arrechea con ventas de hasta 95 000 dólares en Sotheby´s y The Merger, estos últimos llegando a alcanzar en la Subasta de Arte Contemporáneo de la misma casa pero en el 2017 un récord de venta de 150 000 dólares por una escultura de la Serie Estructuras.
Obviamente hay muchos otros en este artículo obviados pero no olvidados, para nada como resultado de un análisis excluyente sino pospuestos para los resultados de una investigación en curso5 y considerando que los mencionados, además de su amplia proyección internacional a través de representaciones extranjeras, han mantenido su presencia en eventos feriales o en exposiciones en el exterior con instituciones cubanas, lo cual les otorga una interesante dualidad en cuanto a las estrategias trazadas para su proyección desde dentro y fuera y ha generado en algunos casos la colaboración de galerías para tales fines.
Por el momento, pongo énfasis en los artistas antes referidos porque, a diferencia de las generaciones que les antecedieron, su crecimiento en términos de precios y legitimación internacional ha sido mucho más acelerado, y esta respuesta del mercado también tiene un carácter multifactorial que solo podría ser ampliamente definido con una investigación minuciosa de los mercados primarios y secundarios en los que han aparecido sus obras en la última década. No obstante, con solo una mirada de soslayo se evidencia que en no pocos casos más que el accionar de galerías cubanas ha sido el de instituciones internacionales el que los ha catapultado hacia las entrañas del mercado de manera más sistemática y por qué no, eficiente.
Párrafo aparte merecería también el peculiar fenómeno cubano que ha favorecido que las más recientes generaciones de artistas, aún desde su categoría de estudiantes de las escuelas de arte, estén alcanzando cotizaciones raudamente en ascenso en el mercado primario, como resultado a veces de un mero acto de demanda creciente más que de un proceso paulatino y consensuado de formación de precios. Muchos se han visto beneficiados desde el movimiento comercial que generó la última edición de la Bienal de La Habana
De cualquier modo, y bien lo dice Art Price, el arte cubano se extiende hacia todas las latitudes, como también se deja ver desde adentro, bien sea por la curiosidad que genera para algunos, bien sea por su propia competividad a nivel mundial. Augurar su destino en los próximos años, en términos de mercado, es tan incierto como predecir si el arte volverá a caer ante un nuevo colapso económico como el que alteró las finanzas internacionales hacia el 2009.
Por lo pronto casi dos decenios de este siglo se cierran, se preparan los martillos para New York y Londres el próximo mayo y ya se anuncian lotes con el nombre de importantes artistas cubanos contemporáneos, así que más allá de los boom, los espejismos y las quebrantables burbujas, nos guste o no, por largo rato la última palabra la tendrá el propio mercado.
La Habana, enero 2019
1 Dentro de sus principales records de venta se encuentra una tela vendida en Christie en el 2006 por un valor de 540 000 dólares.
2 La imposibilidad de colocar obras de manera directa desde galerías cubanas en las principales casas subastadoras de Nueva York y Londres, generó hacia los noventas, la búsqueda de alternativas y alianzas a fin de fomentar el mercado secundario para artistas de sus nóminas. De este modo se fomentó el establecimiento de precios públicos para algunos artistas de vanguardia, con lo cual se podía seguir una estructura sólida y ascendente de sus precios desde las galerías.
3 Numerosos artistas cubanos de la generación de los 90´s obtuvieron becas de creación tanto en Alemania, a través de la Fundación Ludwig, como en los Estados Unidos, con lo cual comenzaron a ser reconocidos en el exterior siendo aún muy jóvenes y poco explorados por el mercado primario cubano.
4 Aunque en algunas de sus últimas ediciones se incorporaron Artes Decorativas a los lotes de Subasta, la estrategia comercial siempre estuvo orientada a legitimar en el mercado internacional a los artistas cubanos que aún carecieran de reconocimiento, a partir de la presentación en cada remate, junto a artistas consolidados de la vanguardia, de obras de contemporáneos y de un artista de “prueba de mercado”. Así se fueron estableciendo precios para figuras desconocidas por el mercado como Leandro Soto, Juan Francisco Elso, José Ignacio Bermúdez, entre otros.
5 El análisis de los resultados de subastas durante los últimos cinco años forma parte del Protocolo de Investigación en opción al título de Doctor que actualmente nos ocupa y del que podrán ser publicados sus resultados en un plazo de alrededor de dos años.