El pasado 16 de agosto se reunieron alrededor de 150 personas en el patio del Edificio de Arte Cubano, Museo Nacional de Bellas Artes, para participar en la presentación de una edición especial de la revista Artcrónica dedicada a la escultura cubana, un número realizado por primera vez en formato impreso. Este agrupa versiones de los contenidos digitales de sus ediciones 12 y 13 del año en curso, las que además, pueden ser consultadas y descargadas en formato PDF a través de www.artcronica.com.
El fundador y director de la revista, el periodista y crítico de arte David Mateo, agradeció a todos los especialistas y creadores que se involucraron de manera entusiasta en el proyecto, al equipo de redacción de Artcrónica, y de manera especial al escultor y presidente de CODEMA, Tomás Lara, por haber participado en la coordinación del trabajo y haber tenido la iniciativa de gestionar los fondos necesarios para llevar esta edición a imprenta. También hizo extensivo su agradecimiento a la Fundación Caguayo, a su presidente Alberto Lescay, por haber contribuido económicamente a la materialización del número, y a Ediciones Aurelia por el magnífico trabajo de impresión.
Al finalizar la presentación de la revista se distribuyeron, de manera gratuita, 220 ejemplares entre artistas, especialistas, estudiantes y público interesado. Es un número de 96 páginas y con un variado repertorio visual que acompaña a tres importantes ensayos y veinte reveladoras entrevistas.
Actualmente se coordinan otras dos presentaciones para el mes de septiembre: una en la sede de la Fundación Caguayo, en Santiago de Cuba, y otra en la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana.
Visibles resultados de una revista impresa
Tomás Lara
La edición especial impresa de la revista Artcrónica, dedicada a la Escultura contemporánea cubana, constituye un motivo de regocijo para todos los que amamos esta manifestación artística en nuestro país. Hoy culminamos un largo período de arduo trabajo en un proyecto que consideramos importante para la actualización del conocimiento de esta disciplina de las artes visuales. Y lo vemos materializado en esta revista catálogo, que por sus visibles resultados nos llena de modesta satisfacción.
Este proyecto surgió en momentos en los que David Mateo, director de Artcrónica, me entrevistaba para la edición No. 10, dedicada a las experiencias que los artistas que ejercemos como profesores de artes visuales hemos acumulado en la labor pedagógica en Cuba. La propuesta de trabajar como coordinador del número dedicado a la escultura tenía un carácter más bien personal y, por supuesto, que me resultó muy tentadora. Después consideré la oportunidad de involucrar también a CODEMA, institución que dirijo, para enfatizar la trascendencia colectiva del proyecto y brindar un espacio promocional más amplio: y así se lo propuse a David. A los dos nos apasionó de inmediato la idea por lo inédito y necesario que resultaría, de modo que sin pensarlo dos veces nos dimos a la tarea de confeccionar el guión sobre el cual trabajaríamos. Es justo reconocer que a todos los que convocamos para que se sumaran al proyecto dieron positiva respuesta con entusiasmo y profesional dedicación, por lo cual les expreso nuestro más cálido agradecimiento.
Para mí, en particular, ha resultado una nueva y enriquecedora experiencia. Hubo numerosos encuentros de trabajo, incontables charlas telefónicas, largas horas leyendo y releyendo cada uno de los textos para localizar algún error gramatical u ortográfico; estuvimos estudiando el diseño y colegiando cada una de las imágenes que debían estar. En fin, una total dedicación en aras de obtener la mejor calidad posible en el contenido y en la visualidad de este material que hoy ponemos en manos de artistas, especialistas, estudiantes de arte, instituciones y de todo aquel que se interese por la Escultura Contemporánea Cubana.
Esta revista catálogo no tiene el propósito de ser una antología historiográfica, lo cual podría ser objeto de un futuro libro. Más bien se trata de una reseña actualizada de la escultura que hoy se hace en nuestro país, desde la obra y la reflexión de los artistas entrevistados. Cuenta además con cuatros textos temáticos introductorios de relevantes especialistas y profundamente conocedoras de esta manifestación. El criterio de selección se ha basado en dos aspectos fundamentales: la calidad artística y la impronta expositiva dentro de una visualidad contextual con presencia en nuestras galerías y espacios de exhibición. La selección de los artistas no discrimina estéticas ni generaciones. Consideramos que, obviamente por una cuestión de espacio, no están todos los que pudieran estar, pero somos del criterio de que los entrevistados poseen sobrada calidad para merecerlo. Y a través de sus obras ponen de manifiesto los valores estéticos y conceptuales que hoy caracterizan a la Escultura cubana en sentido general.
De manera particular deseamos hacer público nuestro agradecimiento a la Fundación Caguayo y a su Presidente, Alberto Lescay Merencio, por el incondicional apoyo brindado para materializar este proyecto en beneficio de las artes visuales y que, gratuitamente, haremos llegar a todos los que pueda serle de profesional utilidad. Agrademos igualmente al FCBC su oportuna y ágil asistencia para la importación de la Revista.
Este material promocional que hoy [16 de agosto] nos satisface presentar, forma parte de las acciones que CODEMA lleva a efecto en beneficio del desarrollo de esta manifestación. En tal sentido, recientemente se realizó la exposición De la Idea a la Forma en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, en justo homenaje a Rita Longa y al 32 aniversario de existencia de CODEMA. A finales del año próximo se producirá otro importante evento, dando continuidad a estas acciones que realizamos gracias al apoyo de importantes instituciones colaboradoras.
Aprovecho la oportunidad para invitarlos desde ahora a que nos acompañen llegado ese momento.
Agradecemos al Museo Nacional de Bellas Artes y a su director, Jorge Fernández, por brindarnos su espacio.
(Palabras en el Museo Nacional de Bellas Artes por el escultor Tomás Lara, presidente de CODEMA, y uno de los coordinadores del número especial de 2019 de Artcrónica)
Revista-libro o libro-revista, potente haz de luz
Rafael Acosta de Arriba
Hoy, 16 de agosto, es un día feliz para las artes visuales cubanas. La aparición de esta edición especial e impresa, dedicada a la escultura contemporánea del país, de la revista digital Artcrónica reviste una gran significación, tanto para la creación artística como para la crítica y la academia.
En su nota editorial el equipo realizador de Artcrónica nos dice: “Hemos incluido los criterios de un grupo de especialistas y creadores representativos dentro del decursar histórico de la escultura, e incorporamos un conjunto de imágenes que corroboran el protagonismo y el salto cualitativo de la expresión en su estamento conceptual y formal”. A todas luces se trata de una declaración de los presupuestos que se trazaron los coordinadores con relación al número que, dicho sea de paso, es más bien una revista-libro o libro-revista por su carácter monográfico.
Esta publicación contiene dos grupos bien diferenciados de textos, los que pertenecen a la apreciación crítica o testimonial, y las entrevistas a los escultores en las que se desgranan sus vivencias y opiniones sobre sus obras. Dentro del primer grupo, iniciando la publicación, aparece un artículo de la Dra. María de los Ángeles Pereira, en el que ofrece su aguda mirada sobre la escultura monumentaria y ambiental, de la cual es la máxima autoridad en nuestra academia. Mary establece un decurso de este tipo de arte y se refiere con justeza a la labor de CODEMA, la entidad encargada de la promoción y el desarrollo de la escultura dentro del sistema institucional de las artes visuales. A su vez, la profesora Mei-Ling Cabrera, otra especialista en el tema, nos conduce por los avatares de nuestra escultura en la turbulenta década de los sesenta del pasado siglo, un decenio muy singular tanto histórica como social y culturalmente. A continuación, la profesora Hilda María Rodríguez analiza lo que ella denomina “movilidades rizomáticas en las prácticas escultóricas”, sobre todo en las últimas décadas: un texto que actualiza la producción simbólica tridimensional y sus diversas corrientes y afluentes en el panorama de las artes visuales cubanas. Para cerrar este primer grupo de textos, Margarita Ruiz es entrevistada por David Mateo. Ella nos dispensa pasajes de su memoria sobre el desarrollo escultórico, en general, a partir de 1959 y sobre la creación y el funcionamiento de CODEMA, entidad en la cual realizó una intensa labor personal.
Comienzan entonces las entrevistas a los escultores, llevados de la mano de David Mateo (la mayor parte) y de Claudia Placeres; algunos de estos diálogos fueron realizados a cuatro manos entre ambos. A mi juicio, la selección de los artistas entrevistados es representativa, pero como toda selección, puede suscitar algunas objeciones. Sin embargo, insisto en que, a pesar de que algunos nombres saltan por su ausencia (estoy pensando en Osneldo García, Enrique Angulo, Kcho y Los Carpinteros), la selección es acertada en sentido general. Los escultores que ofrecen sus vivencias y argumentadas opiniones son: José Villa, Tomás Lara, Alberto Lescay, Juan Quintanilla, Rafael Consuegra, Caridad Ramos, Florencio Gelabert, Eliseo Valdés, Tomás Núñez (Johny), Guillermo Ramírez Malberti, Ángel Ricardo Ríos, Esterio Segura, Adonis Flores, Tamara Campos, Rafael San Juan, Hander Lara, Adrián Fernández, Rafael Villares y Gabriel Cisneros. Como se aprecia a primera vista, es un conjunto muy notable de creadores, pertenecientes a diversas generaciones artísticas y que han protagonizado varias décadas de nuestra escultura. En algunos casos son artistas que se mueven cómodamente en un espectro multifuncional de lo volumétrico y no son clasificables como escultores estrictamente, sino como artistas contemporáneos en su sentido más genuino. La mayor parte tuvo su presencia más visible en el panorama artístico del país a partir de la década de los ochenta del pasado siglo. Aquí es bueno hacer un paréntesis, puede explicar el sentido mayor de lo que nos ofrece Artcrónica con este número monográfico. Durante los años ochenta del siglo XX la escultura en la Isla recibió un beneficio no esperado. Lo tridimensional se potenció en el arte insular con la llegada de los aires posmodernos (ideas, códigos visuales, formas de ver el mundo y el arte), que venían con casi dos décadas de retraso, pero que impactaron arrasadoramente en el campo cultural. Fue un período de profundas transformaciones ideoestéticas en el que se destrozaron los criterios de clasificaciones por compartimentos estancos de las expresiones artísticas, usualmente aceptados por la academia y la práctica creadora. Apareció entonces el flexible concepto de instalación y se reprodujeron en el escenario creativo plástico el happening, el performance, los ensamblajes, las técnicas mixtas y los ready mades. Es decir, se modernizó el arte cubano en general, la escultura, en particular, y se potenciaron morfológicamente las hibridaciones en el acto creador. El sentido antropológico de las obras recibió igualmente una inyección que mucho aportó al arte.
Antonio Eligio (Tonel) en un artículo para hablar de uno de los creadores de los noventa, Ángel Ricardo Ríos, expresó en 1991 lo siguiente: “Así… varios artistas comenzaron a trazar el inaplazable campo expandido de la escultura cubana. En ese campo se ubicarían las cajas transparentes de Fors; los objetos de piel fotográfica de Cuenca; los hilos y las piedras de Pérez Monzón; la estopa de Brey; el caballete empapelado de Flavio; los trastos de Leandro; la hojarasca y el barro de Elso; la tierra, el guano y el sioux de Bedia, las columnas de Gelabert Soto, las pirámides de arena de Hexágono y otros acontecimientos (ocurridos) en el lapso 1981-1983, que, por supuesto, nadie convino en llamar escultura”. La cita es muy oportuna, tanto por lo que dice como por quien lo expresa, pues Tonel es uno de nuestros críticos más informados y fue protagonista, él mismo, de aquellas mutaciones. Lo cierto es que para esa fecha el arte insular había cambiado radicalmente, el objeto estético se transformó, así como su praxis y en la escultura nacional, en su campo expandido, la mutación fue total. El término de Rosalind Krauss, que data de 1979, disfrutó a partir de entonces de mucha fortuna crítica a nivel internacional, y también en Cuba.
Antes de concluir esta presentación, deseo apuntar algunos elementos que ratifican el notabilísimo aporte que realiza Artcrónica con su número impreso.
En primer lugar, la revista llena un vacío reinante en las publicaciones sobre crítica de arte en el país, pues es bien conocido en el gremio de los historiadores y críticos que la escultura ha sido la expresión menos favorecida, desde siempre, en cuanto a textos críticos se refiere. Cuando se escarba en el tiempo y se revisan las compilaciones de crítica de arte publicadas en casi un siglo, se confirma lo que acabo de decir. Por ejemplo, en Espacios críticos habaneros del arte cubano: la década de 1950, una excelente compilación en dos tomos de la Dra. Luz Merino Acosta, de 2015, publicada de conjunto entre la Editorial de la Universidad de La Habana y Ediciones UNIÓN, o cuando se repasa la compilación de críticas sobre el arte cubano de los ochenta del siglo pasado, Déjame que te cuente, a cargo de Tania Parson, Margarita González y José Veigas, publicada por el sello Artecubano Ediciones en 2002, es la escultura la que recibe menos literatura entre las diferentes manifestaciones artísticas. Desde luego que la responsabilidad no es achacable a críticos o compiladores, sino que la propia expresión, por su endeble desarrollo general, fue considerada una vez como la Cenicienta de nuestras bellas artes y en correspondencia recibió menor atención crítica.
En realidad, sobre escultura ha habido pocas publicaciones en el país. Sobresalen dos libros, editados ambos en 2005: Escultura en Cuba. Siglo XX, de José Veigas, editado entre la Fundación Caguayo y la Editorial Oriente, y Escultura y escultores cubanos, de Mary Pereira, por el sello Artecubano Ediciones, del CNAP. Ambos libros vinieron a llenar ese espacio vacío de la literatura sobre escultura y espacio hueco, que esta tarde la revista Artcrónica contribuye a rellenar. En otros libros de ensayos escritos por diferentes críticos aparecen algunos textos sobre escultores, pero no son realmente mayoritarios, de manera que la utilidad de este monográfico es grande y todos sabremos aprovecharla.
Antes de concluir estas palabras deseo expresar un reconocimiento especial a David Mateo, quien, como se sabe, ha hecho de este proyecto digital que es la revista Artcrónica, un proyecto viable y atractivo, una eficaz fuente de información sobre el arte cubano en tiempo real. Anteriormente David trabajó en Lo que venga, Artecubano y La Gaceta de Cuba, es decir, es un revistero nato. Todas esas publicaciones han contribuido al estudio y la divulgación de nuestro arte y del pensamiento acompañante a la creación, que es también creación. En la concepción de David sobre la crítica de arte el método de la entrevista ha tenido y tiene un papel relevante (ambos hemos conversado ampliamente sobre el tema, pues coincidimos en que la entrevista con frecuencia genera más conocimiento que un buen artículo o un buen ensayo). En el caso que nos ocupa, las conversaciones –que reúne este número impreso de la revista– son numerosas y entre ellas se agrupa una cantidad de opiniones y de información muy apreciable de los artistas entrevistados. En las respuestas de los entrevistados se encuentra, no es difícil armarlo, una narrativa muy elocuente de las vicisitudes, los logros y las dificultades de nuestra escultura contemporánea. Es un acierto de Artcrónica y estoy seguro que la conducción de David y sus criterios favorables sobre los diálogos tuvo mucho que ver en esa fortaleza del número: se trata del núcleo duro de la revista. Se agradecen también la factura, es decir, el diseño, las ilustraciones de escultores y obras, los amables espacios en blanco, la nitidez de la escritura impresa, en fin, la belleza en general del objeto revista.
Dicho esto, solo me queda reconocer a Tomás Lara, a la Fundación Caguayo y al equipo de Artcrónica por el formidable objeto de conocimiento que ponen en nuestras manos. La escultura cubana recibe hoy un potente haz de luz que se agradece y estoy seguro que se convertirá en material de referencia en nuestra academia.
(Palabras de presentación del crítico de arte, curador e investigador Dr. Rafael Acosta de Arriba, a propósito de la Edición Especial de 2019 de Artcrónica)
(Agradecemos el apoyo brindado por el proyecto La Moneda Cubana en el brindis ofrecido durante la presentación)