Yenisel Osuna
Irving A. Beladiola Miranda
Mi nombre me lo puso mi padre por un escritor norteamericano que escribía muchos libros de aventuras… Comencé a dibujar desde muy chiquito. Dibujaba barcos de velas, barcos piratas. Después empecé a dibujar los dólares cuando comencé mi adolescencia. Dibujaba bien los billetes en dólares de 10, de 5, de 20. En mi imaginación era dibujar. Dibujar pesos, dólares… Mi historia fue muy linda. Una vez, cuando yo era chiquito, me dio por sacar esos billetes que yo dibujé y que tenían el mismo color del dólar: me hice el gracioso e hice un chiste con mi papá. Mi papá estaba mirando para el Hotel Riviera: “Coño, qué bonito es ese hotel”. Y un hombre estaba vendiendo pan con jamón, aquello era el Período Especial. El hombre pensó que eran billetes de verdad y mi papá le dijo: “oye, son billetes que mi hijo dibujó, él es un niño que dibuja muy lindo, no es que sean dólares, compañero”.
Me dio por dibujar también trajes para disfraces de marqueses, sultanes. Mi sueño es dibujar para los diseños de trajes.
Después me puse a dibujar guerras de aviones, de la Segunda Guerra Mundial, los batistianos y guardia rurales. Y los hacía de lo más bien. Entonces mi papá tenía un socio que trabajaba en la fábrica de juguetes, allá en el Cerro, y yo le decía a mi papá: “Papá, si tú me llevaras estos diseños para que me diseñen esos soldaditos que yo dibujé vestidos de amarillo…”. Y él me decía: “Tú quieres que a mí me pongan una multa, que a mí me lleven preso, me boten del trabajo por tú dibujar los soldaditos batistianos esos”. Entonces, yo le dije: “Eh, pero si eso no tiene nada que ver. Ya han pasado millones y millones de años y estamos en una Revolución ahora”. Él sabía bien que yo dibujaba lindo. Me celebraba el dibujo igual que mi mamá. Una vez él le dio mi propuesta al hombre y me hicieron los soldaditos. Y ahí fue donde me fui perfeccionando. Después estuve un tiempo sin dibujar porque estaba haciendo otras cosas. Estuve jugando pelota con los muchachitos del barrio y jugando futbol, y quería estar en deporte. Después volví a coger el camino de la pintura. Yo le dibujé unas comparsas a mi papá, de las comparsas de la FEU. Y empezamos a buscar dónde ensaya esa agrupación, porque no tiene punto fijo donde ensayar… 2013, 2014, 2015, 2016, en todos esos años, no pudimos encontrar dónde ellos ensayaban. Mi papá me iba a seguir llevando, pero murió de una presión alta. Yo me decía: “Coño, ese sueño yo no lo puedo cumplir ya, porque mi mamá me dijo que eso tienen que ser de los profesionales”. Mi mamá tiene otra manera de pensar. Ella me dijo que tenía que perfeccionarme. Me dio por hacer los muñecones: y mi papá los mira desde el cielo, porque fue bueno conmigo y me complacía en todo. Esos muñecones que yo hago, como Elpidio Valdés, María Silvia… Pienso que los próximos muñecones los haga mejor para un día llevarlos a la Casa de Cultura de San Miguel y que la directora me los acepte.
Dibujo también batallas: la de Canadá, la batalla de los casacas verdes contra Inglaterra, contra los irlandeses… Esas historias las he visto en revistas. Estoy pensando ahora dibujar otras batallas. La de los paracaidistas batistianos haciendo prácticas militares cuando entra el presidente de Estados Unidos; los batistianos tirándose en paracaídas. Otra batalla que quiero pintar es la batalla de Waterloo. Todos los ejércitos cayéndole arriba a Napoleón, hasta el de Estados Unidos, Inglaterra, Austria, Rusia, Alemania, España, Prusia. A los americanos los haría un poco más claros; a los franceses, azul más oscuro; a los irlandeses, con casacas verdes; a los ingleses, de casaca roja. Los dragones los haría de casaca amarilla y rojo. A Napoleón lo pintaría con un bicornio grandísimo y la mano en el pecho, así… Otra batalla que quiero dibujar es la de Estados Unidos en combate contra los invasores piratas que había en el Caribe, en la Fortaleza de San Marcos. Eso fue por 1799. Todavía había piratería. La marina yanqui cazaba la piratería también, la española, la inglesa, la francesa, la irlandesa. Y los Estados Unidos se colaron en la guerra de Chipre: ayudan a los turcos, le quitan a Chipre a los griegos para dárselo a los turcos. Mi papá me enseñó esa historia. Mi papá me decía que lo etíopes eran buenos guerreros. Los turcos no se metían con ellos cuando el imperio otomano porque los etíopes eran muy buenos guerreros y sabían pelear. Turquía y Etiopía eran dos imperios amigos, diferentes, pero eran amigos. Cuando la guerra de los etíopes, los franceses, los ingleses, los irlandeses, los americanos habían participado en esa guerra porque Francia, Inglaterra y Holanda les habían declarado la guerra a los etíopes. Entonces para los americanos eso era negocio. Ellos metieron todos sus ejércitos allí. Yo vi una película sobre eso en 1996. Una película que era en el desierto. Los americanos están metidos en todas las guerras. Ellos cuando ven un país endeble, cuando ven un país en desuso, ellos le caen arriba. Cuando Napoleón estaba fuerte, fuerte, fuerte, antes de perder todas las batallas, los americanos se mantuvieron neutrales y mandaron observadores, pero ya después que el General Nelson derribó a la marina francesa de Napoleón y Wellington derribó a Napoleón, ya ellos empezaron a meter todos sus ejércitos en la batalla de Waterloo: cuando Napoleón estaba débil.
En el futuro pienso ser un gran pintor. Un gran diseñador. Y un gran dibujante que pueda viajar. Mi papá me va a bendecir por eso.
Boris Martín Santamaría
Desde el 2006 yo vivo en la calle. Soy drogadicto. No uno de los violentos, no. Yo soy un drogadicto que consume droga y alcohol y eso es lo que me ha ayudado a que yo pueda sobrevivir todo este tiempo que llevo en la calle. Pero Samuel me conoce: yo nunca he sido una persona violenta. Porque lo primero que le viene a la gente a la cabeza, cuando le dicen ese es un drogadicto, es que es una persona violenta. Pero no, lo mío es todo lo contrario. El día que a mí la droga o el alcohol me haga por hacer algo mal hecho, yo mismo me tiro de un balcón para abajo.
Un día a mí me dicen: “Boris, no puedes ir a ver a tu mamá ahora porque está en estado crítico”. Pasaron tres años de eso. Un día de mi cumpleaños yo voy a mi casa. Mi papá de vez en cuando me da cinco o seis pesos. Y él me dice a mí, el día de mi cumpleaños, que tiene que hablar una cosa conmigo: “El problema es que tú mamá hace tres años está muerta”. Quiere decir que hacía tres años que yo iba a verla y le dejaba los cigarros porque me decían que estaba en un estado crítico. Y era que ya estaba muerta. Pero él fue el que hizo todo eso. Cuando mi papá me ve a mí que yo vengo caminando, él siempre baja la cabeza. ¿Por qué? Porque no tiene moral. Y es familia de gentes que dieron la vida por esto, los Santamaría.
Del arte yo lo que hago es el dibujo, pero eso es un desahogo de todo lo que yo he pasado en mi vida: lo que yo hago es reflejarlo ahí. Esos ojos llorando sangre es la traición que mi padre me ha hecho.
Yo quiero tener dinero para comprarme algún aparatico para oír música, porque yo con la música… Gracias a ella me vienen las cosas a la cabeza. Y más cuando estoy normal.
Bueno, muchas veces voy caminando y no llego a registrar en latones de basura, pero hojas de oficina que se botan que estén escritas y la parte de atrás en blanco, yo las utilizo. Algunas me las encuentro. Otras me las regalan amigos que he conocido.
Desde que yo me levanto, a las 8 y pico o las 9 am, yo arranco a trabajar. Me gustaría hacer grafitis, hacer cosas geniales en las paredes. Cuando voy caminando dibujo… Voy dibujando caminando para entretenerme y para no sentirme mal.
Mi futuro no sé cuál será ni el tiempo que dure. Pero siempre albergo alguna esperanza de que pase algo bueno en la vida. Por mi parte, mi futuro está en las manos de Samuel Riera, que es el que se ha interesado mucho en que yo me haga persona: porque me lo merezco, como me dice él.
El Sirio (Josvedy Jove Junco)
Aquí yo recibo la cosmogonía de las yerbas, de las plantas, de los animales. De las arañas principalmente, que son mis artrópodos favoritos, porque tejen ese hilo conductor y que hilvanan en mi mente y me ayudan a pensar. Porque la araña es la que elabora la miel de la abeja.
Este es mi álbum –y lo muestra. Desde mi infancia hasta mi nacimiento. Una infancia que fue feliz en cierta medida. Y no lo fue. Yo fui el mejor alumno de la escuela. Con cien en casi todas las asignaturas. Logré alcanzar un expediente verdaderamente espectacular. Yo desde niño, como pueden ver, viví colmado de juguetes. Nací en Corea del Norte. Mis raíces son asiáticas. Viví colmado de juguetes. Mi niñez, en 1984, era el de un niño recién nacido. Este es mi primo hermano Eric, procedente de Uruguay; la panameña Lisi y el costarricense Jimi, que está preso en Estados Unidos hace un mes. Esta muchacha se casó conmigo y después no la vi más porque se fue para Holanda, creo, o Portugal y después a Estados Unidos… Y yo creo que tuve una hija con ella, pero no supe nada de eso.
Bueno, ya que vinimos de una gran cuenca del cinismo, donde se cometen errores, autodecepciones y pensamientos falsos, entonces vamos a tratar de crear nosotros nuestra propia falsedad: y eso también fue un grave desarraigo. No existe una incertidumbre, no existe una verdadera historia universal porque no hay nada más bello que el lenguaje de comunicación entre los seres humanos. Cuando tú tronchas la comunicación, lo tronchaste todo. Cuando tú privas la comunicación no solo estás privando tu propio desarrollo, sino toda tu existencia, porque todo se interconecta.
Ojalá tuviera todas las fotografías. Ella nació en la República Popular China, nació en Shanghai. Se crió en este país. Estaba enferma, tenía cáncer y entonces ya eso era una desgracia y ese cáncer la afectó terriblemente: era en el útero, cáncer intrauterino y precisamente mi madre como es asiática… Esas enfermedades que los asiáticos padecen a veces son hasta incurables y en mí fue un golpe duro que me costó trabajo. Por eso estuve en un hospital para personas que no están bien de su cabeza, para personas que adolecen de retardo mental. Lo superé en cuestiones no de segundos, pero sí de años. Tuve que esperar a que transcurrieran tres años para poder superar ese dolor. La última vez que la vi me dijeron que estaba languideciendo en el hospital. Yo la vi languideciendo muy mal con el caso del cáncer. Y sufrí, pero ya es una pérdida irremediable.
Siento que era más feliz antes que ahora: porque era un niño, no tenía los problemas que tengo ahora. Problemas como de dinero, que tengo que buscármelo, pero no es nada que no sea normal del ser humano. A veces me gusta en el fondo ser más como un niño que como un adulto porque es lo que más feliz me hace sentir. Si yo razono como un adulto no voy a recuperar mi vida.
Damián Valdés Dilla
Esto es la tambora de un carro… Y piezas de computadora, bolígrafos, un móvil roto, eso es lo que yo voy encontrando. Esto es del niño de ella, que se le rompió el juguete. Ya los niños no botan los juguetes. Antes a los niños se les rompía algo y lo botaban. Ahora no, ahora juegan con los juguetes rotos. Mi idea era que esta obra pudiera salir a la estratósfera, que se pusiera en el cosmos.
Yo tenía siempre la inquietud de hacer maquetas. Y así empecé: haciendo maqueticas. Pero los materiales se dificultan. Yo corría temprano a la basura, pero si llegaban antes que yo los que recogen materia prima, pues me quedaba sin nada. Entonces Samuel me propone dibujar todo lo que me imaginaba. Tenía la idea de los libros. Hacía cosas y las pegaba una al lado de la otra y hacía una ciudad larga. Los enrollaba como un acordeón. Porque me di cuenta que siempre eran los mismos tamaños y entonces me decía que tenía que hacer algo también largo. Y vi que me quedó bien. El primer libro medía 35 metros.
Hay días que me tomo la medicina y lo que tengo deseos es de montar bicicleta. Un día salí a montar bicicleta, tenía tremenda energía y entonces partí el pedal y tuve que soldarlo.
A mí me gusta que las personas vean mi trabajo, por eso no atesoro mis piezas. Hay personas que atesoran las cosas.