ODALYS DURÁN CABRERA, MADRE DE LÁZARO ANTONIO MARTÍNEZ DURÁN
Yenisel Osuna
¿Qué tiempo lleva Lázaro en el proyecto sobre Art Brut?
Lazarito lleva aquí, más o menos, dos años. Él ha ido transitando por varios lugares. Empezó primero por la Casa de la Cultura de Alamar. Después tuvo la ayuda de un profesor, que ya está muy mayor, que se llama Alberto Campos. Fue profesor de [la Academia] San Alejandro y es vecino nuestro y hace un tiempo él acogió a Lazarito con muchísimo cariño. Lo fue guiando un poco. También estuvo tres años en la escuela de 23 y C, en El Vedado. Después lo llevé al proyecto de Paseo del Prado que es del dibujante Cecilio Avilés, aunque su profesor directamente fue Luis Puerta. Ya estando en ese proyecto, Luis Puerta que conocía a Samuel, fue quien me recomendó este proyecto. Me dijo que él veía que Lachi tenía muchas más expectativas aquí, por toda la atención tan especial que dan en este lugar. De verdad que ha sido genial. Y me dice él que esta casa es un paraíso. Una felicidad. Él espera el sábado como el mejor día de la semana. Si a él le dicen que todos los días puede venir para acá, él estaría feliz. Lo que pasa es que él trabaja. Desde el año 1999 lo incorporé para que estuviera insertado socialmente.
¿Qué hace en ese trabajo?
Allí ellos hacen cosas manuales. Por ejemplo, recortan cajitas de cumpleaños, esas que venden en las industrias locales. Hacen carpetas, sobrecitos para medicamentos, sobres, cosas así de ese tipo, según vaya entrando la materia prima. Allí él tiene una jornada laboral normal y recibe su salario.
¿Cómo se siente allí?
No es lo que más le gusta. A él realmente lo que le gusta es el dibujo. Él me dice: “Mami, si yo pudiera dedicarme nada más al dibujo”. Pero eso sí que no ha podido suceder. Totalmente a lo que es el dibujo, no ha podido ser. Entonces, lo que he intentado es que mantenga su trabajo.
¿Tiene tiempo suficiente para dedicarle a la creación?
Sí, porque cuando él llega a la casa, casi siempre lo que se pone a hacer es dibujar. Y luego viene los sábados para aquí.
A su trabajo como tal, él va por cumplir, porque él es disciplinado, y yo siempre le he dicho: “Uno tiene que ser útil a la sociedad”. Además, es un salario que tiene, porque yo no soy eterna. Ahí tiene derecho a que le den un retiro, una jubilación. Pero, ya te digo, a él lo que le gusta es el dibujo. Las cosas de arte. Puede ser dibujo, artesanía. Él a veces inventa carritos: usa cajitas de cumpleaños, cajitas de medicamentos…
¿Qué diferencia nota entre los espacios de creación a los que Lazarito ha asistido?
Bueno, aquí lo veo mucho más realizado. Lo apoyan en lo que está haciendo, pero él hace lo que quiere. No lo obligan a que tiene que hacer esto o aquello. Samuel Riera, por ejemplo, le dice: “Oye, me gustan mucho los dibujos esos que tú haces, de grupos de personas en movimiento…”. Pero si él no quiere pintar eso y lo que quiere es pintar un monstruo, pues pinta un monstruo. Sus dibujos tienen su inspiración.
¿Sucede lo contrario en los otros espacios?
En los otros, más o menos. También le dan su poquito de libertad expresiva, pero más o menos, le decían: “Hoy vamos a hacer esto o vamos a hacer aquello”. Por ejemplo, en 23 y C, le decían de dibujar una jarra, para ver la luz, la sombra. Él no tenía muchas ganas de dibujar una jarra, pero bueno, él la pintaba. Aquí no, aquí él se siente más libre. Puede pintar lo que él quiera. Entonces, ellos desarrollan su técnica. Samuel dice que ellos tienen su propia manera de dibujar. Que ellos tienen su visión propia. Lachi se siente aquí como en familia.
¿A este taller es al que más tiempo lleva asistiendo?
Sí. Bueno, él estuvo tres años en 23 y C. Pero ya allí terminó. Porque le decían que ya no podían enseñarle otra cosa para desarrollar, porque él lo que tiene es noveno grado: y pudo llegar hasta ese nivel con bastante esfuerzo.
¿Qué cree usted de las creaciones de Lázaro?
Yo las disfruto muchísimo. Quisiera que pudiera dedicarse solo a lo que realmente le gusta. A él las manifestaciones artísticas le encantan: la pintura, el dibujo, tocar guitarra. Una vecina le enseñó acordes y él los cogía muy rápido. Tiene facilidad para eso. La artesanía le gusta mucho. Le gusta inventar cosas. Dice que a él le gustaría hacer cosas con maderas. Pero, bueno, ya con eso habría que tener mucho cuidado, mucha concentración, para usar los instrumentos que son más peligrosos. A mí realmente me da un poquito de miedo, por su concentración. Pero él coge, por ejemplo, una cajita de medicamentos y él inventa una guagüita, un carrito. Me coge los vasitos plásticos, esos que venden con helado, e inventa lamparitas. Él me dice: “A mí me gustaría hacer aretes”. Pero eso realmente no ha podido ser. No ha encontrado a nadie que lo guíe. Pero a él le gusta eso. Le gusta la música, le gusta cantar.
¿Qué tipo de creaciones hace en el taller de Samuel?
Dibujar. Él ha hecho sus exposiciones también allí. Y él está muy contento con todo esto.
¿Cómo reacciona cuando ha tenido sus exposiciones en dicho taller?
Él se siente un gran artista. Ya te digo, él aquí se siente realizado. Él quisiera que los otros días de la semana no existieran, que existiera solamente el sábado. A él le encanta. Yo les decía hace unos días a Samuel y a Derbis: “De verdad que, si a mí no me dicen o no veo el tipo de personas que son ustedes, no hubiera creído en la calidad humana que tienen. [Llora]… ¡Es increíble! Yo no hubiese pensado que existieran personas así. ¡Dios quiera que exista este proyecto por muchos años! Porque ellos, de verdad, que se preocupan y le dan mucho amor a estas personas. Mucha gente se para. Y sin embargo, ellos tratan de hacer, por Lazarito y los demás, lo máximo.
Yo le agradecí mucho a Luis Puerta cuando me sugirió este lugar. Él incluso me dijo que si yo quería, Lachi podía estar en los dos lugares, en 23 y C y aquí, pero que él estaba convencido de que aquí era donde más posibilidades le veía.
Samuel cuando lo conoció mostró un interés muy grande, enseguida fue a mi casa y vio toda la cantidad de cosas que hay allá. Lachi me tiene toda la casa llena de sus cosas. Ya tengo a Samuel y a Derbis como si fueran mi familia.
DAYSI PONS MONTIEL, MADRE DE LIEN AGRELO PONS
Yenisel Osuna
¿Desde cuándo Lien realiza algún tipo de creación?
Desde chiquita. Quien descubrió eso fue Samuel Riera. Yo lo conocí en una exposición donde él enseguida vio a Lien y tuvieron una química instantánea. Él me preguntó si ella hacía trabajos y yo le dije que sí, que desde niña ella hace trabajos, en varias libretas y cosas. Él me dijo que quería verla, ir a la casa a visitarla. Y yo le dije que sí, que con mucho gusto. Cuando la vio se quedó encantado y entonces a partir de ahí la incluyeron en el proyecto.
La primera exposición en la que ella participó se tituló 3 x 21 que significaba trisomía en el par 21, pero además porque eran tres artistas síndromes de Down los expositores. Esa es la traducción que yo le doy. Allí estuvieron muy felices. Los primeros trabajos que Samuel vio de Lien eran como transcripciones, con muchos corazones y flores. Pone: “Amo a mamá”, “Mamá ama a Lien”. Cuando Samuel los vio dijo: “¡Pero es que esto son cartas!”. Y yo no había tenido la visión de darme cuenta. Hay muchas cosas que representan algo que uno no conoce y, a lo mejor, lo tienes delante de tu nariz y no lo sabes. Como yo, que tenía a Lien y no sabía que todo eso que hacía, tenía una representación, sobre todo dentro de lo que se conoce como Art Brut. Ahora en estos momentos está asistiendo de una manera más sistemática al espacio de creación del proyecto de Samuel y Derbis.
¿Qué hace Lien en sus dibujos?
Ella pinta muchas flores, un tipo de flor que a mí se me asemeja mucho al girasol. También pinta mucho a la familia, pinta muchos muñecos, a su manera, como ella lo imagina. Pinta a su abuela, a su abuelo, a su hermano, a mí. Pinta mucho, mucho. Día por día, ella dedica mucho tiempo a la pintura. También ha comenzado a pintar en telas.
Es muy disciplinada, ¿verdad?
Sí, sí, sí. A veces es la una de la mañana y ahí está pintando, porque tiene un alto sentido de la responsabilidad. Ella si se ve que está muy atrasada, dice: “Va a llegar el sábado, ¿y qué le voy a llevar a Samuel?”. Y yo le digo: “Lien, pero Samuel te ha dicho que tú no tienes que entregar todo terminado cuando vas a verlo. Tú puedes llevar un adelanto, un esbozo de lo que tú quieres hacer”. Y me responde: “No, no, no, no. Yo tengo que llevarle esto terminado”. Ella misma se traza una meta, que a lo mejor no es terminar completamente. Pero sí hasta donde ella se lo trazó.
¿Lien está vinculada a algún centro laboral?
No, para nada. Ella en estos momentos pertenece a un proyecto que yo dirijo, que está integrado por otros jóvenes con discapacidades en la esfera intelectual. Ahí llevamos a cabo algunos talleres. Se ha avanzado mucho. Pero, básicamente, todo esto surge a partir de que no está vinculada a un centro laboral. Para que no estén en sus casas sin hacer nada, desaprendiendo todo lo aprendido, tienen que estar haciendo algo, aunque no les reporte alguna ganancia monetaria. Pero sí tienen un aprendizaje importante, espiritual, les ayuda a seguir vinculados, a seguir una hermandad entre personas semejantes. Se preparan para ser más independientes y van a presentaciones artísticas. Lo mismo puede ser pintar, que puede ser bailar, cantar. O sea, es el resultado final de cada taller y realmente estamos teniendo bastante éxito en ese sentido.
Después de empezar a dibujar en tela, ella ha hecho además algunos dibujos en bolsas de tela. Y ella dice que quiere montar un negocio para vender bolsas también. Lien teje toda su fantasía, muy bien organizada, muy bien pensaba. Yo creo que es importante porque ha visto en esto una apertura a su vida.
Deysi, ¿me hablas un poco del trabajo que realizas en el taller que tienes aquí?
Este proyecto, que se llama “Cuenta conmigo”, es un proyecto que creamos las propias madres a partir de la experiencia que tuvimos en otros proyectos anteriores, que fueron dirigidos por personas a las que le asignaron un trabajo: y tenían que hacerlo. Realmente esos proyectos nos dieron la experiencia y la enseñanza de que se puede lograr, que sí se pueden hacer cosas con nuestros hijos. Porque no es lo mismo, lo mío, que lo nuestro, el amor, el empeño y la dedicación, la paciencia que le dedicamos nosotros a nuestros hijos, a trabajar con el profesor, a ayudar al profesor, a que el profesor nos enseñe también. Porque nosotros igual recibimos esos mismos talleres que ellos imparten. Y ha sido útil porque en otros momentos el profesor puede tener otras funciones que realizar y una semana no puede venir y en vez de suspender el encuentro, pues nosotras mismas asumimos la responsabilidad de realizar lo que toca hacer. No lo hacemos como el profesor, pero no se pierde ese tiempo. Vinculamos mucho los talleres entre sí, y vinculamos los talleres con conocimientos desde el punto de vista docente, que les pueda ofrecer aportes a ellos. Por ejemplo, matemática, las figuras geométricas: les orientamos hacer figuras geométricas como estaban haciendo hoy, que las estaban entrelazando, coloreándolas, y combinaban colores de un área con otra. También participamos en eventos científicos cuando nos enteramos, pero nosotras siempre estamos muy alertas a hacer cosas que puedan beneficiar a nuestros hijos desde todos los puntos de vista.
IRENE RÁBAGO, MADRE DE TAIMY LINARES RÁBAGO
Yenisel Osuna
Hábleme de cómo conoció a Samuel Riera y a este proyecto…
Nosotras conocimos a Samuel porque mi hija está también en un proyecto comunitario en la Casa de la Cultura Mirta Aguirre, donde tenemos clases tres veces en la semana. La directora lo conoce, lo invitó para una actividad que teníamos. Ese día las muchachitas, con tizas de colores, se pusieron a pintar en las paredes lo que ellas quisieran. Entonces, Samuel, que estaba allí, le llamó la atención lo que estaba haciendo Taimy en la pared. Dijo: “Ay, ¿cuál es la mamá de esa niña?, porque me interesa mucho su pintura”. Y ahí fue cuando lo conocí. Le sorprendió cómo ella había adquirido ese conocimiento. Eso le nació a ella. Incluso, yo misma he querido atenderla y ver por qué lo hace. Como yo no entiendo nada de eso, ni entiendo nada del arte que hace, lo veía mal. ¿Por qué ella hace cosas extrañas así? Y ella no me deja que yo le explique. Ni siquiera a un profesor le permite que cambie lo que ella pinta. En ese proyecto de la Casa de la Cultura tiene un profesor de pintura y este le dice: vamos a hacer tal cosa, y ella lo hace. Pero al encontrarme con Samuel Riera, conversamos: “¿En la casa ella pinta?”/ “-Sí, tiene muchos dibujos guardados de muchos años”. Y entonces me dice: “Yo quisiera ir a la casa para ver lo que ella hace”. Cuando lo vio, pues se quedó encantado. Me dijo: “Mire, yo tengo un proyecto y me gustaría que ella fuera los sábados, que hay un espacio para que ella pueda dibujar allá. ¿Usted puede llevarla? De lo contrario, ya que ella pinta siempre en la casa yo puedo…”. Enseguida esta fue mi respuesta: “No, no, no, yo puedo llevarla para allá. Todo lo que sea bueno para ella, yo lo hago”.
Y entonces, ya hace como dos meses que viene acá. Y ella se siente feliz y muy realizada. Porque ella se cree pintora famosa. Y todo lo que hace antes de venir para acá, lo saca para que lo vea vecino por vecino.
¿Reaccionaba así en la Casa de la Cultura?
Allí es otra cosa. Es un maestro dando clases de colores, de cómo se pinta, hay muchos, muchos cuadros que se han presentado en Bellas Artes, entre todos, y ella lo hace también divino. Pero eso que ella tiene aquí con Samuel es una cosa particular de ella, que ni yo puedo siquiera decirle nada. Después que está terminado es que yo me puedo acercar, que es cuando ella me llama y me dice: “Mira, mamá”. Pero mientras que ella lo está haciendo, yo no puedo opinar nada.
¿Cómo se siente ella?
Realizada. Ella viene más contenta para acá que para allá, a pesar de que allí baila y baila bonito. Borda. Pero aquí ella hace lo que siente. Y eso que ella hace también lo ve exhibido acá.
¿Lo que más le gusta a Taimy es pintar?
Bueno, en la Casa de la Cultura, no. En la Casa de la Cultura lo que más hace es bordar y bailar.
¿Ella borda también?
Sí. Samuel tiene piezas llenas de polvo, amarillas, muy viejas. Él quiso que yo se las enseñara. Yo soy costurera, siempre he cocido para la calle, y tú sabes que el que está cociendo siempre corta pedacitos. Ella los recoge. Y le pide a los bodegueros hilo de los sacos, y con eso ella hace las incrustaciones de todos esos pedacitos. Ella pone cuadrados, chiquiticos, redondos, pone de todo. Ella no se los quería dar. Porque eso es una cosa de ella, hasta que entonces la convencí.
¿Desde cuándo hace los bordados?
Desde que tiene 10 años.
¿Ella sola, sin que nadie la iniciara?
Sí. Desde que tengo uso de razón, ella se sienta a coser, trae una mesita que tiene en el cuarto, una silla y trae todos los recorticos, los finos, coge los carretelitos y ahí se pone y los enreda. Hasta que yo no me levanto de la máquina, ella tampoco se levanta del sillón. Y cuando no está en eso, está pintando. Ese es el entretenimiento de ella. Cuando está en eso, está feliz.
Yo la percibí muy desinhibida, sociable.
Sí, y cuando está en el lugar donde le gusta, más. Aquí ella está en su medio.
¿Qué tiempo hace que Taimy viene al taller?
Hace poquito tiempo. Hace como cuatro meses.
¿Ya ha tenido alguna exposición?
Sí, recientemente Samuel puso sus trabajos junto a los de otros artistas que vienen acá.
¿Y la ve usted preparada para asimilar este tipo de evento?
Sí, a ella le gustó mucho venir a la inauguración y ver cómo la gente miraba sus dibujos.
¿Sigue yendo al taller de Bellas Artes?
Sí, en ese llevamos cinco años. Ellos tienen talleres allí, una semana, y luego ponen lo que hacen ellos en exposiciones. Y cada dos años hacen una exposición. Y entonces también se hacen bordados que se presentan en el teatro. Entonces allí presentan bordados, pinturas. Ese día invitan a muchas personas y entonces el maestro monta un cha cha chá, u otra cosa. Yo le hago todos los trajes. Celebran cumpleaños casi todos los meses.
¿Qué diferencias nota entre los distintos talleres en los que participa Taimy?
Bueno, lo que yo veo: Taimy en esos talleres está aprendiendo muchas cosas, pero en este proyecto de Samuel está realizando lo que ella quiere, lo que a ella le gusta, que en los otros talleres no lo ha podido hacer… Porque cuando va a bordar, por ejemplo, ella no sabe bordar bien, ella lo que sabe hacer son parches que recorta, saca figuras, pega. Aquí le permiten todo.