Por: Pérez & Del Valle
¿De qué manera consideras que Un chino de paso por Venecia, camino a Cuba se insertó (o no) en el contexto general de la Bienal?
Pienso que efectivamente se insertó en el contexto general de la Bienal debido a que abordó temas como la migración y los conflictos de poder entre grupos humanos en el contexto histórico y actual. Durante mi estancia en Venecia pude observar que muchas exposiciones tuvieron acercamientos similares, como por ejemplo los Pabellones de Grecia, Nueva Zelandia y Alemania, por solo mencionar algunos.
¿Cómo evalúas la experiencia de participar con una exposición personal durante la Bienal de Venecia?
Aún sigo procesando qué significa tener una exposición personal en Venecia coincidiendo con su Bienal. Puedo decir que me permitió vivir desde dentro los procesos de trabajo que los espacios autogestionados y las galerías realizan paralelamente al evento central.
¿Visitaste la muestra central, otros pabellones nacionales o las colaterales? ¿Qué te impresionó particularmente?
Visité muchos espacios expositivos de la Bienal de Venecia y llegué a la conclusión de que se necesitarían mínimo tres semanas para ver todo el evento. Mirando la Bienal desde la distancia puedo decir que los pabellones nacionales de Egipto, Grecia, NSK, Nueva Zelandia y Cuba fueron mis favoritos. De la muestra central me gustó mucho la obra Atrato del artista Marcos Ávila Forero y de las exposiciones colaterales la exposición retrospectiva de Tehching Hsieh, un reencuentro con su obra que tuve la posibilidad de conocer por vez primera en Montreal hace ocho años.
El artista Moataz Mohamed Nasr Eldin que exhibía en el pabellón de Egipto logró crear una atmósfera impactante en el cual los nuevos medios y los materiales primarios como son la tierra o el barro confluían creando un environment que te hacía sentir dentro de las imágenes que se proyectaban en el video.
El pabellón de Grecia, representado por el artista George Drivas, me gustó mucho pues de forma muy sutil y creativa abordaba los conflictos migratorios que hoy en día enfrenta nuestro mundo; por otra parte, Nueva Zelandia con la artista Lisa Reihana se aproxima a los mismos conflictos con imágenes más directas y acciones como los eslóganes Refugees Rights e Indigenous Rightsen las bolsas que repartían a las personas.
El NSK State Pavilion que estaba representado y comisionado por el colectivo artístico IRWIN es bien interesante porque es un proyecto creado en Eslovenia. Este proyecto consistió en crear un país reconocido en el sistema, pero sin territorio físico. Este país tiene la autoridad de entregar pasaportes válidos y reconocibles en casi todas partes y, por consiguiente, permite que muchas personas puedan ser ciudadanos de NSK. Durante la apertura el público podía aplicar a la ciudadanía de este país para posteriormente recibir sus pasaportes. Para mí estar presente en el opening del pabellón fue muy especial porque hace unos años visité el estudio de estos artistas en Ljubljana y vi el proyecto de este Pabellón que hoy hicieron realidad.
Considero que el Pabellón cubano abordó muchos temas como la migración, la religión, la política, la historia y los deseos humanos. Estos temas provenían de los propios conceptos que los artistas seleccionados han venido trabajando en sus obras. La selección curatorial creó una diversidad de temas y confluencias generacionales que considero funcionó muy bien. Por ejemplo, puedo ver una relación muy especial entre la performance de Carlos Martiel y la obra de Meira Marrero & José Ángel Toirac; artistas de diferentes generaciones, pero con preocupaciones similares que responden a un mismo contexto. El diseño curatorial de las obras dispuestas en la primera planta y las ubicadas en la planta segunda también llamó mi atención. El Pabellón de Cuba en esta edición ha sido uno de los que más interés ha suscitado, no solo dicho por mí sino por muchas personas que encontré posteriormente en Venecia y en otras ciudades de Europa.