Por: Pérez & Del Valle
Aunque lamentablemente después de su fallecimiento, se suma Antonio Vidal al reducido grupo de artistas cubanos que han presentado sus obras en Documenta de Kassel. En la Neue Galerie, uno de los espacios centrales de la Documenta, que reunía en plural e histórica mirada a una amplia nómina de artista y obras; compartiendo la sala con Hans Eijkelboom y Cecilia Vicuña, el visitante encontraba la obra de Antonio Vidal, Premio Nacional de Artes Plásticas y una de las figuras más relevantes de la historia del arte nacional.
Vidal fue una figura protagónica del movimiento de renovación artística que se produjo en Cuba en los años 50, integrante del Grupo de los Once, quienes según Antonio Eligio, Tonel: “… son, eso sí, la expresión más trascendente de una voluntad por renovar el arte nacional, que parecía entonces a punto de anquilosarse en los dulzores de la llamada Escuela de La Habana. Y los Once son también, junto a otros artistas de la misma generación, protagonistas del rechazo al conformismo y a las maniobras de instituciones culturales plegadas a un oficialismo retrógrado, en una época de dictadura y de crisis social y política. En ellos, alrededor de ellos, encarna esa ‘doble insurgencia’ estética y política…”.
Al diverso y muy pródigo público que recorría la Neue Galerie llamaba la atención el conjunto de 11 pinturas en diversas técnicas y 14 esculturas metálicas de pequeño formato, creadas por el artista entre los años 50 y los 80 del pasado siglo. Sin lugar a dudas, a los curadores de la exposición les interesaba trascender la mera exhibición de obras, para mostrar también los contextos, la historia, los documentos, la vida misma de los artistas. Con ese fin presentaron la Declaración de Intelectuales y Artistas sobre la Pretendida Bienal Hispanoamericana, fechada en 1953 y el Catálogo de Homenaje a José Martí. Plástica Cubana Contemporánea, de 1954.
Con este gesto curatorial llaman la atención de uno de los actos estéticos y cívicos más relevantes de aquellos años. Plástica Cubana Contemporánea, al decir de José Antonio Portuondo, “fue una exposición verdaderamente insurrecta, una exposición que se hacía deliberadamente para contraponerla a la exposición de Batista. Sin embargo, lo predominante en aquella exposición, no era un arte de contenido político, sino un arte esencialmente abstracto, con lo cual el abstraccionismo reafirmaba su condición de expresión de protesta frente a la decadencia capitalista […]”.
En entrevista realizada por José Cid, Vidal comentaba: “No importa la forma que escojas para expresarte, ninguna es mejor o peor. Las tendencias no implican jerarquías. Solo que en algunas uno se siente más cómodo, se mueve con más libertad, está más de acuerdo con su personalidad y su sensibilidad: se expresa mejor, dice más. A mí, los límites inflexibles me hacen sentirme incómodo; por eso nunca los he podido tragar. Me tiene sin cuidado ser moderno o pasado de moda”.
También, como parte de ese texto, el artista confesaba: “Todo creador honesto quiere reflejar el mundo que le rodea, la hora que le toca vivir; su sensibilidad es un instrumento, y su estilo su voz. Todos queremos tener una voz propia, pero en la orquesta no todos podemos ser trompetas o violines o tambores. Claro, detrás de cada instrumento puede haber un gigante o un pigmeo. En definitiva, no me interesan las tendencias como tales. Ellas, por sí solas, no significan nada. Lo que importa es la sinceridad, esa hermosa, vieja, digna y zarandeada dama, aunque esta, por sí misma, no garantice, a fin de cuentas, una obra significativa”.