El Taller Experimental de Gráfica arriba a su 59 aniversario. Mucho ha llovido desde que, en aquel iniciático 1962, un grupo de creadores se decidieron a intentar habilitar un taller litográfico de carácter experimental y netamente artístico. Fue a partir del reciclaje de piedras y maquinarias de impresión, desechadas por la antigua Compañía Litográfica de La Habana, que se dedicaba a la decoración y divulgación de marquillas y vitolas de tabaco.
Luego, por supuesto, se fueron vinculando al Taller creadores graduados de todas las generaciones. Especialmente aquellos que emergían de las Escuelas de Arte, incorporando técnicas y procedimientos creativos novedosos, dentro del lenguaje del grabado.
Para esta oportunidad, de acuerdo con el Consejo Nacional de las Artes Plásticas, en la sala principal de la institución habanera será inaugurada la exposición Gráfica erótica, que reúne diferentes generaciones y estilos sobre el tema de la sexualidad y el erotismo. Incluye creadores “clásicos” como Rafael Zarza, Osneldo García y Umberto Peña. Asimismo, en la Sala Rhino, del propio Taller, se presentará la muestra Pantalla Abierta, la cual inclusive guarda relación con una carpeta de 30 obras de grabadores cubanos.
Como parte de las actividades conmemorativas, el Taller Experimental de Gráfica prepara, además, el libro Arte: tinta adentro, con curaduría de Julien Gil Vega y la participación de 20 miembros del centro.
Remontándonos a los inicios, el principal instigador –junto al pintor chileno José Venturelli– en la creación del Taller de la Plaza de la Catedral fue Orlando Suárez: muralista que, por aquellos años, dirigía el Consejo Provincial de Cultura. El clan fundador contó con no más de diez artistas y con la experiencia técnica de los maestros litógrafos Amable Mouriño e Israel de la Hoya. Al principio, bajo la guía de José Contino, las pretensiones eran modestas. Más bien, referidas a rescatar y dominar la técnica litográfica. Entonces, muchos creadores solo se acercaron por curiosidad. Sin embargo, muy pronto fueron atrapados por el misterio del grabado y se conformó un expandido “grupo de asiduos al Taller”, siempre en constante movimiento.
La renovada vocación innovadora de sus miembros, el contexto de la Plaza de la Catedral y la cercanía con otras instituciones insignias, como el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, han hecho del también llamado Taller de la Plaza un espacio de reunión, formación y producción simbólica. Sin dudas, único en el contexto nacional.
Isabel M. Pérez Pérez
Información Consejo Nacional de las Artes Plásticas