Convivimos hoy en un relato de vida desordenado e inquietante; en una realidad simulada, ficticia, colmada de inconformidades e incertidumbres. Parafraseando a Zygmunt Bauman, las relaciones humanas penden de un hilo y, precisamente, es esa fragilidad la que genera en los sujetos la necesidad constante de encontrar una zona de confort, un estado ideal cuasiutópico ahora mismo. Esto no es más que la respuesta a la desesperación del individuo por sobrevivir al estado caótico en el que habita, y que muchas veces comienza desde la introspección y catarsis psíquica de él mismo. Lo anterior resultando algunas de las cuestiones que motivan la operatoria pictórica del artista cubano José Gabriel Capaz (La Habana, 1988), quien ofrece su particular análisis de la esencia del sujeto contemporáneo y los estados límites en los que se halla. De este modo, propongo la posibilidad de un cambio; una escapatoria viable a la crisis y la ansiedad que permea la existencia del ser humano.
Todo lo anterior encuentra cabida en La extraccion, la más reciente exposición personal de Capaz. Ocho lienzos de tres metros de alto por dieciocho metros de ancho registran las salas de la Galería Servando, dejando al espectador prácticamente sin salida una vez dentro del espacio. El giro de la muestra se ancla en la manera en que el artista ha resuelto presentar, a partir del impacto visual generado por el recurso del gran formato y una paleta cromática intensa, una relación vinculante entre el sujeto y la naturaleza. Capaz asume en esta instalación al fuego, la madera, aletas de tiburón y maquinarias como recursos simbólicos de fuerte connotación en su obra. Todos ellos tienen una relación intrínseca con la esencia del sujeto contemporáneo y la constante suspensión de este en un vacío espiritual que pareciera, por momentos, no tener fin.
La extracción viene a ser el resumen de un proceso de indagación, cuestionamientos y ejercicio plástico que ha desarrollado el artista en los últimos años. La muestra nos remueve los sentidos y la retina al proponer una dramaturgia potente que discursa sobre tramas psicosociales que refuerzan a partir de un amontonamiento de cuerpos y vestigios humanos hibridados con esos otros recursos simbólicos, que vienen a apuntar, una y otra vez, la sensibilidad caótica del individuo, la deshumanización y la angustia. La muestra es un cuestionamiento, en clave curatorial, sobre el sujeto contemporáneo y sus comportamientos, sobre la pérdida de la esencia humana, la inconformidad y el descontento. La extracción , sin dudas, es una metáfora de nuestra realidad.
yenny hernandez valdes