Un cuarto de siglo ha pasado desde que Omar González, Pedro de la Hoz y Frémez emprendieran la aventura de fundar una revista y su correspondiente sello editorial –especializados en artes visuales– durante uno de los momentos más complejos de la historia nacional, conocido como Período Especial. Cinco lustros “constantes y sonantes”, como afirmara el propio de la Hoz, quien también fue el primer editor de la publicación. Según sus comentarios de presentación, la revista ha buscado trabajar por una “identidad propia y vuelo autónomo, dentro y fuera de los espacios institucionales, plural, diversa, inclusiva, al margen de capillas y gustos personales”.
Ciertamente, Artecubano es la revista de artes visuales que durante más tiempo ha conseguido mantenerse en activo en la Isla. Y aunque uno de sus sinos ha sido la incapacidad de mantener un ritmo fijo de periodicidad, lo cierto es que mirando en perspectiva, sin excepción han circulado los 3 o 4 números anuales que cada período suponía. Cíclicas dificultades logísticas, carencias financieras, inestabilidad de staff, desfasajes con la interpretación o asunción de tal o más cual dictado de la “política cultural”, entre otras muchas razones, en varias oportunidades han puesto en verdadero riesgo su supervivencia… Pero sigue ahí, persistentemente y contra todo pronóstico, pues es una de las pocas publicaciones institucionales cubanas que se imprime fuera de fronteras.
En adición a estas consideraciones, si revisamos el último lustro, encontramos que hace cinco años Artecubano Ediciones, como editorial, publicaba –con más o menos regularidad– entre 12 y 14 números de Noticias de Artecubano en papel, impresos en el Poligráfico “Granma”; entre 8 y 10 volúmenes de la Colección “Espiral”, libros monográficos de artistas cubanos; entre 6-7 números de la revista digital HazLink; 2-3 títulos de la Colección “Arte y Pensamiento”, recopilaciones de textos críticos sobre esencialmente las prácticas visuales nacionales; 5-8 catálogos, libros de arte y ediciones especiales dedicadas a exposiciones, eventos, proyectos y creadores diversos; además de administrar y desarrollar, de manera online, el Portal de las Artes Visuales en Cuba. Sin embargo, si indagamos en el pasado reciente, pareciera que, en rigor, solo ha sobrevivido la revista Artecubano y algún que otro título aislado. Ello confirma una clara determinación a salvaguardar la revista por encima de las demás publicaciones (periódicas o no)… y daría lugar, también, a muchísimas otras consideraciones de diverso signo que no son objetivo de las presentes líneas.
Volviendo a este número (el 2 del año 2020), resulta alentador constatar que se mantienen altos estándares de la calidad de materiales y con la impresión. Tampoco variaron las secciones ni la estrategia editorial que las dictaba. Aunque en líneas generales conserva el diseño gráfico histórico de la publicación, ha introducido variables tipográficas de uso del color y manejo de imágenes. La portada se apega a la concepción de los aniversarios 10 y 20, haciendo referencia a este cuarto de siglo a partir de un collage de algunos números precedentes, donde se visibiliza en reserva UVI el primer ejemplar y el 25 como dígito.
Los perfiles conmemorativos del “Homenaje” corresponden a Roberto Diago y Carmelo González por sus centenarios, a cargo de Roberto Cobas Amate y Teresa Toranzo Castillo, respectivamente. “Ruta crítica”, como sección, se acerca al “Presente aborigen del arte cubano de los ochenta” (Jorge R. Bermúdez); las tradiciones y rupturas en el arte espirituano (Luis Rey Yero); las experiencias de Post-it 7 (Shirley Moreira); el proyecto Calibrando distancias (Wendy Peñalver) y una entrevista múltiple a los organizadores del 8vo Salón de Arte Cubano Contemporáneo. En “Otros espacios”, Sandra Sosa indaga sobre Luis Gómez; Magaly Espinosa sobre Linet Sánchez; Yanet Oviedo sobre Untitled Fortune en La Habana; Noel Alejandro Nápoles sobre los haikugramas de Janette Brossard; Gladys Garrote sobre Adrián Fernández; Laura Arañó se acerca a Marta María Pérez Bravo; Miriam P. Casanellas a Roberto Fabelo y Nelson Herrera Ysla a Denys San Jorge. Cierra el número con la reseña de Moraima Clavijo dedicada al libro Arte cubano. La espiral ascendente (2019) y con las presentaciones de Félix López y Francisco Durán asociadas a la edición cubana de El mundo después del coronavirus (2020).
El “Dossier” busca concentrar la conmemoración por el cuarto de siglo. Es cierto que, teniendo bien próximo el recuento crítico sobre el tema que se organizó hace solo cinco años, difícil debió resultar para Alain Cabrera abordar otro aniversario cerrado… Acertado fue, en este sentido, su propia nota introductoria y la idea de invitar a los antiguos directores a compartir sus experiencias, aunque solo respondieran Margarita Ruiz, Rafael Acosta de Arriba y Rubén del Valle Lantarón. Tres visiones de recuento que traslucen las estrategias con que cada cual asumió el reto y donde, felizmente, también reconocen la labor de sus respectivos editores, diseñadores, fotógrafos y colaboradores en sentido general. Textos que recomiendo a quienes en el presente o el futuro intenten ponderar o continuar la aventura de Artecubano.
En la presentación de este número 2 de 2020, acontecida en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam con todas las lamentables restricciones que impone la actual situación epidemiológica, se anunció que la revista puede ser adquirida en el propio Centro, la Fototeca de Cuba y la Librería Fayad Jamís.
Isabel M. Pérez Pérez
Imágenes cortesía Revista Artecubano